Bienvenido, míster euro, a falta de crecimiento

Europa tiene dos problemas: el asedio de los mercados a las deudas públicas y la parálisis de su economía. En el frente de la deuda, los mercados financieros no se han fiado del solemne compromiso de que la suspensión de pagos de facto de Grecia sería una excepción que no se aplicaría a ningún otro país. Y siguieron atacando a España y a Italia, llevando su prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos y las bolsas, al abismo. Salimos del bache con el BCE forzado a comprar cantidades importantes de deuda española e italiana y los gobiernos prohibiendo, parcial y temporalmente, las operaciones especulativas. Obras son amores y no buenas palabras.

En el frente económico, el crecimiento se estanca en todos los países: 0,2% de crecimiento en la zona euro en el segundo trimestre. Y hasta la locomotora alemana se para con el 0,1% de crecimiento. Lógico, la demanda interna ha muerto a golpes de austeridad y las exportaciones alemanas a sus socios europeos flaquean porque para exportar alguien tendría que poder importar. Y sin crecimiento no hay esperanza de reducir la ratio de endeudamiento.

La reunión Sarkozy-Merkel tenía por objetivo demostrar a los mercados que Francia y Alemania no dejarían caer el euro. Lo han repetido de nuevo, pero han aportado pocas soluciones prácticas al primer problema y ninguna al crecimiento.

Nada de eurobonos por el momento. Pero han dejado la puerta abierta a un más tarde que llegará tarde o temprano. Hasta los exportadores alemanes los piden porque saben que hay que superar la desconfianza de los mercados para que crezca la demanda en el resto de Europa. Pero la opinión publica alemana no lo toleraría y, además, los eurobonos representan un estadio superior de la integración económica. Y nada de ampliar los recursos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. De momento el BCE tendrá que seguir trabajando por la puerta falsa, asumiendo tareas fiscales que no le corresponden.

Algunas novedades un poco huecas. La tasa sobre las operaciones financieras que ya propuso la Comisión. Veremos cómo, cuándo y con quién se aplica. La incapacidad para ponerse de acuerdo sobre la prohibición de las ventas a corto es un mal presagio. La demanda de constitucionalizar la llamada regla de oro para limitar los déficits tampoco es nueva y no se sabe muy bien a qué se refiere. Por esa regla se entendía que, en el presupuesto público, el déficit fuera inferior a la inversión, es decir que hubiera superávit corriente. Si se refiere a la prohibición de todo déficit, significaría renunciar a un instrumento de política económica.

Buena noticia la voluntad de armonizar el impuesto de sociedades entre los dos países y de crear un verdadero Gobierno económico. Se sube de rango al Ecofin y Van Rompuy se convierte en el míster euro que debe coordinar al BCE, los gobiernos y la Comisión. Veremos si el BCE se deja coordinar

Pero no hay nada, nada, que impulse el crecimiento. Solo esperar que lo habrá cuando la austeridad haya reducido el déficit. Puede que el enfermo muera antes de curarse.

Josep Borrell, presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia.

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