Bienvenida respuesta europea a la pandemia

La pandemia de COVID-19 golpeó duramente a los estados miembros de la UE y continuará obligando al bloque a enfrentar significativos desafíos económicos. Sin embargo y hasta el momento, desde la perspectiva macroeconómica, la respuesta europea en términos de políticas ha sido alentadora, porque incluye fuertes incentivos para el crecimiento sostenible, la solidaridad y la estabilidad económica.

Los gobiernos europeos se han comprometido a implementar medidas fiscales sin precedentes en respuesta a la crisis y —algo igualmente importante— los mercados parecen haber considerado que estas medidas son apropiadas. Las recientes ofertas de deuda soberana de Portugal e Italia se fijaron a precios muy bajos y en gran medida fueron sobresuscriptas. Por toda Europa el rendimiento de los bonos soberanos fue similar al que tenían a fines de 2019. Aunque los diferenciales y los precios de las permutas de incumplimiento crediticio sobre la deuda de ciertos gobiernos europeos se han ampliado, están muy lejos de los niveles alcanzados en los shocks previos. En otras palabras, la fragmentación de los mercados financieros europeos está mucho más contenida que en 2009 o 2012.

Por otra parte, hay buenos motivos para creer que las políticas en respuesta a la COVID-19 funcionarán de manera diferente que las posteriores a la crisis financiera de 2008, aun cuando la recesión pueda ser más profunda esta vez. El pronóstico de S&P prevé que el PIB se contraerá el 6 % en Alemania, el 8 % en Francia y el 10 % en Italia este año, y que las proporciones de deuda a PIB se dispararán a consecuencia de la recesión y la respuesta fiscal sin precedentes.

Sin embargo, desde una perspectiva macroeconómica, la relación entre deuda y PIB no revela mucho acerca de la sostenibilidad de la deuda si se la saca de contexto y se la considera como estática. Un indicador más revelador y dinámico, a menudo dejado de lado, es la triple interrelación entre el equilibrio presupuestario primario de un país, su carga de intereses y su tasa de crecimiento económico.

Aunque la proporción de deuda gubernamental a PIB aumentará en 2020, esos aumentos reflejarán una respuesta fiscal por única vez a un shock no económico excepcional. A diferencia de los eventos que llevaron a la crisis de 2008 —que comenzó en el sector financiero— la pandemia de COVID-19 es, primero y principal, una crisis sanitaria, aunque con implicaciones económicas de largo alcance, que incluyen el alza del desempleo, la reducción en los precios de los activos, mayores tasas de incumplimiento y morosidad crediticia.

La perspectiva de referencia actual de S&P para el tercer trimestre de 2020 hasta 2021 prevé que una vez que terminen los confinamientos por la pandemia, el crecimiento volverá y superará nuevamente a las tasas de interés reales. Por lo tanto, esperamos rebotes económicos de más del 4 % en Alemania y más del 6 % en Francia e Italia. En este escenario, el equilibrio del presupuesto primario mejorará y los niveles de deuda a PIB caerán en la mayoría de los países europeos. Algo igualmente prometedor para la recuperación europea es que las tasas de interés para la deuda gubernamental europea cayeron unos 400 puntos básicos desde la crisis financiera mundial, mientras que el PIB per cápita creció un 5 %.

Otra señal positiva es la composición y secuencia de las políticas actuales de respuesta, muy distintas a las de crisis anteriores. Como señalaron algunos comentaristas, durante la crisis de 2008 se perdió un tiempo precioso debatiendo cuestiones como las reservas de fondos europeos y los detalles de los nuevos instrumentos de política. Mientras que la Reserva Federal de EE. UU. lanzó su primer programa de flexibilización cuantitativa en 2008, le llevó al Banco Central europeo siete años más ampliar finalmente su balance y comenzar su propio programa de FC.

Esta vez, las políticas de respuesta fueron mucho más rápidas, además de generosas y coherentes con la mejor teoría económica. A un mes de la mayoría de los confinamientos nacionales, el balance del BCE ya se había ampliado en 500 000 millones de EUR (540 000 millones de USD), que equivalen al 4 % del PIB de la zona del euro. Y aunque todavía queda mucho por hacer, la trayectoria y la escala actuales de la expansión fiscal y monetaria nos ilusionan con que el golpe de la pandemia al PIB será un fenómeno de corto plazo.

Ciertamente, habrá quienes opinen que la UE se está quedando corta a la hora de apoyar a los gobiernos en dificultades y cerrar la brecha entre sus estados miembros. La UE todavía no ha llegado a su «momento hamiltoniano» de transferencia fiscal y probablemente no se cree un tesoro común en el futuro cercano. De todas formas, no es que la UE haya pasado la crisis actual auditando las cuentas públicas o poniendo reparos al Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Por el contrario, relajó muy rápidamente sus normas y lineamientos presupuestarios para la asistencia estatal, permitiendo así a los estados miembros apoyar a sus economías y sistemas sanitarios según fuera necesario.

Además, los ministros de finanzas de la UE han diseñado una red de seguridad mediante un mecanismo a través del cual el presupuesto de la UE se podrá usar para financiar prestaciones sociales parciales, aliviando así el doloroso golpe fiscal a escala nacional. La UE también considera usar el Mecanismo Europeo de Estabilidad para financiar los gastos nacionales de salud, lo que proporcionaría aún más alivio en el corto plazo.

Juntas, estas rápidas acciones políticas indican que la respuesta de la UE ya está a kilómetros de distancia de sus reacciones ante las crisis previas. Y en el Consejo Europeo, los jefes de estado y gobierno de la UE acordaron trabajar para establecer un fondo de recuperación para la UE, con el fin de apoyar el futuro económico de los estados miembros. Las lecciones aprendidas gracias al llamado Plan Juncker para establecer un Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas serán útiles para poner los cimientos de un fondo dedicado a la recuperación pospandemia.

La COVID-19 indudablemente dejará su marca en las economías europeas. Los PIB no volverán a sus niveles de fines de 2019 al menos hasta dentro de dos años y eso podría tener repercusiones sobre el crédito, pero si el plan de recuperación para la UE que se está debatiendo resulta audaz, previsor y se alinea adecuadamente con otros programas que favorecen el crecimiento —como el Pacto Verde Europeo—, podría ayudar a las economías europeas a ser más sostenibles, competitivas y unidas en el futuro.

Sylvain Broyer is Chief EMEA Economist at S&P Global Ratings.

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