
Dime si has oído esta historia antes
El guardia de fronteras estaba de pie junto a un pequeño edificio de bloques de hormigón, entrecerrando los ojos por la luz del sol. Desde donde yo estaba —el asiento trasero del viejo Renault de mis padres—, él parecía alto y daba un poco de miedo. Pero solo echó un vistazo rápido al interior e hizo un gesto con la mano para indicarnos que podíamos seguir adelante en nuestra excursión de un día a Melilla, un enclave español al norte de Marruecos.
Aquello fue en 1977, cuando quienes cruzaban la frontera eran en su mayor parte lugareños. Pero, a medida que creció la Unión Europea, también lo hizo la fortificación.… Seguir leyendo »