Santos Juliá (Continuación)

Nacionalizar el pasado

Era 30 de abril de 1937 y un joven historiador catalán, Jaume Vicens Vives, decidió enviar a Manuel Azaña, “primer ciudadano de la nación”, un libro que recogía el “modesto fruto de mis últimos trabajos”. Escribía Vicens, apenas una semana antes de que en Barcelona estallara una guerra civil catalana dentro de la Guerra Civil española, que con aquel libro solo había pretendido contribuir desde su “posición de trabajo al esfuerzo colectivo que hoy realizamos todos los españoles —entre los cuales cabe contar a nosotros, los catalanes— para asegurarnos un porvenir, rico en promesa de libertad y cultura”. Y añadía que la obra que tenía el honor de ofrecer al presidente de la República era “hija directa de su política y de la comprensión que V.…  Seguir leyendo »

Catalanes en España

Fue ayer, aunque parece cosa del siglo XIX, cuando imperaba en Cataluña lo que Josep M. Fradera definió con toda exactitud como sentimiento de doble pertenencia: España era la nación y Cataluña, la patria de los catalanes. Y fue ayer, en abril de 1976, cuando Jordi Pujol, con ocasión de su primer viaje a Madrid como líder de Convergència Democràtica, dejó en un discurso pronunciado en el Ateneo una nueva y diferente versión de aquella doble pertenencia: “Queremos, ante todo, ser catalanes, y queremos de parte entera, desde nuestra catalanidad, ser españoles”. España, añadió, “es para nosotros un país plurinacional. Y consecuentemente, Cataluña es, dentro del Estado español, una nacionalidad”.…  Seguir leyendo »

Las nuevas izquierdas y el régimen del 78

La incapacidad de las izquierdas realmente existentes de dar una respuesta propia, identificable como de izquierda, a la crisis económica que se precipitó sobre España en 2008, sumada a la crisis de representación que sacude a las democracias en toda Europa y fuera de ella, acabaron por desplazar, desde mayo de 2011, del Parlamento y de los partidos a la calle el escenario primordial de la política. Nada original, por lo demás: todas las revueltas y revoluciones que han subvertido el orden impuesto en los Estados de nuestro tiempo han germinado en las calles, lugar de la barricada desde la que se defendían las posiciones conquistadas en la ciudad y se emprendía la marcha hacia la conquista de los palacios emblemas del poder.…  Seguir leyendo »

Destruir el recuerdo del ‘mal radical’

El horror de los campos de exterminio consistía, según nos enseñó en su magistral lección sobre el totalitarismo Hannah Arendt, en el hecho de que los reclusos, aun en el caso de que conservaran la vida, estaban más efectivamente cortados del mundo de los vivos que si hubieran muerto. Era como si se hubiesen convertido en material desechable, superfluo, destinado a la liquidación, como si nunca hubieran existido. En eso consistía lo que Arendt, tomando el concepto de Kant, pero llenándolo del contenido de una experiencia vivida, de una vivencia propia, llamó el mal radical, el lugar de la dominación total, quintaesencia del totalitarismo, masas humanas encerradas en campos de concentración, sometidas a la peor tortura imaginable: vivir como si ya hubieran muerto.…  Seguir leyendo »

Nunca unas elecciones municipales y autonómicas han despertado tan elevadas expectativas y han provocado tan profundas incertidumbres como en esta ocasión: tanto es el renacido interés por la política y tantas son las dudas suscitadas por los nuevos partidos y plataformas cívicas que parecería como si estuviéramos, no ante unas elecciones de ámbito local o regional, ni siquiera ante unas generales, sino ante unas constituyentes. Cierto, nada que ver con 1977, pero todo sucede como si, agotado lo que entonces nació a la vida política, nos encontráramos en el trance de romper con el pasado para marcar un nuevo comienzo.

