Rosa Pereda

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Hay que ver la tele. Y yo creo que hay que verla muy atentamente, porque en ese mundo virtual y paralelo están pasando cosas muy curiosas.

La penúltima semana de septiembre, al tiempo que se realizaba una contradictoria convocatoria a la huelga general -la derecha, la verdad, no sabía qué elegir, si el desgaste del presidente o el poderío de los sindicatos- y una no menos contradictoria cobertura de las primarias del PSOE, que parecen haber funcionado como una formidable campaña de los dos candidatos madrileños -quién no conoce ya a Tomás Gómez- asistimos al inicio de un experimento político: el lanzamiento de Belén Esteban, la princesa del pueblo, a la arena política.…  Seguir leyendo »

En los últimos seis meses, 39 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas, en España. En todo el año pasado cayeron 55. De estas 39, como de las otras 55, unas pocas habían denunciado malos tratos, por lo que se ve, con poca suerte o poca protección. De hecho, una de las últimas había visto cómo, 10 días antes, un juez consideraba insuficiente su petición de socorro. En un juicio rápido, posible gracias a la ley de violencia de género. Que duerma bien. El juez.

Nadie llega a acertar con un cuchillo de cocina sin haberlo esgrimido antes: denunciantes o no, las víctimas lo han sido después de una larga cadena de sufrimientos.…  Seguir leyendo »

Nunca nuestra cultura prohibió a las mujeres llevar la cabeza cubierta. El protocolo nos permite cubrirnos incluso en la mesa, cosa que a los varones no -bajo techo, ellos no-, y deja el control de esas cuestiones en manos de la moda.

Que las mujeres muestren el cabello fuera de casa es una marca de la modernidad. Es más, de la estricta modernidad occidental y laica. Sólo a partir del Concilio Vaticano II pueden las católicas entrar sin velo en las iglesias. Y llevar tapado el pelo sigue siendo norma en muchos ámbitos occidentales: en los quirófanos, en las cocinas, en muchas fábricas y laboratorios, en muchas órdenes religiosas.…  Seguir leyendo »

Yo creo que el obispo Sanz Montes se equivoca. Si yo fuera un purpurado tradicionalista, no tendría la menor duda: estaría a favor de los minaretes en Suiza, y también en España. En todas partes. Yo misma estaría bastante a favor, siempre que no me pusieran los altavoces (modernos) a cien metros de mi casa, porque el sonido de las dulces campanas (sin amplificar) está en mis recuerdos de infancia, y la salmodia del muecín es bella, muy bella. Como las campanas.

Una cosa estética. Pero desde la perspectiva del obispo... Yo creo que el obispo de Canterbury, Rowam Williams, estaba más en línea cuando proponía al Parlamento británico que las cuestiones de familia de los anglomusulmanes, que los hay, se pudieran regular en Gran Bretaña por la ley coránica.…  Seguir leyendo »

Lo nuevo después del Holocausto, me decía hace pocos días Reyes Mate, es la necesidad de incluir la memoria en el análisis. Y, me pareció entender, no sólo la facultad de recordar, sino los recuerdos mismos. Y eso, por dos razones: primero, para establecer los hechos. El recuerdo de la víctima, su sufrimiento, vuelve incontestable cómo fue que pasó lo que pasó. Particularmente cuando resulta inexplicable y sin razón, como en el caso del Holocausto, pero también de algunas otras realidades que, como los mundos de Paul Eluard, existen y están en éste. Es lo que pasa con las categorías del pensamiento, que como lentes focalizadas, cambian irremediablemente el sentido de la realidad que estamos analizando.…  Seguir leyendo »

Me acabo de quedar con una frase de una de esas que los chavales llaman pelicompresas, historias de amor, con una pizca de acción, unas gotas de melo, chico guapo, chica guapa y final agrifeliz. Ah, dirigidas a las mujeres -de ahí la calificación higiénica- de cualquier edad, necesiten o no los aditamentos mencionados.

La frase: "¿Te imaginas las pequeñas y continuas humillaciones?". Creo que puedo hacer un esfuerzo, pero ahora le toca a usted, lector de este periódico, que, según nuestro target, será un hombre, o una mujer, español de nacimiento o desde hace muchos años, con una cierta formación académica, o al menos con una autoformación suficiente; con un sueldo estable, aunque últimamente esté en cierto riesgo, o bien con una pensión asegurada por un par de lados.…  Seguir leyendo »

