Manuel Olivencia Ruiz

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Manolo –me confesaba Alfonso de Cossio una mañana de la primavera sevillana de 1977 en la tertulia de “El Coliseo”–, he luchado años por traer a España una democracia y resulta que hemos traído una “efebocracia” de jóvenes guapos en la que yo no tengo nada que hacer». Alfonso frisaba los setenta y no era precisamente un adonis. Otro contertulio, Jaime García Añoveros, decía que la enemistad de Alfonso con Aranguren se debía a celos, porque era aún más feo que él.

Eminente catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Sevilla, una de las mentes más lúcidas que he conocido, el profesor de Cossío había militado en el ejército nacional durante la guerra, como oficial del Cuerpo Jurídico, con una hoja de servicios plena de méritos, ascensos y distinciones.…  Seguir leyendo »

He vuelto este verano a buscar la paz en Novo Sancti Petri, Chiclana; una paz perturbada por las olas de crisis, el paro, la prima de riesgo, los intereses de la deuda y los recortes, que han traído a mi memoria un artículo escrito para ABC, en este mismo lugar, hace tres años y medio, en la paz de la Epifanía de 2009, titulado « Recuerdos de Año Viejo a Reyes ( Sobre el plan de financiación de las autonomías) » . Merece la pena recordarlo.

Partía yo de una anécdota de don Ramón Carande, a quien un alumno ingenuo planteó en clase la cuestión de por qué el Estado no emitía más moneda, para repartirla entre todos los españoles y hacerlos más ricos, y la aplicaba al proceder del presidente Rodríguez Zapatero en una ronda con los presidentes de las comunidades autónomas sobre la financiación de estos entes.…  Seguir leyendo »

Asistimos a una revolución de las palabras. Los políticos, encargados de cambiar la realidad, se han dado cuenta de que es más fácil cambiar el lenguaje. Las palabras se convierten en «armas arrojadizas» en el debate político; desde el poder se impone un lenguaje «políticamente correcto» y se anatematiza todo desvío, por «antipatriótico», «agorero» o «catastrofista». Lo «correcto» políticamente no es servirse de las palabras para expresar la realidad, sino para esconderla; el lenguaje no se usa para entenderse, sino para faltar a la verdad o inducir a error.

Acabamos de presenciar una de esas batallas: crisis, desaceleración, recesión o depresión son términos económicos sobre cuya exactitud los contendientes no se ponen de acuerdo.…  Seguir leyendo »

Curiosamente, las vacaciones son un período de intensa actividad académica. Cierran universidades y academias, se interrumpe el curso regular; pero la ausencia de las aulas es ocasión propicia para la celebración de jornadas, congresos y cursos de verano, para encontrarse aquellos que, distantes en sus lugares de trabajo, coinciden en ocupaciones y preocupaciones. Pese a la revolución de las telecomunicaciones, la magia de la comunicación directa, sin medios ni intermediarios, sigue siendo fuente de intercambio de ideas, de conocimiento y de entendimiento.

El pasado julio ha sido para mí rico en esas experiencias. En Ceuta, el centenario de su Cámara de Comercio; en Oviedo, el Jurado del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades; en Viena, el Congreso de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (Uncitral), que celebró su 40º período de sesiones; en Boadilla del Monte, la Jornada conmemorativa del 150 aniversario del Banco de Santander, y en Galicia (Pazo de Mariñán), el curso de verano del Poder Judicial.…  Seguir leyendo »