Valentí Puig (Continuación)

Tantas cosas provienen del resentimiento que la generosidad intelectual ya se considera como parte de una patología. Las cosas bien hechas -la obra de arte, la acción, el destino- merecen tan solo el desprestigio y la displicencia. En sus lecciones en el Colegio de Francia sobre la intelectualidad europea, el sociólogo alemán Wolf Lepenies indica que el hombre es el ser que crea orden y lo destruye al mismo tiempo, una producción y destrucción de orden que no se circunscribe a su propia especie sino que se universaliza y abarca la Tierra entera. Por eso la utopía y la melancolía son dos polos de atracción, empeñados en el orden, decididos a rehuirle: por eso -dice Lepenies- el intelectual se queja del mundo, y así surge el pensamiento utópico o, al negarlo, la melancolía se presenta.…  Seguir leyendo »

El joven actor aficionado que fue Tony Blair acaba de representar el papel más largo y elocuente de su vida. Pronto tuvo la pieza teatral que un profesor llamado Anthony Giddens le escribió para estrenarla como «Tercera Vía». Blair había comenzado con vuelos de Peter Pan hasta llegar a creerse el papel de Winston Churchill. Quiso tener unas horas de grandeza en un mundo que confunde la serenidad con los efectos de un tratamiento ansiolítico. Se marcha con cierta impopularidad, descalabrado por las elecciones municipales pero con la tarta de celebración de un acuerdo en el Ulster.

Predecesores suyos en el liderato laborista -Kinnock, Smith- le allanaron el camino para quitarse de encima el lastre sindicalista y los vestigios de un neutralismo que durante tiempo incapacitó para ejercer el poder a los herederos del fabianismo.…  Seguir leyendo »

El sueño regresivo del gran califato impone la desaparición de la autonomía individual y, en último extremo, convierte al ser humano en arma contra la humanidad, con un cinturón explosivo o al volante de un camión cargado de dinamita, destinado a destruir vidas humanas y todo elemento de convivencia que se oponga al totalitarismo jihadista. Sustituir las catedrales por las mezquitas, la libertad por la sumisión coránica, el Estado de derecho por la «sharia», la tolerancia occidental por la intransigencia en casa, el derecho internacional por la «jihad», la emancipación de la mujer por los modos de la esclavitud, son objetivos cuya enumeración hace unos años sólo hubiese provocado incredulidad.…  Seguir leyendo »

Del 11-M al atentado de la Terminal-4 algo ha estado alterando el tono de la vida pública española y aunque, fuese indefinible, lo que se constata es que su efecto es como una herrumbre muy preliminar, como una sorda incitación a procesos -aún remotos y ciertamente remediables- de deterioro y discordia. Sobreviene en un período de crecimiento económico ininterrumpido. Si en aspectos desventurados sintoniza con otros procesos en la vida europea, su naturaleza es más bien autóctona y deriva de los males de la patria. España aparece como indispuesta consigo misma y la causa es ETA. ETA querría someternos a la tiniebla de un zulo.…  Seguir leyendo »

La izquierda hace un tiempo que ya no existe como agente racional de la política, arramblada por las corrientes de la globalización, superada por la diversificación de lo real, destronada por el fin de las utopías. Lo que sobrevive es la retórica de izquierdas que generalmente ha sido imaginativa y persistente, como hoy mismo logra prolongar la ficción de su existencia esquematizando al enemigo al catalogarlo -para descatalogarlo- como neoliberal. Caídos los pedestales ideológicos, la izquierda existe únicamente por saber contra qué está. Esa izquierda descaminada agita sus estandartes en pleno decorado fantasmagórico de inicios de siglo, canta sus viejos himnos con la afonía de quien ya no cree pero precisamente alza la voz para aparentar y creerse que cree.…  Seguir leyendo »