Marta Rebón

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Protesta contra Lukashenko en Amsterdam.OLAF KRAAK / EFE

La sensación de seguridad es fácil de arrebatar. Es algo que sabe muy bien un autócrata como Aleksandr Lukashenko, que ha hecho de la intimidación y la represión una vía efectiva para aferrarse durante casi tres décadas al poder. El pasado domingo, al forzar con una falsa alerta de bomba el aterrizaje en Minsk de un Boeing de Ryanair que cubría la ruta Atenas-Vilna, cumplió dos objetivos: poner entre rejas al periodista de 26 años Román Protasevich (cuyo nombre habían incluido en la lista de terroristas al lado del Dáesh), junto con su compañera, la estudiante rusa Sofia Sapega, y enviar un mensaje a la disidencia y la diáspora bielorrusas propio de mafias y dictaduras: “Da lo mismo adónde vayáis, porque os atraparemos”.…  Seguir leyendo »

A estas alturas, con la cuarta ola, los árboles de cifras no dejan ver el bosque. Además, a veces oímos y leemos el número de contagios, la tasa de ocupación hospitalaria y el de incidencia acumulada casi con el mismo automatismo con el que seguimos los partes meteorológicos. Es natural, pues a fin de afrontar los grandes desastres, ya sea en el ámbito íntimo o a nivel gubernamental, hace falta una adaptación excepcional de la mirada. Para enfocar aquello a lo que urge dar respuesta inmediata hay que reducir el campo visual, tal como hacen cuando persiguen a una presa los depredadores, que para eso tienen los ojos juntos al frente de la cabeza.…  Seguir leyendo »

La activista asesinada Marisela Escobedo, con un cartel del presunto responsable de la muerte de su hija.AP

Querida Marisela Escobedo: el pasado diciembre, con motivo del décimo aniversario de tu asesinato, se encendieron 4.000 velas para recordarte frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua. Allí mismo una cámara de seguridad grabó el momento en el que un disparo te arrebató la vida. En el encuadre aparece el coche de tu ejecutor, que se detuvo donde habías acampado para pedir justicia por el feminicidio de tu hija a manos de su pareja. Tenía 17 años y, al nacer, le pusiste nombre de piedra preciosa: Rubí. De ella solo encontrarías unos huesos en un descampado donde se suelen tirar despojos de animales.…  Seguir leyendo »

Varios manifestantes levantan escobillas de baño en una protesta a favor de Navalni en Moscú. MAXIM SHEMETOV / Reuters

En ajedrez el gambito, que deriva de la palabra italiana gambetto (“zancadilla”), es una jugada consistente en sacrificar una pieza al principio de la partida en espera de obtener una ventaja futura. Es una táctica que no debe de ser ajena para Alexéi Navalni, cuyas dotes como estratega pocos niegan. Sin alternativas a Putin, se ha erigido como el único predicador en el desierto que cubre Rusia tras dos décadas de poder supremo del primero. Pese a su inferioridad de medios respecto al presidente, el opositor intentó hacer jaque al zar con su último movimiento: al perder la libertad nada más aterrizar en Moscú, después de sobrevivir a un desvergonzado envenenamiento, sus colaboradores difundieron en redes una profusa investigación sobre un fastuoso palacio a orillas del mar Negro, perteneciente al entorno del mandatario.…  Seguir leyendo »

El ser humano es el único animal que, al emocionarse, vierte lágrimas. Estas tienen una composición química distinta a las que asoman a nuestros ojos de forma refleja o para lubricar su superficie. Vistas a través de un microscopio, parecen mapas topográficos, ciudades avistadas por satélite, cristales de hielo. Su estado es líquido, pero a veces, dice un verso de Elizabeth Bishop, se deslizan por las mejillas “como un aguijón de abeja”. Son la prueba material de nuestra vida interior cuando se desborda. La singularidad de las lágrimas emocionales —un sofisticado refinamiento evolutivo— contrasta con otros rasgos humanos que conforman la complejidad de nuestra naturaleza, asombrosa y desconcertante.…  Seguir leyendo »

Cuando se dice que una palabra es intraducible, ¿lo es también la noción que designa? Según Nabokov, la ausencia de una expresión particular en el vocabulario de un idioma no supone necesariamente la ausencia de la noción correspondiente, pero dificulta su percepción. En ruso —le gustaba repetir al escritor en sus clases— hay dos palabras para “verdad”: pravda e ístina. La primera sería, grosso modo, una verdad cotidiana, cuestionable; la segunda, una suprema: “La luz interior de la verdad”, en palabras de Nabokov. Para tejer una realidad compartida, estas últimas son las esenciales. Que la paz es un valor fundamental a favor del cual merece la pena arriesgarse y hasta equivocarse —como afirmó Joxe Mari Korta, asesinado por ETA— es ístina.…  Seguir leyendo »

