El que guardaba el secreto
En cuanto el papa Francisco salió al balcón solemne de San Pedro, sentí que algunos recuerdos personales pronto habrían de adquirir una nueva luz, un sentido nuevo. Esa sensación precisa que nos asalta cuando un evento mundial nos atañe particularmente, y que es como una cifra del paso del tiempo. Sentí también, a qué negarlo, el vértigo de la dinámica política argentina, que parece capaz de producir novedades indefinidamente.
Porque Francisco se me apareció en el balcón bajo la luz tenue del recuerdo, la que iluminaba apenas a un cura lateral, entrevisto en los pasillos oscuros de mis años de colegio secundario en Buenos Aires, y, al mismo tiempo, bajo su nueva luz manifiesta, la del actor político que habrá de ser en la escena argentina futura, por acción o por omisión.… Seguir leyendo »