Para percibir cómo hemos llegado hasta aquí, no será inútil recordar que si alguien hubiera resumido en 2008 las tres primeras décadas de esta democracia española, habría presentado un balance en el que los logros destacarían más que los fracasos: una sociedad más libre e igualitaria, más permisiva y tolerante; unos bienes públicos saneados y disfrutando del aprecio general; una democracia lejos de todo aquello que en otras épocas fue su ruina; sin rastro de militarismo, con el clericalismo de capa caída; sin partidos antisistema, con instituciones legitimadas ante la gran mayoría de ciudadanos; con el terror de ETA derrotado y, para colmo, en Europa y con un sistema en el que dos partidos aseguraban estabilidad a los gobiernos.…  Seguir leyendo »

Todo llega en la vida: si encuestas y barómetros no engañan, el sistema de partidos sufrirá de aquí a dos semanas, por la libre voluntad de los electores expresada en las urnas, una notable convulsión. No ha sido precisa la reforma de la ley electoral, tan denostada como ley candado, para que cuatro partidos vayan a disputar la posibilidad de entrar en Gobiernos municipales y autónomos partiendo de posiciones no tan cercanas como algunos temían, pero tampoco tan lejanas como otros soñaban. Comenzará así la cuarta fase de un sistema que ha conocido un profundo trastorno con el hundimiento de UCD y del PCE al final de los años de transición a la democracia; la consolidación, bajo la hegemonía del PSOE, de un sistema de partido predominante durante la década de los ochenta; la inauguración del antes celebrado como muy europeo y ahora considerado abominable bipartidismo, cuando iban mediados los años noventa; y, en fin, este anhelado pluripartidismo, que se anuncia para dentro de 15 días y que acabará por consolidarse, si ninguno comete algún error letal, hacia finales de año.…  Seguir leyendo »

Del desprecio al experimento

Aunque han pasado muchos años, no quedan muy lejos todavía aquellos días en que los socialistas llegaron, por vez primera en solitario, al poder en España. Si, por error, alguien felicitaba a uno de ellos y se felicitaba de que al fin el Gobierno estuviera en manos de unos políticos muy diferentes a lo hasta entonces conocido, la respuesta no se hacía esperar: ojo, no te confundas, yo no soy un político. Los nuevos ministros no querían ser identificados como políticos. Se comprende, pues, que una exmagistrada designada por un recién creado partido político como candidata a la alcaldía de Madrid, afirmara en su primera declaración tras aceptar la nominación que a ella la política no le gusta.…  Seguir leyendo »

Como ya advirtió Max Weber, con aquella fuerza sintética que siempre caracterizó su escritura: “Toda organización de la salvación en una institución universalista de la gracia se sentirá responsable de las almas de todos los hombres, o al menos de todos los que le han sido confiados, y por ello se sentirá obligada a combatir, incluso con violencia despiadada, toda amenaza de desviación en la fe”. Nada sobra, nada falta: la organización de salvación en instituciones universalistas, esto es, la clerecía, si puede, recurrirá a la violencia despiadada: tal es la ley que atraviesa todas las historias de las religiones de salvación hasta que un poder civil, que no construye su legitimidad en la lectura de ningún libro sagrado, es capaz de reducir la religión al ámbito y al espacio que le son propios: la comunidad de creyentes y el templo.…  Seguir leyendo »

Tuvieron la gran ocasión de mostrar al público que ellos están hechos de otra madera, que aspiran al poder, sí, como cualquiera de los miembros de la casta a la que tanto desprecian, pero que, desde el poder, cuando a él lleguen, rendirán cuentas a la gente de todo lo que desde el poder realicen. Esta es la bandera que la nueva generación de políticos, procedente en buena medida de la docencia en universidades y centros públicos, tendría que haber levantado como signo de que se dispone a, y es capaz de arramblar con un sistema corrupto. Lamentablemente, a las primeras de cambio, han mostrado que para ellos y ellas el rendimiento de cuentas tiene el mismo valor que ha tenido durante los últimos años para los viejos políticos, es decir, ninguno.…  Seguir leyendo »

Venimos de un Estado pobre, menesteroso, por no decir miserable, más que endeudado, en permanente bancarrota desde la guerra de la independencia hasta la guerra de Cuba. En medio, guerras civiles entre liberales y carlistas y, después, los continuados desastres de la guerra de Marruecos, que prolongaron la situación de quiebra hasta bien entrado el siglo XX, cuando “pacificado” el protectorado marroquí, una enésima rebelión militar, con su secuela en forma de revolución obrera y campesina, arrasó de nuevo al Estado dejando aquella espantosa ruina que fue la herencia recibida por quienes penamos la suerte de nacer en los años del hambre.…  Seguir leyendo »

