Luis Magrinyà

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Últimos flecos

Después de dos años dedicados a estos menesteres, en dos periódicos digitales distintos, nos tememos que ha llegado la hora de despedirnos. Esta sección ha venido tratando un material que tiene pinta de ser interminable y en algún momento hay que ponerle fin. Esperamos haber sido de cierta utilidad, servido de algún entretenimiento, y habernos aproximado, aunque sea someramente, a alguno de nuestros principales propósitos: invitar a pensar la lengua para evitar usos cansinos, perezosos e irreflexivos; y procurar cierta tranquilidad a quienes escribimos, ofreciendo indicios de que muchas veces el estilo no tiene por qué estar donde nos han dicho, y animando a liberarnos de una serie de consignas y prejuicios, muchos de ellos inconscientes, que limitan nuestra forma de pensar y de escribir.…  Seguir leyendo »

Sonido y ruido

José Antonio Pascual, en su libro No es lo mismo ostentoso que ostentóreo (Espasa, Madrid, 2013), ha quitado hierro, con cierto escándalo para algunos, a la confusión tantas veces recriminada entre los verbos oír y escuchar. Después de documentar lo muy antigua que es en español esta confusión y lo mucho que abunda entre los escritores de hoy, concluye que “no debemos asustarnos” si vemos que “la distinción de estos verbos acaba reduciéndose a combinaciones estereotipadas”. Aquí hay que entender “estereotipadas” por idiomáticamente fijadas y convencionales (no como uno de esos penosos rasgos de estilo que venimos detectando en esta sección): es decir, que probablemente oír y escuchar acaben conservando sus “genuinas” diferencias de significado únicamente en ciertos contextos.…  Seguir leyendo »

El gusto por lo corto

Hay una serie de preposiciones que, no sabemos por qué, aunque seguro que no es por el principio de economía, solemos evitar en la lengua diaria, decantándonos por locuciones de significado equivalente pero con mayor número de sílabas. Normalmente, cuando hablamos, no decimos tras, bajo ni ante a no ser en usos fijos o específicos, sino otras fórmulas compuestas de tres o más sílabas (detrás de; después de, al cabo de, dentro de; debajo de; delante de) que, no nos pregunten tampoco por qué, suelen incluir la preposición de, sin duda una de nuestras favoritas.

Cuando decimos lengua diaria no nos estamos refiriendo realmente a la lengua coloquial.…  Seguir leyendo »

No importa nada

Querríamos hoy dar cuenta de tres fórmulas importadas de un modo u otro del inglés, que alrededor del verbo importar y de los sustantivos problema y diferencia, se han instalado muy cómodamente en el español de hoy con el propósito, comúnmente cortés, de expresar despreocupación, indiferencia, exculpación o atenuación ante ciertas circunstancias que de otro modo podrían parecer graves. Oímos y leemos a todas horas cosas como no importa, no hay problema, o no supone ninguna diferencia, expresiones que han triunfado tanto en el nivel culto-literario-formal como en el coloquial. Por una vez, en fin, no vamos a degustar en L&L solo manjares finos.…  Seguir leyendo »

Involucrados, perpetrados e interfectos

Hablábamos el otro día de la soltura y falta de prejuicios con que algunas palabras del vocabulario penal han pasado a la lengua común. Hoy queremos seguir con tan delicioso material aportando nuevos ejemplos.

