Distopía transnacional
La sensación de seguridad es fácil de arrebatar. Es algo que sabe muy bien un autócrata como Aleksandr Lukashenko, que ha hecho de la intimidación y la represión una vía efectiva para aferrarse durante casi tres décadas al poder. El pasado domingo, al forzar con una falsa alerta de bomba el aterrizaje en Minsk de un Boeing de Ryanair que cubría la ruta Atenas-Vilna, cumplió dos objetivos: poner entre rejas al periodista de 26 años Román Protasevich (cuyo nombre habían incluido en la lista de terroristas al lado del Dáesh), junto con su compañera, la estudiante rusa Sofia Sapega, y enviar un mensaje a la disidencia y la diáspora bielorrusas propio de mafias y dictaduras: “Da lo mismo adónde vayáis, porque os atraparemos”.… Seguir leyendo »