El reinado de Akenaton, en el antiguo Egipto, fue un extraño y alucinado paréntesis monoteísta en un mundo lleno de dioses. Una revuelta de los sacerdotes tradicionalistas, un golpe de Estado aparentemente incruento, y la muerte de Amenofis IV, el faraón carismático, fueron suficientes para que la familia imperial, o mejor, la reina viuda y monja, Nefertiti, y unos pocos seguidores del Dios único, se retiraran de la escena del poder y las cosas volvieran a ser lo que habían sido siempre. Pero la arqueología contemporánea confirma que aquel episodio fugaz y cerrado en sí mismo -esos 60 años tan singulares- dejó su rastro; que existe una relación íntima, de continuidad, entre aquella revolución y lo que ha sido y es un dato fundamental para entender la historia posterior de medio mundo: la instauración de las culturas bíblicas, las del Libro de Moisés, que se escribe justo allí y en esas fechas, hacia 1700 antes de Cristo.…  Seguir leyendo »

Hace pocos días, un conocido comunicador de la derecha, en uno de estos debates televisivos que sólo hay cuando gobierna la izquierda, tras decir "la jueza" con toda naturalidad, se desdecía: bueno, la señora juez. Y no digo que levantara la veda de las críticas a la ministra -y decimos ministra, y no señora ministro- que han llovido hasta el hartazgo. Abría, por así decir, esta vuelta a la pureza del idioma, mancillado por los femeninos de oficio con prestigio. Unos femeninos que siempre existieron en nuestra lengua, pero para nombrar otra cosa. La jueza era la señora del juez, y no la señora juez.…  Seguir leyendo »

Yo nunca fui particularmente leninista. Los trotskos de aquel entonces éramos más internacionales y menos bolches; ya se sabe que hubo una transacción histórica: tú te comes el internacionalismo proletario y yo olvido la democracia menchevique. Y como todos los comunistas saben, quedó cierta querencia en los trotskistas que ha facilitado nuestra conversión en socialdemócratas. Que era, finalmente, lo que éramos. Pero hay algo que siempre me gustó de don Vladimir: aquello de que la economía -la macroeconomía que diríamos ahora- debería entenderla una cocinera. Vale decir: todas las cocineras. Que de microeconomía entendemos.

Yo no debo de entender los datos.…  Seguir leyendo »

Que un perro muera de hambre y de sed es posible, no lo dudo. Que muera porque está atado, sin agua y sin comida, tiene un responsable. Y si muere porque está atado, sin agua ni comida, en una galería de arte, y esa pequeña muerte, pública y anunciada, se considera arte, entonces que me paren el mundo, que me bajo. El mundo del arte, digo, y el otro también.

Por supuesto, ya he firmado la carta pidiendo el boicot a este personaje cruel y patético invitado por lo peorcito a no sé qué bienal, tras una carta que recorre la red, y que me ha llegado de parte de varias galeristas serias, de las de ARCO y de las de fuera de ARCO.…  Seguir leyendo »

Los que me conocen, saben que no he sido nunca particularmente anticlerical, ni siquiera cuando era muy joven, que tenía sobradas razones. Soy agnóstica, y lo digo para dejar clarito desde donde parto, y ahora estoy apabullada, asustada, no sé...

Las religiones están de vuelta... ¡y cómo! Han vuelto a entrar en el análisis, por decirlo brutalmente. Y no como una cuestión antropológica, ni siquiera en el plano de las grandes preguntas que nadie puede dejar de hacerse y que tienen que ver con el sentido de la vida y con la presencia -o la ausencia- de Dios. No: las religiones han vuelto con lo mejorcito de lo suyo, y como sujetos políticos.…  Seguir leyendo »

Hay imágenes pringosas, que te persiguen muchos días hasta que consigues olvidarlas, y luego aprovechan cualquier oportunidad para volver. ¿Ves la de ese tío reventando a patadas a un chavalito en posición fetal? La pasaron por todas las teles, aunque al principio no hicieran hincapié en esa voz en off que, detrás del móvil-cámara, decía: "Esto va a valer oro".

¿Y la de esa mole rubia calzándole una patada monumental a la niña acurrucada en su asiento del metro? También pasó por todas las teles, y la imagen del bárbaro diciendo: "Estaba borracho, y punto". Hombre, estaría borracho, pero punto, no.…  Seguir leyendo »

En España tenemos un verbo compuesto nuevo, que significa un oficio también nuevo: ir por los platós. Una profesión muy rentable, parece, que consiste en exhibirse y exhibir vidas privadas de otros, ya saben, la materia de lo íntimo, que siempre resultó apasionante, desde las tertulias rurales de aguja en mano, a las porterías urbanas, que tanto tiempo dieron certificados de buena conducta. Y de mala. Porque se trata, claro, de malas conductas. Sexo, dineros, y más recientemente, drogas: la curiosidad insaciable se desplaza a lo prohibido, y lo del sexo se está quedando obsoleto.

Confieso que me cuelgo muchas veces de estos programas de plató, en los que veo algunas caras amigas a las que no renunciaré, y que me producen sobre todo perplejidad.…  Seguir leyendo »

Cuando yo era pequeña, el siglo pasado, los libros nos servían para todo. Lo que uno y otra estaban leyendo en aquel momento era el tema con el que empezábamos el tanteo previo al ligue, y encontrarse con gustos parecidos -aunque nunca consiguiéramos desplazar la sospecha de que el otro maquillaba sus aficiones con fines tan obvios; y nosotras mismas guardáramos secretitos lectores no diré que inconfesables, pero de menos tono cuando una era una intelectual en ciernes- encontrarse con los mismos gustos, digo, era un placer escandaloso. Una promesa de coincidencia personal para ya veremos qué.

