Salvador Aguilar

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La crisis económica global ha desatado un caos. Fenómenos emergentes de conflictividad social muy variada proliferan por todos lados: huelgas generales, nuevos movimientos sociales y políticos, flash mobs y flash robs en Estados Unidos, el 15-M en España y otros indignados en Grecia e Israel, las revueltas árabes y, el pasado agosto, los "disturbios" británicos iniciados en Tottenham que hicieron estallar una crisis social de grandes dimensiones y diagnóstico incierto, algo perceptible en el desconcierto, político, mediático, de opinión pública, con que se abordó su tratamiento. Sin embargo, la ciencia social contemporánea hace tiempo que nos dio las claves adecuadas para captar su naturaleza y nos advirtió sobre los orígenes de "patologías sociales" como las que resurgieron hace pocas semanas en Reino Unido.…  Seguir leyendo »

La crisis global que irrumpió en 2007-09, a pesar de sus efectos devastadores, nos ha permitido saber dónde estamos. Albert Hirschman y James Scott vaticinaron que, enfrentados con grandes malestares, como es el caso de una crisis capitalista, los individuos tendemos a reaccionar por medio de un abanico limitado de respuestas. Usamos la voz para protestar, ya sea mediante la acción colectiva o el voto. Hasta el presente, el uso de la protesta ha sido moderado: un puñado de grandes huelgas generales (en Francia y Grecia), algunas manifestaciones multitudinarias (Berlín, Londres, Madrid y Barcelona), acoso a instituciones significativas (G-20, OTAN) y una revuelta social de gran calado en Grecia.…  Seguir leyendo »

Con la manifestación de la AVT en Madrid del 24 de noviembre fueron ya 21 los episodios de protestas de masas en la calle protagonizados por la derecha española desde enero de 2005. Lo menos que puede decirse es que estamos ante un fenómeno insólito: por su envergadura, su persistencia, su carácter poco común en términos comparados y su desmesurado impacto en la vida política. Sin embargo, la manifestación en sí no tiene nada de insólito en las democracias europeas modernas, que la consideran como un correctivo legítimo de la expresión electoral y un derecho político inalienable. ¿Por qué considerar entonces insólita su práctica reciente por un determinado sector político español?…  Seguir leyendo »