La columna infame sigue en pie
A los jueces que, en 1630, condenaron en Milán a suplicios atroces a algunos acusados de haber propagado la peste con ciertos inventos tan toscos como horribles, les pareció que habían tenido un actuación tan memorable que, en la propia sentencia, después de decretar, además de los suplicios, la demolición de la casa de uno de aquellos desventurados, mandaron que en aquel lugar se elevase una columna que debería llamarse infame, con una inscripción que transmitiese a la posteridad la noticia del delito y de la pena. Y no se engañaron: aquel juicio fue sin duda memorable». Así empezaba Alessandro Manzoni, el autor de la célebre novela Los novios, su Historia de la columna infame, un alegato sin concesiones contra la tortura que publicó en 1842.… Seguir leyendo »