Leopoldo Gonzalo y González

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La verdadera riqueza de las naciones es su población. Constituye ésta el origen y el destino de todo esfuerzo económico. La misma ha suministrado la principal energía transformadora de nuestro mundo y es también la beneficiaria de todo progreso. Simon Kuznets, Nobel de Economía de 1971, demostró que los países con mayor crecimiento demográfico eran los que ofrecían más altas tasas de crecimiento económico. Colin Clark señaló, por su parte, la mayor relevancia que, frente a la inversión productiva, poseía el aumento de la población para el desarrollo de la economía (Condititions of Economic Growth, 1939). Y el mismo Alfred Sauvy pudo afirmar que «no hay progreso económico sin crecimiento de la población».…  Seguir leyendo »

Una hora de España

Tomo el título de Azorín, del maestro en el arte de ver. Pero no me sitúo, como él en su obra, frente a la España de la segunda mitad del siglo XVI, sino ante la España de hoy, la de esta hora crucial. A los que gustan trajinar con eso de la «memoria histórica», quizá interese la respuesta que Italo Calvino dio a quienes recabaron su opinión acerca del régimen de Franco. El autor de Las ciudades invisibles, desvinculado ya del Partido Comunista, caracterizó a dicho régimen como «un largo paréntesis en el proceso de descomposición de España». Se me ocurre relacionar la opinión del escritor italo-cubano con la solemne exhortación de Unamuno –nuestro gran vizcaíno– expresada años antes, en 1917, en El Gráfico, de Nueva York: «Porque hay que estar bregando a diario para que la España geográfica, terrenal, económica, no sea sino el cuerpo de la otra, de la España histórica o celestial».…  Seguir leyendo »

La España de la gente poco importante

La Historia Universal –escribió Carlyle en su Tratado de los Héroes– es, «en lo esencial, la Historia de los grandes hombres». Margaret Macmillan, rectora del St. Antony’s College, de Oxford, en su ensayo Las personas de la Historia (2017), aclara oportunamente que el historiador escocés no veía tanto a sus héroes como «[…] hacedores de la Historia, sino más bien como personas que recogían el sentimiento de una época en particular, o que fueron capaces de ver con más claridad hacia dónde se dirigía la sociedad o qué necesitaba». No es preciso insistir en la evidente simbiosis entre la sociedad y sus carlyleanos héroes, si por tales hay que tener también a sus conductores más o menos notables.…  Seguir leyendo »