El cadalso de la plaza del pueblo
Imaginen la siguiente escena: plaza de una localidad abarrotada hasta los topes. Todos, niños y mayores, contemplan el cadalso construido sobre una tarima en el centro, para que nadie pierda ripio de lo que allí sucede. Sube quejumbroso un señor que, tras mirar con aprensión a la multitud, se quita con cuidado la camisa, temiendo mostrar a la concurrencia las manchas violáceas que asoman a través de su piel.
El hombre gira sobre sí mismo y después del silencio, un rugido lo ahoga. ¡Tiene la peste bubónica! grita una señora de mediana edad mientras lo señala acusadoramente. ¡No, sólo son moratones por algún golpe!… Seguir leyendo »