Un verbo que hoy nos parece que exige un contexto criminal (o casi) es involucrar. El primer uso que hemos encontrado con ese sentido no es demasiado antiguo:

“… involucrando á los inquisidores en las intrigas que rodearon á D. Cárlos durante el período último de su vida” (Francisco Javier G. Rodrigo, Historia verdadera de la Inquisición, III, Imprenta de Alejandro Gómez Fuentenebro, Madrid, 1887, p.…  Seguir leyendo »

Léxico criminal

La incorporación a la lengua común de vocabulario especializado es un fenómeno corriente que no alarma las conciencias y que constituye uno de los procesos de cambio semántico más elocuentes. Hoy cualquiera puede sufrir un “trauma”, tener o no tener “poder adquisitivo”, vivir una experiencia “kafkiana” o “dantesca” e incluso dar un “salto cuántico” sin necesidad de ser psicoanalista, economista, crítico literario o físico, y desde luego sin sentirse coartado por el hecho de que esos creativos ámbitos técnicos sean el origen del término que de una forma ya tan “natural” dice y disfruta. Este tipo de vocabulario sumamente culto, sin embargo, no revela necesariamente cierta cultura, o ciertas lecturas, sino pura receptividad a la transmisión “de oídas”: del mismo modo que para decir que uno es “honesto” en vez de “honrado” o “sincero” no hace falta saber inglés (honest), para sufrir un “trauma” no hace falta tener ni la más remota idea de quién era Freud.…  Seguir leyendo »

Todo lo que sobra (y alguna vez falta)

Vamos a fijarnos en unas cuantas frases con lo que las gramáticas llaman el “cuantificador indefinido” todo. Empecemos con todo lo que, donde todo, con la ayuda de lo, introduce una oración de relativo sustantivada:

“… como ya te conté, me empezó a dar risa todo lo que hacía” (Jorge López Páez, Doña Herlinda y su hijo y otros hijos, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, p. 238).

“… era tan nuevo todo lo que estaba ocurriendo y trabajaba tanto y tantas horas que apenas tenía tiempo de más” (Rosa Regás, Azul, Destino, Barcelona, 1994, p.…  Seguir leyendo »

El gusto por lo largo

La elección de unas preposiciones en lugar de otras cuando hay otras que, en efecto, podrían usarse suele venir dictada por la loable, aunque a menudo fantasiosa, como venimos viendo en esta sección, intención de “escribir bien”. Hay cierta teoría que define el lenguaje literario como el que más se aparta de la norma (entendiendo “la norma” como “lo normal”), y mucha gente aplicada en “escribir bien” se la ha creído a pie juntillas. Si algo suena raro, complicado, frondoso, o inextricablemente “preciso”, si no es, en fin, lo que uno diría todos los días, entonces es que tiene que ser “literario”, o, como poco, “formal”.…  Seguir leyendo »

Habitaciones… y estancias

Después de hablar el otro día de la versatilidad mórbida de la palabra lugar, querríamos dedicar un espacio hoy a otro jugoso término espacial, habitación. Con un alcance más limitado que lugar, es también un (sub)hiperónimo que incluye cualquier “lugar destinado a vivienda” o, dentro de una vivienda, cualquiera de sus “espacios entre tabiques” (DRAE). No dudamos de que habitación pueda abarcar muchas cosas, como vemos en este ejemplo:

“En el centro de la habitación que era recibidor, dormitorio, comedor, lugar de trabajo…” (Manuel Vázquez Montalbán, La soledad del mánager (1977), Planeta, Barcelona, 1988, p.…  Seguir leyendo »

Servicio de mantenimiento

Puede que estemos viendo una película y en la pantalla aparezca un tipo con un rifle espantando a unos intrusos con estas palabras: “¡Manténganse alejados de mi propiedad!”. Puede que vayamos en coche y nuestro GPS nos oriente con su voz expeditiva: “Siga 200 metros y manténgase a la derecha” (que luego diga: “Manténgase a la derecha y manténgase a la izquierda” es un tipo de demencia que cabe achacar menos a la lengua que a la tecnología). Puede que estemos en el aeropuerto con nuestro equipaje de mano y por megafonía nos adviertan: “Mantenga sus pertenencias vigiladas en todo momento”.…  Seguir leyendo »

Lugares inciertos

Cuando el señor Hiram B. Otis, ministro estadounidense, se compra el castillo de Canterville cerca de Ascot, en Inglaterra, todo el mundo le dice que ha hecho una gran tontería, porque es indudable –afirma Oscar Wilde– que the place was haunted, es decir –según distintas traducciones–, que “aquella finca estaba embrujada” (Obras completas, Aguilar, Madrid, 1989, trad. de Julio Gómez de la Serna, p. 287), “el lugar estaba embrujado” (Lumen, Barcelona, 1960, trad. de Ricardo Torrente, p. 11), o “en la finca había duendes” (Libresa, Quito, 2005, no consta traductor, p. 9).

