Una neblina silenciosa
La muerte voluntaria constituye un tabú desde tiempo inmemorial. En la Grecia clásica, se cortaba la mano del suicida y se enterraba aparte, y los funerales solían ser secretos y nocturnos, en un claro antecedente precristiano de la prohibición, adoptada en el medievo, de inhumar sus cuerpos en suelo sagrado. Se los trataba como a criminales. Sus cadáveres se arrojaban al muladar o se enterraban en las encrucijadas de los caminos o bien en lugares inaccesibles. Por así decirlo, estas prácticas constituían una especie de conjuro ante un acto considerado contra natura: si los dioses o el azar conceden el don de la vida, solo sería aceptable salir de ella por la misma puerta.… Seguir leyendo »