La enfermera
Antes las enfermeras eran monjas que llevaban unas alas blancas en la cabeza e iban con tanto sigilo que parecía que más que andar, volaban. Ahora las enfermeras perdieron las alas y sin ellas aprendieron a deslizarse por los pasillos interminables de las noches inacabables para acudir al timbrazo del paciente al que le apretó el ahogo, que necesitó la cuña, aquél al que le arreció la angustia de la vida que se le escapa.
No duermen las enfermeras a ninguna hora ni descansan; están al pie de la cama para lo que se le ofrezca a cualquier paciente que las llame; para secarle las lágrimas al alba.… Seguir leyendo »