Lo que nos interesa aquí es la traducción de ese place: fijémonos en que, dejando aparte si es acertada o no la elección de “finca”, dos de las tres traducciones han evitado la palabra lugar.…  Seguir leyendo »

El peso del mundo (y de los rombos)

Dedicamos un L&L anterior a la figurada –y muy contumaz– relación entre peso y respiración y ahora nos gustaría repasar otros usos de pesado y pesadamente, que tanto abundan en el español de hoy, especialmente en traducciones. No podemos ser exhaustivos porque la polisemia –casi siempre forzada– de esta familia parece inabarcable, pero estamos dispuestos a presentar un buen número de casos.

Lo primero que nos gustaría aventurar es que en el español de hoy las acepciones más frecuentes de pesado son las que en el DRAE figuran en séptimo y octavo lugar: "molesto, enfadoso, impertinente" y "aburrido, que no tiene interés".…  Seguir leyendo »

Unos padres jóvenes y responsables asisten a una charla sobre educación sexual en el colegio de sus hijos. Son padres solícitos y bien dispuestos. El educador insiste en que lo más importante es la “naturalidad”. Y dice: “Es importante que vuestros hijos e hijas aprendan a manifestarse con toda naturalidad y que puedan decir sin miedo: ‘Papá, mamá, me pica el pene’ o ‘Me pica la vulva’”. Nuestros amigos salen de la charla atónitos, si no aterrorizados.

Lo que trastorna a estos buenos padres no son las palabras “pene” o “vulva” sino que éstas se asocien con la “naturalidad”. No entienden por qué el lenguaje infantil tiene que convertirse de pronto en lenguaje sancionado por los profesionales de la salud y que a esto lo llamen “naturalidad”.…  Seguir leyendo »

Grandes enigmas de la respiración

Entre las acepciones del adjetivo pesado y del adverbio pesadamente no encontramos en el DRAE ninguna referida a la respiración. Y, sin embargo, llevamos toda la vida leyendo en las novelas y otras partes que alguien tiene una respiración pesada o que respira pesadamente. Hay, en las acepciones del adjetivo, algunas referidas al sueño ("intenso, profundo"), al tiempo o a la atmósfera ("bochornoso"), a la cabeza ("aturdido") y tres sin especificar a qué se aplican ("que pesa mucho", "obeso", "tardo o muy lento"), aunque entre estas últimas sospechamos que la de "tardo o muy lento" debe de referirse a movimientos.…  Seguir leyendo »

Lo oímos continuamente en los doblajes. Un héroe escindido entre el deber y la conveniencia exclama patéticamente: “Tengo que hacer lo correcto”. Otro se remuerde entre rejas: “No hice lo correcto”. Una madre advierte a su hija extraviada: “Harás lo correcto”.

Estamos también acostumbrados a leerlo en traducciones:

“La joven sintió una oleada de compasión por él, un hombre que se empeñaba por hacer lo correcto sin ayuda del poderoso priorato” (Ken Follett, Un mundo sin fin, Plaza & Janés, Barcelona, 2008, trad. de Rosalía Vázquez, Google Libros).

