Vendedores de odio
Quizás ustedes lo hayan experimentado, pero allí donde se instala un mercadillo, el resultado inmediato que provoca es la seducción. Es una invitación a hacer vida social y no se tiene en cuenta que los artículos que se exponen para su venta no son nada del otro mundo. Ropa, calzado, huevos, embutidos, salazones, bollería, frutas y verduras, y toda clase de baratijas permiten pasar unos momentos de solaz. En este tipo de mercadillos ambulantes nadie espera encontrar un chollo de alta gama, o sea, un Rembrandt ni por supuesto un traje de Armani o un vestido de Pedro del Hierro; de manera que exceptuando la falsa moneda de las imitaciones, el resto es comprar, manosear y matar el ocio.… Seguir leyendo »