Reformar la Constitución sin destruirla
Es una práctica habitual en las democracias modernas realizar periódicamente modificaciones en sus textos constitucionales. Por ejemplo, en Francia, a partir de 1992 y sólo en seis años, se llevaron a cabo media docena de reformas. Pero estas revisiones incesantes en casi todos los grandes países respetan escrupulosamente los principios esenciales y las normas básicas del sistema establecido. Se presentan como reformas del edificio jurídico-político, con el propósito de mejorarlo. Nunca son una embestida a los cimientos para destruir el modo de ser y de convivir que la Constitución formaliza.
Conforme transcurre el tiempo y se amarillean las páginas en que nuestra Constitución fue escrita, se pone de manifiesto que resulta oportuno y conveniente efectuar algunas modificaciones.… Seguir leyendo »