La memoria que compromete
Treinta años quizá no, pero sé que tres meses caben en un parpadeo. Gregorio Ordóñez fue mi primer pensamiento tras la explosión de la bomba con la que ETA intentó asesinarme. Aquel 1995 tuve, en abril, la suerte que no tuvo Goyo el 23 de enero, cuando dispararon contra él a quemarropa y por la espalda. Luego, no hubo que esperar mucho para vivir las jornadas atroces del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. ETA daba continuidad sangrienta a una feroz campaña que antes había prologado Batasuna, teorizando sobre la «socialización del sufrimiento».
Recuerdo muy bien el espantoso ritmo al que caían concejales del Partido Popular en el País Vasco y lo poco que tardaban en cubrir su hueco nuevos candidatos al tiro en la nuca o la bomba-lapa.… Seguir leyendo »