Que vengan a buscarte
Son dos escenas aparentemente inconexas que sucedieron con cinco años de diferencia. La primera de ellas tuvo lugar a finales de marzo de 2020, en una habitación de hospital en la que mi abuela se recuperaba de una operación de fémur tras una rotura de cadera. Animada, pronto pudo empezar a ponerse en pie con ayuda de un andador, lo que auguraba una buena recuperación. Una de las tardes en que estuvo ingresada, me quedé con ella para que mi madre, que no la había dejado sola ni un momento, librara. Se marchó y, a las dos horas, cuando regresó, mi abuela, recostada en la cama terminando su habitual crucigrama, miró hacia la puerta.… Seguir leyendo »