“… personas que pagaban sus facturas, ahorraban para su jubilación y hacían lo correcto” (Arianna Huffington, Traición al sueño americano, Taurus, Madrid, 2012, trad.…  Seguir leyendo »

Hacia (y un poco desde)

El mes de abril del año pasado me entretuve anotando algunas expresiones de nuestros ídolos de la telebasura, con especial atención a la predilección que muestran –según venía observando– por la preposición hacia. En el programa Sálvame de la tarde del día 5, Terelu Campos aclaraba: “Me estoy refiriendo a la labor de Carmen Janeiro hacia su sobrina, a la que adora”. Tres días después, en Gran hermano, la concursante Leti se dirigía a un compañero (¿o compañera?, no me acuerdo) reprochándole: “Tenías unos celos enfermizos hacia mí”. El día 24, el concursante Ígor, en El debate de Gran hermano, encadenaba: “Nadie en la casa ha escuchado jamás de mí una crítica o comentario hacia ti”; “He tenido buenas palabras hacia Miguel”; “Lo primero que recibes es un mal mensaje hacia lo que estás haciendo”; y la mejor: “Sentimental jamás he sentido nada hacia ti”.…  Seguir leyendo »

En inglés el sufijo correspondiente a nuestro -ica (bueno, este guión debería llevar una tilde encima, para indicar que es siempre sufijo de palabras esdrújulas, pero no sé hacerlo con mi Word) tiene una curiosa forma plural, -ics. Es un sufijo que encontramos en palabras que designan campos de estudio o actividad: así, en inglés “física” se dice physics; “aeronáutica”, aeronautics; “dialéctica”, dialectics; “política”, politics. A veces (acrobatics, athletics, dialectics) funcionan como plural (es decir, concuerdan con un verbo en plural: acrobatics are…), tal como uno esperaría; pero muchas veces (geriatrics, aeronautics, macrobiotics) se comportan como un singular (geriatrics is…); y en ocasiones (politics, economics), según la acepción, admiten un doble uso.…  Seguir leyendo »

Rana

(Atención: este L&L tiene banda sonora).

El taoísmo lo tiene muy claro:

“Cuando se tañe una campana, tintinea; cuando se percute un tambor, resuena” (Liu I-Ming y Thomas F. Cleary, Despertar al Tao, Edaf, Madrid, 2007, trad. de Rocío Moriones, p. 65).

Y Arturo Pérez Reverte también:

“Algunas veces se ponía siete aros juntos en una muñeca, semanario le parecía que se llamaban. Cling, cling. Lo recordaba por el tintineo” (La reina del Sur, Alfaguara, Madrid, 2002, p. 163).

Nosotros también creíamos que teníamos claro lo que era tintinear y lo que era un tintineo, de tanto leerlo en las novelas.…  Seguir leyendo »

En 1997, cuando arreciaban los rumores acerca de “una becaria” de la Casa Blanca a la que faltaba aún poner rostro, un periódico sensacionalista británico contrató a un skip tracer —un investigador privado especializado en rastrear el paradero de personas desaparecidas— para que la encontrase. Le dijeron que se llamaba Monica Lewinsky, pero no por qué la buscaban. El detective consiguió dar con su dirección, llamó para verificarla fingiendo ser un repartidor de UPS, y por la noche se enteró, por las noticias, del porqué de su misión. Este investigador, Frank M. Ahearn, fue el mismo que, en 2005, fue contratado para borrar el rastro de un recepcionista de hotel a quien el actor Russell Crowe tiró un teléfono a la cabeza.…  Seguir leyendo »

No sé cuándo empezó, pero hace ya más de una década que el lenguaje gestual ha incorporado, con un leve alzamiento de manos y rápida flexión de dos deditos, el signo de las comillas a su repertorio. Que yo sepa, es la primera vez que un signo de puntuación ha cruzado ese espacio, toda una conquista que seguramente envidian el guión o el punto y coma; y, aunque posiblemente no quepa considerarlo un triunfo de la cultura escrita, sí parece significativo que haya sido ese signo en particular, y no otro, el que haya dado el salto. El hecho de que se trate de un signo de puntuación -y no de una letra, como la V de victoria, o la O de okay- indica, por lo demás, un intrigante grado de sofisticación.…  Seguir leyendo »