Alegato por una reforma de la Constitución

No goza de buena fama la Constitución de 1978: en el mejor de los casos, se dice de ella que fue resultado de un compromiso apócrifo, por haber aplazado a un incierto futuro la resolución de los conflictos que dividían a las fuerzas políticas en torno a las candentes cuestiones de distribución territorial del poder; en el peor, se achaca la generalización de las autonomías y la negativa a acometer la construcción de un Estado federal al miedo a las guerras del pasado y a los sables del presente, a la obsesiva exterminación de la memoria, a la renuncia o traición a los principios, a la persistencia o resabios del franquismo y otras lindezas por el estilo.…  Seguir leyendo »

¡Qué gran ocasión perdida! ¡Cuánto capital dilapidado! Y eso que todo se había preparado minuciosamente para marcar con piedra blanca el momento inaugural de un mandato arrasador. Cierto es que algunas prácticas políticas muy recientes no presagiaban nada bueno: la autoselección de los mejores como núcleo fuerte de poder bajo la apariencia de equipo técnico; la elaboración de las ponencias por una vanguardia sólidamente establecida en la cumbre de la organización al más puro estilo bolchevique; el sistema de votación de las tres ponencias en bloque, sin resquicio para la discusión o la enmienda de sus contenidos ni para dar el voto a una y negarlo a otra; el ostracismo de los perdedores, empujados a los márgenes por el elocuente mandato de echarse a un lado.…  Seguir leyendo »

El presidente de la Generalitat en el exilio Josep Tarradellas pronuncia su discurso de regreso en la plaza Sant Jaume de Barcelona; fue cuando dijo aquel célebre 'Ja sóc aquí', en octubre de 1977. EFE

El pleito de Cataluña es la nacionalidad”, afirmó Francesc Cambó en la fiesta de la Unidad Catalana, organizada el 21 de mayo de 1916 en el Palau de la Música de Barcelona para celebrar el triunfo de la Lliga Regionalista en las recientes elecciones legislativas. “Cataluña”, añadió, “sabe lo que es la nacionalidad, tiene conciencia de ella y quiere el derecho a regir su vida. Queremos el régimen de nuestra vida interna, sin odio a nadie, pero con tal intensidad que combatiremos sin tregua todo lo que se oponga a nuestro paso”.

El combate había comenzado alrededor de 30 años antes, cuando una élite de burgueses, profesionales e intelectuales catalanes salió a la palestra negando el supuesto sobre el que los liberales trataron de construir un Estado desde los tiempos de guerra contra el francés: la perfecta adecuación entre Estado unitario y nación española.…  Seguir leyendo »

Corrupción como quiebra del Estado

"Lo que fue, eso será”, decía el Cohelet, hijo de David, rey de Israel: “Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo bajo el sol. Hasta una cosa de la que dicen: mira, esto es nuevo, aun ésa ya fue en los siglos anteriores a nosotros”. La naturaleza humana, que dicen otros, o la fuerza de las cosas: cuando se trata de dinero y de poder o, más bien, de las tramas tejidas entre dinero y poder, lo que hemos visto, eso mismo es lo que vemos y veremos. Y lo que hemos visto desde que perdimos la inocencia es corrupción, que durante largos años ha campado por sus respetos sin temor a que una reacción airada de la opinión pública hiciera morder el polvo a los corruptos: saberlo todo de las tramas de corrupción no ha impedido que los partidos de ellas responsables repitieran mayoría absoluta en convocatorias electorales.…  Seguir leyendo »

En los días del gran engaño

"De Pujol se podrá pensar que ha sido un mal banquero, que es de la derecha camuflada o que es feo, pero nadie, absolutamente nadie en Cataluña, sea del credo que sea, puede llegar a la más leve sombra de sospecha de que sea un ladrón”. No, esto no lo dijo ningún paniaguado de Pujol ni ningún beneficiario de alguna concesión al 3%; esto lo escribió Manuel Vázquez Montalbán para expresar la mezcla de estupor e indignación que le produjo la querella interpuesta en mayo de 1984 por la Fiscalía del Estado contra Jordi Pujol y otros 24 consejeros de Banca Catalana por apropiación indebida y falsedad en documento mercantil.…  Seguir leyendo »

¡Todavía la Transición!

