No podemos perfeccionar nuestras vidas. Solo podemos vivirlas
Dejé de “vivir mi mejor vida” en la tienda de regalos de un hospital. Probablemente fue alarmante para el adolescente en el mostrador ver a una paciente en una bata de algodón azul rodar su propio portasueros intravenoso en la tienda, murmurar en voz alta en dirección a un carrusel de libros y comenzar a sacar títulos de los estantes. No uno por uno, sino a manos llenas.
“Me gustaría hablar con el gerente”, le dije. El adolescente trajo a una mujer mayor, vestida con un suéter bordado y me la presentó con una expresión facial que sugería tácitamente que el salario mínimo no cubría este escenario.… Seguir leyendo »