Sacha Llorenti Soliz

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Campesinas que cultivan coca y apoyan a Evo Morales lloran por la muerte de un hombre, quien dicen fue asesinado en las protestas en Cochabamba, Bolivia. (Marco Bello)

En Bolivia hubo un golpe de Estado. Atando cabos, nos damos cuenta que la Organización de los Estados Americanos (OEA) fungió de alfil en el tablero, dando estocadas en consonancia y dentro del cronograma de ese golpe, convirtiéndose en un factor que contribuyó terriblemente a la convulsión. Por otro lado, mucho menos debatible, queda claro que si la Policía y el Ejército —dos instituciones que administran el monopolio de la violencia estatal— dejan de obedecer al presidente y “sugieren” su renuncia, es una interrupción del orden constitucional: un golpe de Estado.

Los primeros síntomas de la crisis en Bolivia se evidenciaron antes de las elecciones presidenciales del 20 de octubre pasado, cuando diversas estructuras cívicas, políticas y universitarias, lideradas por los opositores Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa, iniciaron una campaña para desacreditar los comicios.…  Seguir leyendo »