Pedro Fraile Balbín

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Hace ya casi dos siglos que el joven Alexis de Tocqueville (1805-1859) se embarcó en el puerto de El Havre para explorar los Estados Unidos de América. No estaba interesado en el país ni en sus peculiaridades –de hecho, sentía, como buen francés, un cierto desdén paternalista hacia lo americano–, sino que fue a estudiar un fenómeno social nuevo, desconocido y sorprendente que empezaba también en Europa: la democracia, la transición desde un sistema jerárquico de relaciones basado en vínculos aristocráticos a otro basado en la igualdad entre todos. El objetivo de Tocqueville era analizar los orígenes de esta nueva forma de convivencia, los principios en los que se mantenía y el futuro que le esperaba.…  Seguir leyendo »

Los últimos años han visto crecer la presencia de lo emocional en la vida pública. Nunca habíamos estado tan expuestos al despliegue público del miedo, la culpa, la vergüenza, el amor o la tristeza. En lo que se ha denominado la era de las emociones podemos ver a gente conocida manifestando su llanto, sus tristezas o sus miedos. Pero lo más curioso es que en este nuevo entorno de sinceridad de lo emocional hay una emoción ausente, una emoción de la que, a pesar de estar muy presente, raramente se habla, y no es otra que el asco, el rechazo físico a cosas y personas.…  Seguir leyendo »

La economía populista

Entre engañar a todos una vez y engañar siempre a uno sólo, los políticos populistas han encontrado en las democracias redistributivas un compromiso cómodo y eficiente para mantener y aumentar el poder: engañar a una minoría lo suficientemente amplia que les permita controlar las instituciones democráticas bajo la falacia de que protegen a la gran mayoría de la gente frente a la minoría de los corruptos. La fórmula es antigua. Apareció con los 'naródniki' rusos del siglo XIX, pero fue el People's Party americano en 1892, el primero en utilizar el marco jurídico constitucional como referencia para argüir la auténtica 'americanidad' de los campesinos frente a las oligarquías industriales corruptas.…  Seguir leyendo »

El fisco europeo en el espejo americano

De la misma manera que Ulises se ató al palo mayor de su barco y tapó con cera los oídos de su tripulación para no dejarse seducir por los cantos de las sirenas y llegar felizmente a Ítaca, los países menos frugales de Europa, como el nuestro, cedieron parte de su soberanía económica –Tratado de Maastrich, 1992– para protegerse contra sus propias malas prácticas y no caer en la tentación del proteccionismo y la irresponsabilidad fiscal y monetaria. Algunos economistas bienintencionados de entonces supusimos ingenuamente que transferir la responsabilidad a Europa sobre la emisión de dinero, el tipo de cambio, los aranceles o las reglas de competencia iba a evitar los males autoinfligidos.…  Seguir leyendo »

Los regeneracionistas, otra vez

EL gran economista Thomas Sowell precisaba que no eran las teorías formales heredadas de economistas ya muertos –como predijo Keynes– las que controlan la acción de los políticos, sino los sentimientos, los marcos morales de referencia, los esquemas de valores y las creencias generales que se transmiten desde el pasado, y precisaba: «En este sentido, los mercantilistas aún ejercen una fuerte influencia en las creencias y actitudes en el mundo de hoy, siglos después de que fueran refutados contundentemente dentro de la profesión de la economía» ('Economía Básica', 2012). Más que un corpus teórico, el mercantilismo fue –y sigue siendo—un magma de emociones e intenciones morales que genera interpretaciones económicas pintorescas: la riqueza no es un logro individual sino un fondo social cuyo titular es el Estado y que se cifra en la cantidad de medios de pago que posea; el mercantilismo cree que la nación, no los individuos, son los protagonistas de la economía; que lo colectivo es moralmente superior a lo individual, que es poco relevante; supone que el comercio es un juego de suma cero porque la riqueza es una suma fija que no crece con el intercambio; y que la población ha de ser abundante y laboriosa, aunque no necesariamente próspera.…  Seguir leyendo »

Se atribuye a Winston Churchill, tras la humillante derrota frente al socialista Clement Attlee al final de la guerra, la idea de que la cosa más fácil del mundo es manipular a un pueblo que no sabe economía porque una ciudadanía ignorante tiende a votar de buena fe por la peor opción: planes que permiten a políticos corruptos manejar recursos públicos en beneficio propio. Sin embargo, Churchill se quedaba corto. Hay situaciones aún peores. Un electorado ignorante de los principios básicos que rigen la riqueza y la hacienda -o persuadido por promesas redistributivas- puede inclinarse por políticos aún más ignorantes que los propios electores o, para empeorarlo aún más, por políticos que los lleven a la ruina porque no sólo no saben análisis económico sino que éste no les interesa como objetivo de gobierno.…  Seguir leyendo »

Hubo un tiempo en el que las cosechas determinaban la dispersión de la riqueza. Un mal año agrario hacía más pobre a la mayoría campesina, el índice Gini se disparaba y la hambruna, al eliminar a los más humildes, restauraba el equilibrio igualitario. Todo eso desapareció con la industrialización, la modernidad, la extensión del sufragio y la fiscalidad redistributiva. Las diferencias de rentas pasaron a depender más de las diferencias de productividad, de la capacidad para acumular capital humano, de la habilidad para aprovechar las oportunidades de mercado y, sobre todo, del gigantesco esquema redistributivo de fiscalidad progresiva y subsidios que empezó a construirse con el cambio del siglo XIX al XX.…  Seguir leyendo »

Es un pequeño milagro de la democracia y de los mercados políticos abiertos que, aunque el bienestar general no quite el sueño a los gobernantes, estos tengan que preocuparse por la economía si quieren permanecer en el poder. Ha pasado siempre con políticos de todas las tendencias. Los conservadores estaban más familiarizados con las finanzas y la llevanza de los negocios pero, una vez dejado atrás el marxismo, también muchos de izquierdas asesaron en su visión de la economía. Con contadas excepciones, los ministros de finanzas socialistas europeos y norteamericanos han tomado decisiones más o menos sensatas, la política monetaria y los presupuestos no solían enloquecer aunque gobernase un izquierdista.…  Seguir leyendo »