Racismos: el sutil y el explícito
Fue en un spa de ciudad con limpísimas piscinas de hidromasaje, olor a paz y tranquilidad, un oasis en medio del ruido. Yo estaba empapada de arriba abajo, venía de los vestuarios ya preparada para dejarme ablandar por las burbujas. Y no me di cuenta de que la encargada del lugar me miraba, pero cuando dejé las chanclas a un lado me habló: "Perdona", dijo, y por el tono de su voz ya vi que lo que seguiría no sería precisamente una disculpa. "Perdona, tienes que ducharte". Su nariz fruncida y la expresión de asco en su cara decían mucho más las palabras concretas que salían de su boca.… Seguir leyendo »