Y si una era tímida, aunque supiera que, a partir de los treinta, serlo sería su responsabilidad y no la de su carácter, el libro te acompañaba, y además, decía quién eras.…  Seguir leyendo »

Entre los requisitos que piden en China a los que quieren adoptar un niño, además de certificados médicos y policiales, heterosexualidad probada y emparejada, y renta comprobable, hay uno como poco curioso: exigen menos de 40 en el índice de masa corporal, el IMC, o BMI si se prefiere decir body. O sea, que los gordos no son -no somos- buenos para padres.

Lo del IMC, que es un baremo decimonónico, se puso de moda con las pasarelas y la anorexia. La elección de chicas flaquísimas para exhibir las creaciones de cada temporada fue una idea de Christian Dior, cuando, en 1947, eligió por las calles de París a las adolescentes más hambrunadas de la recién terminada Segunda Guerra Mundial.…  Seguir leyendo »

¿Quién no ha dicho alguna vez que los verdaderos problemas que padecemos, desde la desigualdad a la violencia, no tengan su solución en la educación? Yo creo que en eso estamos de acuerdo tirios y troyanos. Otra cosa es el diagnóstico y localización de esos problemas, y de los culpables de esos problemas. Pero que la educación es el mejor resorte, el obligatorio, aunque sea lento y costoso, lo decimos todos. Para hablar de la lectura, del progreso, de los valores morales. De la paz.

A mí me gusta la iniciativa del Gobierno vasco presentada públicamente hace pocas fechas por su director de Derechos Humanos, Jon Landa.…  Seguir leyendo »

La paz, con tanta Numancia y tanta Massada para alimentar el imaginario del valor, es cosa de cobardes. De los que prefieren la transacción y el convencimiento; de las que, entre medio niño para cada una, y uno vivito y coleando para la otra, prefieren lo segundo. Yo nunca he entendido el juicio de Salomón, que terminaba como una novela rosa gracias a un prejuicio. Que la que robaba, además, mataba. Para mí, la que dijo qué horror, cómo van a cortar al bebé, era la cobarde que sólo quería un niño. La otra, a lo mejor, decía que su propio dolor, su propio odio, su propia propiedad -su propio hijo secuestrado-, o suyo o de la tumba fría.…  Seguir leyendo »

En el artículo que hace unos días firmaban esos caballeros de la paz que son Sami Nair, Shlomo Ben Ami y Mayor Zaragoza, y que era un auxilio socorro de urgencia, había un punto de partida que me conmueve. Si no pensamos en nuestros hijos, decían, si nos aferramos al pasado y al odio, no podremos construir esa convivencia que permita crecer a nuestros nietos. Y me pareció que tienen un coraje enorme, porque se atreven a tomar en cuenta esa punta sentimental, ese movimiento del alma que pertenece a lo privado e íntimo, pero que tiene que ver con lo que se quiere, en todas las acepciones de querer, y a ponerlo en relación con la lúcida disección política y con la definición de un programa factible.…  Seguir leyendo »

Cuando yo era pequeña, las niñas jugábamos a un juego. Se enfrentaban literalmente una niña, la madre sin hijas, y otra, con familia numerosa, y en una danza simple y cruel, a base de salmodia y elección, la madre sin hijas iba adoptando a las niñas excesivas del continente de enfrente, según sus preferencias. Era un juego demográfico y aleccionador, que ponía jerarquías entre todas nosotras. Primero las madres, líderes naturales. Después, las hijas más favorecidas por el deseo. Y luego las últimas, que nunca irían a buscar las llaves al fondo del mar, y que, si terminaban yendo, sería con un nombre espantoso, aceptado por la madre biológica para escarnio y befa de la adoptada.…  Seguir leyendo »

Casi al mismo tiempo, en el término de un mes, saltaron a las páginas de los periódicos tres asesinos de prostitutas. Uno en Atlantic City, la ciudad del juego próxima a Nueva York, otro en Suffolk, Inglaterra, y otro en Alemania, el camionero que había actuado en Cataluña y en Francia. Los tres son asesinos en serie, y los tres encuentran sus víctimas entre las mujeres que ejercen el oficio más viejo del mundo. Y el más peligroso.

Para los lectores del género policial, y los que vemos las series televisivas modernas, la cosa es casi banal. En la ficción, estamos acostumbrados a los asesinos múltiples, nada que ver con los sofisticados personajes de un solo muerto y con poderosas razones del género clásico, personalmente implicados con la víctima y beneficiados con su muerte.…  Seguir leyendo »