Al principio no fue la Transición sino un periodo o proceso de transición. Al principio quiere decir hace muchos años: de la búsqueda de una mediación que pusiera fin a la Guerra Civil estableciendo un “régimen de transición”, habló Manuel Azaña, presidente de la República, desde 1937; un “periodo de transición” reclamó para España en 1946 el que fuera presidente del Gobierno de la República, Francisco Largo Caballero, y, con idéntica expresión, José María Gil Robles e Indalecio Prieto firmaron en el exilio un acuerdo con el propósito de impulsar en 1948 la intervención de las potencias democráticas que pusiera fin a la dictadura.…  Seguir leyendo »

Una tradición inventada

Entre los males que de un tiempo a esta parte se achacan al proceso de transición política a la democracia iniciado en julio de 1976 ocupa un destacado lugar lo que el portavoz de la Izquierda Plural evocaba hace unos días en el Congreso como “renuncia de tanta gente a tantos sueños y tantas convicciones, hasta aceptar un monarca designado inicialmente por el dictador”. Basaba Cayo Lara la legitimidad de la convocatoria de “un referéndum para que el pueblo decida su destino” precisamente en “todas esas renuncias en la Transición para que la democracia saliera adelante”. Al cabo de 35 años, Izquierda Plural tiene claro que los males que afectan a la democracia española proceden de aquellas renuncias en mala hora consentidas por los partidos que fraguaron el pacto constitucional y entre los que nadie diría hoy que el comunista haya desempeñado un papel fundamental.…  Seguir leyendo »

Escribía Julien Benda en 1927 que uno de los grandes títulos del siglo XX en la historia moral de la humanidad habría de ser el de “siglo de la organización intelectual de los odios políticos”. Achacaba Benda ese dudoso honor al hecho de que un gran número de intelectuales había desertado de los valores universalistas de la verdad, la justicia y la razón para ponerse al servicio de la pasión particularista de la nación. La fascinación que sobre los intelectuales ejercía aquella pasión nacional constituía, según titulaba Benda su célebre panfleto, La trahison des clercs.

La traición comenzó pronto, desde el mismo momento en que cientos de intelectuales saltaron a la escena pública en defensa del honor de Francia frente a quienes habían firmado la acusación contra la injusta condena, sostenida en una mentira, del capitán Dreyfus por un tribunal militar.…  Seguir leyendo »

España era el problema, Europa la solución

Cuando Ortega alumbró la memorable ocurrencia que encabeza esta página, todavía resonaban los ecos de “aquella literatura revuelta, tumultuaria, a trechos estimulante y cáustica, a trechos deprimente y narcótica como el vaho de cloroformo en las enfermerías”, de la que Miquel dels Sants Oliver levantó el primer y casi definitivo balance en 1907. Oliver la bautizó como literatura del desastre, aunque no todo en ella fuera canto de añoranza ni adoptara el tono elegiaco propio del finis Hispaniae. Por ejemplo, que España, si quería salir del estado de postración en que había caído tras el desastre de 1898, tendría que europeizarse: “Queremos respirar el aire de Europa” fue el grito que se elevó de la primera asamblea de productores animada por el ardiente corazón de Joaquín Costa.…  Seguir leyendo »

Tantas naciones floreciendo…

Las naciones —escribió en 1968 el eminente historiador de la España moderna Antonio Domínguez Ortiz— no son, se hacen. Si lo escribiera hoy, mejor que se hacen, diría se construyen, en adaptación literal de la crecida bibliografía sobre nation building en la que navegamos durante los últimos 30 años. Una tarea esta, la construcción de naciones, propia del liberalismo romántico del siglo XIX, llegada a su primera apoteosis con el nacional-imperialismo —británico, francés, alemán, ruso— que arrastró a Europa a su Gran Guerra, y alcanzada la cima con el nacionalsocialismo y el fascismo, religiones políticas que desencadenaron la segunda guerra grande.…  Seguir leyendo »