
Se acabó la fiesta
En febrero de 2017, ANC y Òmnium convocaron protestas en las que afirmaron que se había acabado la fiesta y era hora de los sacrificios personales. Esa declaración retórica se ha convertido en una profecía autocumplida. El auto de procesamiento dictado ayer por el magistrado Llarena imputa a 20 personas delitos de rebelión, desobediencia y malversación, en un proceso que puede terminar -para algunos de los implicados- con condenas muy graves.
Pero haríamos bien en diferenciar entre los irresponsables y gravísimos hechos que configuran un indiscutible intento de golpe de Estado, y su calificación jurídico-penal. El proceso penal, como construcción racional, exige un discurso sujeto a sus propias reglas y técnicas, que ahorme jurídicamente una descripción de parte de la realidad.… Seguir leyendo »