La memoria de los verdugos
El 1 de julio de 1997 fue liberado José Antonio Ortega Lara tras 532 días de un secuestro especialmente cruel. Lo primero que le dijo al guardia civil que entró en el zulo fue «matadme de una p… vez» y, cuando se convenció de que no era uno de los etarras disfrazado, le preguntó si era 1 de julio. Porque una de sus obsesiones durante los casi dos años de tortura fue tratar de no perder la orientación temporal. Heroica tarea porque sus tres secuestradores, a los que jamás vio la cara, le castigaban en ocasiones privándole durante días enteros de las 7 horas diarias de luz que habitualmente le permitían, cuando no le ponían música vasca a todo volumen durante 24 horas y solo le daban a leer ediciones atrasadas de Egin o El País.… Seguir leyendo »