Los enemigos del mundo libre
"Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!, y en Roma misma a Roma no la hallas…". Así cantaba Francisco de Quevedo a las ruinas de la civilización perdida. La querencia del peregrino estaba condenada a verse frustrada, porque Roma ya no estaba allí. La Ciudad Eterna había resultado no ser tal, sino temporal, transitoria. Las luces de aquella edad se habían apagado para siempre.
Cuando los historiadores estudiaron las causas del apagón, dieron en culpar a los bárbaros. Sin embargo, lo cierto es que las luces de Roma se habían fundido solas, nadie le había dado al interruptor desde fuera.
La comunidad académica de historiadores tardó siglos en reconocer a los romanos como culpables de la decadencia y caída de su civilización.… Seguir leyendo »