Pau Donés, en el hotel Praktik Metropol.Samuel Sanchez

Acudo a una sala de cine casi vacía —el público en los cines se ha desplomado— para mirar dentro de lo que no se suele ver. En la cartelera del que me queda cerca de casa se ofrecen un par de comedias, una película de ciencia ficción, otra de catástrofes… Y también Eso que tú me das, la última entrevista de Pau Donés. Dijo Albert Camus que la ficción es la mentira que usamos para explicar la verdad, pero en este documental se usa la verdad para contar lo que a veces sentimos como una ficción: la vida, oculta a menudo en un bosque de mentiras, o, por lo menos, de medias verdades.…  Seguir leyendo »

Nuestra enfermedad

Las enfermedades atacan las células del cuerpo. También las del lenguaje, las palabras. Destruyen la sintaxis. La dificultad de describir el dolor de forma coherente conlleva una soledad particular. En la consulta médica, las frases dubitativas del paciente salen entrecortadas. ¿Qué es prioritario comentar? ¿Y cómo? Cuando se necesita más lucidez, esta parece un privilegio inalcanzable. Son finalmente la jerga médica y el lenguaje técnico de pruebas y análisis, desprovistos de emoción, los que van al auxilio de la mudez del enfermo. La traición del cuerpo desconcierta, pues hace explotar esa burbuja de pensamiento mágico que se resume en el trillado “mañana será otro día”.…  Seguir leyendo »

Svetlana Alexiévich dedicó La guerra no tiene rostro de mujer —el primer título de su ciclo Voces de la utopía— al destino de las mujeres soviéticas que sirvieron en el frente durante la Segunda Guerra Mundial, cuyo número ascendió a 800.000. Sobre ese tema solo había libros de “hombres escribiendo sobre hombres”, y sus historias diferían de las que ella había oído contar en la aldea donde creció, cuando se formaban corrillos al atardecer, a las viudas y madres de hijos sacrificados en el conflicto bélico. Sus relatos, en los que no había “héroes ni hazañas increíbles, sino humanos involucrados en una tarea inhumana”, cuestionaban las mitologías patrióticas erigidas por los hombres, en las que se silenciaba a la otra mitad.…  Seguir leyendo »

Leo en un artículo de La Repubblica que, según un estudio de Oxford, el 45% de los ingleses cree que el coronavirus es un arma biológica elaborada en China para destruir Occidente. En periodos de crisis —no es novedad— suelen surgir ideas conspirativas basadas en el repudio a lo extranjero.

Si algo he entendido al estudiar idiomas es que las identidades y los conceptos no son monolíticos, sino mutables. Lo que en una lengua parece una verdad indiscutible en otra requiere matizaciones. Al cambiar de código lingüístico nos bañamos en las aguas de otro río. Y eso inocula un sano escepticismo consustancial a la razón plurilingüe.…  Seguir leyendo »

Si en los últimos años la polarización política ya había tensado las costuras de un buen número de democracias en todo el mundo, la pandemia, con su exigencia de una respuesta solidaria y cohesionada, ha añadido una prueba más de resistencia a los maltrechos trajes de algunos Gobiernos. Esto se hace especialmente evidente en el país donde me encuentro, Polonia, inmersa en la campaña electoral para las presidenciales del 28 de junio. Debido a las presiones, el partido gobernante se vio forzado a retrasar los comicios previstos para mayo, pero este aplazamiento fue acogido por la oposición confinada como una medida más bien favorable al Gobierno, con libertad de movimiento y una amplia cobertura mediática.…  Seguir leyendo »

Hijos de Safo

En estas últimas semanas hemos empezado a familiarizarnos con estampas que hasta hace poco nos habrían parecido insólitas: céntricas calles y lugares turísticos emblemáticos sin un alma, tanto en Europa como en Asia. Quienes llevan más tiempo en rigurosa cuarentena, confinados en sus domicilios, dicen sufrir insomnio, angustia y un opresivo aislamiento por ver coartadas su movilidad y sus rutinas, carcomidos por la incertidumbre. De repente, la amenaza de contagio global, según ha declarado Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud, nos ha sacudido devolviéndonos la imagen de un mundo tan interdependiente y globalizado como vulnerable: el mero hecho de que un país no cuente con un sistema sanitario robusto entraña serios peligros para los demás.…  Seguir leyendo »

A modo de despedida, sonrisa cínica incluida, el líder del Partido del Brexit, Nigel Farage, soltó en Bruselas esta bravuconada: “Les puedo prometer que, tanto en el UKIP como en mi partido, amamos Europa, pero odiamos la Unión Europea”. Y, con orgullo exacerbado, el adalid euroescéptico ondeó un banderín del Reino Unido, cuyo reducido tamaño parecía simbolizar cuál es, en realidad, su pretendida grandeza política. Habría podido recurrir a verbos como “discrepar” u “oponerse”, pero escogió “odiar”, en una sala desprovista de los colores de las banderas nacionales sobre las mesas de los europarlamentarios.

