Ante el final de ETA
El 6 de mayo de 2001 brillaba en Pau un cielo azul sobre el que se recortaban, majestuosas, las montañas con las últimas nieves del año. En el bulevar de los Pirineos, mis amigos de Erasmus y yo admirábamos la imponente cara norte del Midi d’Ossau y soñábamos con emprender nuevas ascensiones. Sentíamos una absoluta libertad. Éramos jóvenes, invencibles, quizás inmortales. Éramos, en definitiva, muy felices. Algo, no obstante, estaba a punto de cambiarlo todo. Las palabras brotaban confusas de la boca de mi prima. Se había producido un atentado de ETA en Zaragoza. Inmediatamente supe que mi padre había muerto, asesinado por quienes durante muchos años se arrogaron la facultad de disponer de la vida de tanta gente inocente.… Seguir leyendo »