Ava DuVernay no competirá por un Oscar, pero será su noche

Ava DuVernay no competirá por un Oscar, pero será su noche
Illustración por Ian Woods; fotografía por Kwaku Alston / Getty Images

Ava DuVernay no está nominada a un Oscar este año, pero la noche de premios quizá seguirá siendo satisfactoria para la aclamada directora: ha participado o promovido activamente cinco películas nominadas a los premios, obras que abarcan varios géneros y que nos llevan desde la Rajastán rural hasta el centro del sur de Los Ángeles.

En un año con una de las listas de nominados más diversas de la historia, la influencia de DuVernay es inconfundible. Tras un tiempo relativamente breve en la industria del cine —menos de una década—, DuVernay se ha convertido en una poderosa defensora de los cineastas jóvenes y talentosos, en su mayoría negros. Poco a poco, está construyendo el Hollywood que quiere ver.

No es fácil cambiar las normas arraigadas en ninguna industria. Sin embargo, ser una forastera que ha llegado a una posición de poder ofrece una perspectiva particular. En lugar de luchar por tu puesto en la jerarquía dando puñetazos hacia abajo, puedes aumentar tu influencia tendiendo la mano.

“Creo que dentro de 20 años tendremos una generación de cineastas de color que habrán llegado a donde están gracias a Ava”, opinó Kris Bowers, compositor y cineasta negro de 32 años, uno de los protegidos de Duvernay que codirigió el Op-Doc del Times A Concerto Is A Conversation, nominado al Oscar este año. (Yo ayudé a producir la cinta para el Times). “Ella se ha acercado a nosotros y nos ha dicho: ‘Puedo ver en ustedes lo que no pueden ver por sí mismos —o tal vez sí lo ven, pero todavía no lo están explorando— y voy a darles las herramientas para crecer y prosperar’. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba eso”.

A menudo, el trabajo equivale a un segundo empleo no remunerado para DuVernay: firmar películas como productora ejecutiva, promocionar a los cineastas más jóvenes en sus propias plataformas y organizar eventos con el fin de prepararlos para el éxito. El año pasado, DuVernay se convirtió en consejera directiva de la rama de directores de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, el grupo que controla los premios Oscar, una posición desde la que puede hacer aún más para diversificar la infraestructura de Hollywood, notoriamente blanca y patriarcal, desde dentro.

Sin embargo, no es así como quiere pasar su tiempo.

“No es algo que me guste”, me dijo DuVernay la semana pasada en una entrevista desde el plató de un piloto que está dirigiendo. “No quiero tener que hacer grandes declaraciones cuando elijo a un director. No quiero tener que hacer programas especiales para educar a la gente sobre películas que no hayan sido elegidas a dedo por Hollywood y que hayan sido llevadas masticaditas y a la boca hasta la audiencia”.

“No quiero hacer nada más que mis propios proyectos. Me gustaría ser como mis homólogos masculinos blancos, que solo hacen películas bonitas y artesanales”.

No obstante, aquí hay un gran problema que resolver, como proclama la campaña #oscarssowhite que comenzó en 2015 cuando el largometraje estrella de DuVernay, Selma, se quedó fuera de las nominaciones a mejor actor o mejor director. Y como ocurre con muchas instituciones de élite, la exclusividad ya no le hace ningún favor a Hollywood. Así que DuVernay se está arremangando y haciendo el trabajo que la industria debería estar desesperada por lograr para seguir siendo relevante.

“La única manera de atravesar la puerta es que esté abierta y, en efecto, está cerrada pero, con cada persona que pasa, se abre un poco más”, comentó DuVernay. “Así que, cuanto más podamos abrirla cuando sea nuestro momento, más fácil será para la gente entrar a hacer su trabajo, y entonces esperamos que pronto esté abierta de par en par. Así construiremos una nueva casa”.