En estos días, en los que se ha conmemorado el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz, no está de más tener presente que la Europa contemporánea se recompuso sobre los escombros de un pasado totalitario.…  Seguir leyendo »

El cuerpo humano parece tener un error de diseño: nuestros oídos no están provistos con un sistema de protección similar a los párpados, como los ojos, para bloquear el paso de palabras nocivas. Será así porque es el sentido que, aun dormidos, puede salvarnos de un peligro. El reverso oscuro de esta función vital es que estamos continuamente expuestos al efecto erosivo de ciertos discursos. En especial a los que lanza la ultraderecha, una de cuyas tretas es, precisamente, la provocación mediante el lenguaje. Con cada mentira disfrazada, exabrupto o invectiva, los límites de lo éticamente soportable se ensanchan. Antes de dar el siguiente paso, sondean el umbral de aceptabilidad, y, si detectan la guardia bajada, conquistan otro palmo de terreno ante la impasibilidad general.…  Seguir leyendo »

Las películas, si son muy buenas, se salvan de caer en el previsible olvido cuando alguna de sus escenas se nos incrusta en la memoria. Suele ser la que concentra la esencia de todo el metraje. Días después de asistir al pase de prensa del último filme de Oliver Laxe —una historia de resistencia íntima de una madre octogenaria, Benedicta, y su hijo pirómano, Amador, en la Galicia rural— me asalta una secuencia de O que arde. Podría ser su hechizante apertura, en la que un bosque de eucaliptos sucumbe de noche ante una fuerza que percibimos por el estruendo de unos motores y la luz artificial de unos focos.…  Seguir leyendo »

La política es la seducción por la vía de la inteligencia. Tal vez esta no sea la definición ortodoxa que recogen los diccionarios, pero es la que me vale. Inteligencia, para defender con buenos argumentos propuestas en las que se cree, y no las que dictan los estrategas en la sombra o las redes sociales. Talento también, para saber leer el sentir y las necesidades de aquellos a quienes se gobierna o se aspira a gobernar. Perspicacia, para tejer proyectos a largo plazo. Aptitud, para entender qué es un Parlamento, un espacio plural de trabajo, no un plató televisivo en el que se rivaliza por el protagonismo.…  Seguir leyendo »

No sé ustedes, pero yo necesito como el aire el silencio de las bibliotecas. Su silencio adensado, lleno de palabras escritas, es singular. Los libros apostados en los anaqueles como muros defensivos parecen aislarnos de la realidad, pero nos devuelven a ella en cuanto abrimos sus páginas. Aprecio, también, el anonimato que ofrecen a los usuarios. En estos días, la Biblioteca Nacional de Portugal se ha convertido en el lugar donde el mundo desaparece en un ángulo ciego para mí, y viceversa.

En nuestra cultura de la hipervisibilidad, el deseo de desaparecer se revela cada vez más apremiante. No es tanto la avidez de un aislamiento hedonista, sino de poner a resguardo la propia voz.…  Seguir leyendo »

Junto al antiguo gueto de Roma, andaba con los ojos entrecerrados a causa de la cegadora luz de mayo cuando tropecé con una pequeña losa dorada puesta en la acera. Entre el gris del asfalto y el trasiego de viandantes, en su superficie de latón refulgían los rayos del mediodía, como una estrella fija en el suelo. Enseguida llamó mi atención sobre la suerte que corrió una antigua inquilina, Nella Montefiori, con un laconismo extremo: “Nacida en 1905· Detenida el 16.10.1943· Deportada a Auschwitz· Asesinada el 23.10.1943”. La diferencia de fechas entre el arresto y su muerte —una semana— sintetiza la eficaz maquinaria de la brutalidad: en un puñado de días, una joven maestra de Ancona pasó de caminar por la ciudad eterna a encontrar una muerte vil en un horno crematorio.…  Seguir leyendo »

Neus Català, superviviente del campo de la muerte de Ravensbrück

Las fotografías son el resultado de una ecuación en que se conjugan espacio, tiempo y luz. Sea cual sea el motivo que lleve a preservar un instante, todas ellas acaban por cobrar un valor documental. Quienes aparecen retratados dejarán de existir, pero las imágenes perdurarán como un recuerdo elegíaco. Neus Català, superviviente del campo de la muerte (y no de concentración, como se empeñaba en recalcar) de Ravensbrück, fallecida el pasado sábado 13 de abril, se fotografió alguna vez —como otro gesto más de resistencia en su biografía de lucha— sosteniendo el retrato que le hicieron cuando estaba presa, con el uniforme rayado y un número cosido a la solapa.…  Seguir leyendo »

Una vez vi un oso bailando en el centro de San Petersburgo. Recortado contra la fachada verde turquesa del Hermitage, el animal se movía erguido sobre sus cuartos traseros al son de las notas que su amo arrancaba a un instrumento. Meneaba la cabeza y el tronco a la espera de que los viandantes, por diversión o por pena, soltasen algún rublo. Esta atracción acabó por desaparecer, como tantas otras costumbres que se extinguen con los nuevos tiempos.

Para algunos de estos osos que coreografiaban su desgracia por la Europa Oriental, la caída del muro fue una bendición. Lo cuenta Witold Szablowski en Los osos que bailan: historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía (Capitán Swing).…  Seguir leyendo »