Pensar y debatir políticamente
Una de las manifestaciones de la degradación de la conversación pública en nuestras democracias liberales consiste en la sustitución del debate político basado en argumentos racionales por la apelación a los sentimientos de cada cual, como si estos fueran los que legitiman cualquier decisión o postura política que se adopte, dando por hecho que los sentimientos no pueden ser sometidos a escrutinio racional alguno, por lo que toda discusión sobre los mismos sería inútil. Algo que ocurre no sólo entre nuestros representantes políticos, sino incluso entre los ciudadanos, muchos de los cuales asumen que no merece la pena discutir de asuntos políticos con colegas, amigos o incluso familiares, dado que no van a cambiar de opinión independientemente de los argumentos que se esgriman.… Seguir leyendo »