Esa puerta apenas estaba abierta hace 20 o 30 años, por lo que DuVernay, ahora de 48 años, no hizo su propia película sino hasta los 32 años: un corto de 12 minutos que realizó durante unas vacaciones. Lo financió ella misma con 6000 dólares.

El camino no se volvió más fácil, así que improvisó. No pudo conseguir distribución para su obra, así que también se convirtió en distribuidora. No tenía colegas negros con los que trabajar, así que los cultivó y los contrató. No podía permitirse un publicista, así que hizo sus propias relaciones públicas. Sabía que el camino tradicional hacia el reconocimiento y los premios era a través de las salas de cine, pero sus limitadas ubicaciones y los caros precios de las entradas también las hacían exclusivas y difíciles de acceder, así que se adaptó pronto a las plataformas de transmisión en continuo, y ascendió.

En 2014, solo el 7 por ciento de los directores de las 250 películas más importantes de Hollywood eran mujeres. Por eso, cuando DuVernay lanzó ese año su serie de televisión en Oprah Winfrey Network, Queen Sugar, decidió contratar solo a mujeres directoras. En febrero, lanzó una base de datos para ayudar a las producciones cinematográficas a contratar a personal infrarrepresentado.

Las cinco películas nominadas al Oscar en las que ha participado este año muestran el fruto de sus esfuerzos: fue productora ejecutiva de A Concerto is a Conversation y The White Tiger, y prestó un apoyo más discreto —incluso apareciendo en paneles y ayudando en la promoción— a Time, A Love Song for Latasha y Two Distant Strangers.

En 2017, vi la intervención de DuVernay de primera mano, cuando ayudaba a producir Op-Docs en el Times. Publicamos Alone, una película de una joven cineasta: Garrett Bradley. DuVernay invitó a Bradley a dirigir un episodio de Queen Sugar. Más tarde la nombró directora de unidad en su película When They See Us. Y cuando la película de Bradley empezó a tener repercusión en los premios Oscar, le pidió apoyo a DuVernay.

Duvernay se ofreció a organizar un evento para la directora, entonces desconocida, y lo hizo durante el fin de semana del Día de Acción de Gracias, el único espacio disponible. La película de Bradley no obtuvo el Oscar en ese entonces pero, el año pasado, Bradley tenía un nuevo documental, Time, que Duvernay volvió a promocionar. Ahora Bradley está nominada al Oscar en la categoría de mejor documental.

El año pasado vi a DuVernay hacer lo mismo con Bowers. Conectaron en 2019 cuando DuVernay lo contrató para que hiciera la partitura de When They See Us, un papel revelación que lo llevó a su primera nominación al Primetime Emmy.

“Es una de las pocas cineastas con las que he trabajado que me ha hecho sentir seguro para ser completamente yo mismo, y ver eso como una ventaja”, dijo Bowers. “Al profundizar en lo que eso significa como compositor negro, como hombre negro, es interesante pensar en otras experiencias en las que no me sentí tan seguro con mi negritud. Con Ava siento que puedo, y debo, expresar todas mis facetas en mi trabajo”.

Se puso en contacto con DuVernay para que fuera productora ejecutiva de A Concerto is a Conversation, que realizó con Ben Proudfoot. Una vez más, aceptó: se apuntó a más paneles, más entrevistas, más tiempo. Sin pago. Bowers fue nominado este año también, en la categoría de mejor corto documental.

En solo 6 años, #oscarssowhite ha tenido un impacto sorprendente en el liderazgo de la academia, y el papel de DuVernay muestra que, si se lidera la oposición a la élite, se puede emerger como líder de esa misma élite.

“Hay que arrebatar el poder a la gente que lo ha tenido durante demasiado tiempo, porque no se está dando libremente”, señaló DuVernay. “No vamos a lograrlo con esperanzas y sueños. Tenemos que hacerlo a través de la destrucción del viejo sistema y la creación de un nuevo camino”.

Lindsay Crouse es editora, colaboradora y productora de Opinión.

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