Miguel Ángel Quintana Paz

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Despedirse de la clase media es costumbre que posee ya cierta raigambre. El propio Karl Marx estaba convencido, allá por el siglo XIX, de que el capitalismo acabaría depauperando pronto a la mayor parte de sus contemporáneos, con la sola excepción de un pequeño grupo de megarricos en la cumbre solitaria de la economía.

Muchos marxistas prosiguieron décadas después cultivando igual idea: que nos acercábamos a una sociedad con solo millonarios y pobres; la realidad, más perseverante que todos ellos, fue minuciosamente refutando su predicción.

De hecho, bien cabe considerar el siglo XX, en especial sus décadas centrales, como la era de esplendor de las clases medias.…  Seguir leyendo »

Es una cuestión desconcertante. Quizá echar un ojo a la historia de nuestro país arroje alguna luz.

Desplacémonos 75 años atrás, por ejemplo, hasta el final de la II Gran Guerra. En aquel momento cabían pocas dudas sobre cuál era el intelectual español vivo con mayor prestigio mundial: su nombre era José Ortega y Gasset. Eso sí, nuestro filósofo residía por aquel entonces en Lisboa, tras todo un periplo de huida de esa España republicana que, cosas de la vida, él mismo había contribuido a fundar.

Una vez acabada la contienda internacional, empero, Ortega vio llegado el momento de tornar. A la España de Franco.…  Seguir leyendo »

El ingenio español ideó la palabra “dictablanda” para denominar una etapa bien peculiar de nuestra Historia. Duró año y pico: desde la caída del dictador Miguel Primo de Rivera, en enero de 1930, hasta la proclamación de la II República española, dos abriles más tarde.

Hablamos de un periodo en que ni proseguía incólume el autoritarismo anterior ni se habían restablecido todas las libertades; un periodo en que gobernaron dos militares (Berenguer y Aznar) sin Constitución, pero intentando retomarla; un periodo que aún no era democracia, pero tampoco la dicta-dura de antes: dicta-blanda. Desde entonces se usa ese juego de palabras para todo régimen autoritario que se contiene un tanto a la hora de tiranizar.…  Seguir leyendo »

Voy a ir contra las leyes del suspense, que invitan a mantener la intriga hasta el final, y daré desde el inicio una respuesta clara: no, seguramente el coronavirus no cambiará nuestra manera de pensar.

Hablo así apoyándome en la experiencia. No hay indicios, por ejemplo, de que la terrible gripe de 1957, con su 1,1 millón de muertos, hollara en modo alguno la mentalidad de finales de los 50. De hecho, muchos la habrán olvidado ya.

Algo más famosa nos resulta la gripe de 1918, conocida en todo el mundo como "española", pese a no resultar aquí especialmente mortífera (hola, leyenda negra).…  Seguir leyendo »

Cuenta la anécdota que allá por octubre de 1917, mientras los bolcheviques urdían su inminente revolución, la iglesia ortodoxa rusa convocó un concilio. Ahora bien, lo que enardeció el debate de los padres sinodales no fue nada de lo que Lenin andaba tramando, sino otro asunto bien distinto: cuál debía ser el color de la sobrepelliz para su liturgia. Algunos insistieron, con notable vehemencia, que tal color debía ser blanco; otros, con aún mayor ímpetu, que cómo no decidirse por el morado. Mientras, a su alrededor, sucedían cosas que harían que el mundo ya nunca volviese a ser igual.

Uno de los dichos más famosos de Marx es el que sentencia que la historia tiende a repetirse, pero como farsa.…  Seguir leyendo »

Contra la transparencia

Julie es canadiense y no se llama Julie. Los autores de un reciente artículo en la revista Culture, Health & Sexuality han ocultado su nombre real porque Julie fue violada por tres hombres. Lo que hace el caso de Julie rocambolesco es que es ella la que podría ser acusada, según la ley canadiense, de haber abusado de sus agresores. ¿Cómo es así?

Es así porque Julie posee otro rasgo: es portadora del virus de inmunodeficiencia humano (VIH). Por consiguiente, podría desarrollar el sida o contagiárselo, de no adoptar las debidas precauciones, a quien mantenga una relación sexual con ella. Naturalmente, los violadores de Julie no tomaron acción preventiva alguna mientras la agredían.…  Seguir leyendo »

No resulta demasiado conocido, pero cuentan que el primer atasco en Broadway lo causó, hace 106 años, la conferencia de un filósofo. Para más inri, en francés. En efecto, allá por 1913 el parisino Henri Bergson llegó hasta Manhattan para difundir sus ideas, aclamado por periódicos como el New York Times o The Sun. Incluso las revistas de moda femenina se hicieron eco. Dos mil solicitantes intentaron acudir a parejo evento, aunque en la sala que se le asignó solo cabían quinientos. No fue un furor momentáneo: la marca que Bergson dejó en EEUU fue tan profunda que el propio presidente Wilson, acabada la I Guerra Mundial, se pondría a trabajar codo con codo con él para fundar la Sociedad de las Naciones, embrión de la ONU.…  Seguir leyendo »

De entre todos los éxitos que está teniendo la nueva derecha en Europa y América, el caso de Hungría seguramente merezca especial atención. En primer lugar, por tratarse de una de sus sedes más exitosas y desde hace más tiempo: Viktor Orbán lleva gobernando (si prescindimos de su anterior período en el poder, de 1998 a 2002, en que se confesaba democristiano) desde 2010, con tasas de un 48,9 % de los votos en su última y reciente reelección. En segundo lugar, porque es húngara una de las etiquetas con que este tipo de políticos se ha decidido a nombrar su propia ideología.…  Seguir leyendo »

Se podía esperar. Muchas nuevas candidaturas que han concurrido a comicios en nuestro país optaron por incluir en su denominación la fórmula “en común”, adherida al nombre de ciudad o comunidad correspondiente. Así, tuvimos Barcelona en comú, Cádiz en común o Bilbao en común. Hubo más acuñaciones y ninguna dejó de incluir en su lema el topónimo adecuado. Tal regla conoció una conspicua excepción. Cuando hubo que plantear una plataforma de ámbito estatal nunca estuvo en la mente de sus promotores denominarla España en común (la fórmula acabó siendo Unidad Popular en Común). Ciertamente, nada sorprendente. El nombre de España es impronunciable para un sector de la izquierda, que prefiere expresiones como “Estado español” o “este país”.…  Seguir leyendo »

Las recientes elecciones andaluzas han confirmado lo que algunos miembros de UPyD veníamos advirtiendo desde hace ya tiempo. Como breve homenaje a Casandra, permítaseme recordar que apenas en diciembre pasado éramos tan solo tres los miembros del Consejo Político nacional de mi partido que votábamos en contra de cómo estaba gestionando nuestro proyecto la actual dirección de UPyD. La votación no puede decirse que fuera apretada: ese órgano tiene 150 miembros y ningún otro, aparte de nosotros tres, vio problema excesivo en cómo marchaban las cosas.

No obstante, ahora, tras los pobres resultados del domingo 22 de marzo, en que UPyD no llegó a convencer ni al 2% de los votantes andaluces, parece que aquella percepción empieza a generalizarse entre la opinión pública, los afiliados e incluso señalados dirigentes (hasta cinco) que han dimitido de la dirección de UPyD.…  Seguir leyendo »