Mikel Arteta (Continuación)

La democracia desmemoriada

Dejó escrito Kant que nuestras disposiciones humanas sólo deben desarrollarse por completo en la especie, y no en el individuo. En otras palabras, la cultura (la experiencia atesorada por nuestros antepasados, sus reflexiones y descubrimientos) es la locomotora del proceso de civilización de la humanidad. No se avanzaría nada si cada generación tuviera que generar de cero los conocimientos que hacen posible cada porción de nuestra vida tal y como la concebimos: desde el fuego a la central nuclear, pasando por la electricidad.

Sorprende por eso lo rápido que, para los asuntos más relevantes, enterramos nuestros conocimientos. Me explico: si bien es cierto que conviene investigarlas y que facilitan nuestra vida, las leyes científicas, por definición, seguirán estando ahí las descubramos o no; ¿pero qué ocurre cuando se desconoce u olvida alguna ley social o determinado conocimiento teorético?…  Seguir leyendo »

Formuladas ya las preguntas del referendum catalán, repasemos algunos argumentos para deslegitimar una consulta que pone en jaque a España como Nación política; un hecho este último que refiere a la comunidad solidaria que nos vincula jurídica y políticamente.

1. Sobra reincidir en la manipulación identitaria del nacionalismo: a golpe de simposios, subvenciones, regulaciones e inmersiones, han levantado un sentimiento nacional, una nación étnica. Porque étnica es una nación histórica (o sea, que vive más en el pasado -o del futuro- que en su agónico presente) creada sobre algo tan gaseoso como el sentimiento; éste, al servicio de la demagogia, siempre es excluyente, pues siempre tomará a la parte por el todo.…  Seguir leyendo »

Porque España no es una nación étnica, el nacionalismo cree tener la puerta abierta para fundar su propia nación política. Análogamente oímos que, como no hay “pueblo” europeo, mejor sería no ahondar en el proyecto de Unión. Ciertamente, un Estado sin lengua y cultura comunes tendrá más difícil autogobernarse; pero idealizar estas hasta el paroxismo nunca fue buena idea. Ponderar justamente ambas carencias exige algunas aclaraciones.

Al usar torticeramente la imagen cosmopolita de círculos concéntricos, el nacionalismo restringirá la solidaridad a los suyos: tras familia, amigos y conocidos, al corazón solo le queHay que dar más peso al Parlamento y tener partidos supranacionales dará sitio para la “gran familia” de los connacionales, de aquellos que compartiendo una misma lengua conformarían juntos una particular visión del mundo.…  Seguir leyendo »

Las fronteras cierran arbitrariamente el alcance del demos, del sujeto soberano. La “soberanía nacional” es el poder indisoluble que, arrebatado al absolutismo, pertenece ya siempre a ese cuerpo ciudadano que va a autogobernarse. Y el buen ciudadano será quien asuma su inderogable responsabilidad como miembro.

Ciertamente, para que la arbitrariedad del cierre no afectase al autogobierno, el siglo XIX promovió la nacionalización estatal. Pero fue el proceso de desnacionalización, con el que acogimos democráticamente la diferencia, lo que abonó el campo para el desafío actual de nacionalismos periféricos: "la vieja frontera es arbitraria —dicen— porque nosotros, por compartir el rasgo distintivo X, somos una auténtica comunidad política".…  Seguir leyendo »