Las piernas de Marlene
Llegó a tenerlas aseguradas por una cantidad astronómica, e incluso en los últimos años, en sus actuaciones públicas, todavía le gustaba mostrarlas. Ahora que las ha estirado definitivamente, nos gusta recordarla en esa actitud de tentadora flexión que arrastraba a una irreflexible pasión enfermiza a un conspicuo Emil Jannings en «El ángel azul». Esa imagen que ha quedado grabada para siempre en la iconografía espiritual de este siglo, que tantas otras han intentado imitar con escaso éxito.
No eran, en apariencia, un ejemplo de anatomía sobrehumana, pero mostraban sustancialmente una extraña invitación al vértigo, a dar un mal paso o a inclinarse en actitud de humillación absoluta bajo el tacón de su zapato.… Seguir leyendo »