Bienvenido, mister Mafo

Por José María García-Hoz (ABC, 04/07/06):

Por decisión de la autoridad y si el tiempo no lo impide, dentro de unos días Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Mafo, tomará posesión de su cargo como nuevo gobernador del Banco de España por un periodo de seis años. Un economista experimentado, competente, con larga trayectoria de servicio en la Administración Pública. El único pero a su idoneidad para el cargo radica en su condición de militante del PSOE, pero dado que el nombramiento de gobernador del Banco de España siempre recae en un amigo y afín al Gobierno que lo nombra, el tener o no tener un carnet partidario resulta detalle secundario.

Desde que España renunció a desarrollar una política monetaria propia y transfirió esa singular responsabilidad al Banco Central Europeo, el papel del Banco de España ha quedado ciertamente reducido. Sin poder decisorio sobre los tipos de interés, las misiones del Banco de España se circunscriben a las tareas logísticas relacionadas con la circulación de la moneda física -fabricación, distribución, retirada, etc.-; supervisión del sistema financiero en general y bancario en particular, y, en fin, análisis independiente sobre la evolución de la economía nacional.

Es en estas dos últimas misiones donde el nuevo gobernador deberá dar lo mejor de sí mismo. Los tiempos económicos que ya se anuncian van a resultar de extraordinaria complejidad. En primer lugar, por el cambio de ciclo, pues toca a su fin la época de bonanza y expansión que durante los últimos doce años ha vivido la economía española. Y, segundo, pero no menos importante, por el control del gasto público, que en cierta manera ya hemos empezado a sufrir, como consecuencia de la mayor exigencia financiera de las autonomías.

De sobra se sabe que en materia económica los juicios sobre la situación son siempre de parte, de manera que el Gobierno siempre ve el vaso medio lleno, y la oposición, medio vacío. En esa polémica interminable, el Banco de España -a través de sus informes económicos anuales y trimestrales- debe aportar una visión lo más objetiva posible, documentada y creíble. Y dentro de ese marco general parece singularmente importante que el Banco de España ejerza control informativo -ya que otro más ejecutivo no le corresponde- sobre el gasto público de las administraciones central y autonómica y emita su juicio, olvidándose de dónde están los amigos y los adversarios políticos del Gobernador.

El sistema financiero nacional se encuentra básicamente en un buen momento -los bancos españoles son referencia para los de casi todo el mundo- pero ya se sabe que lo que hoy funciona mañana puede estropearse, y precisamente una buena supervisión ayuda a prever y a evitar estropicios. No se trata sólo de una supervisión contable, sino de aplicar las normas no escritas del gobierno prudencial que, desde luego, permita a las entidades desarrollar libremente su negocio, pero impida o evite locuras, pues ya se sabe que las locuras bancarias las acaba pagando toda la sociedad.

Precisamente en ese terreno ha sido donde peor sabor de boca ha dejado el gobernador saliente, Jaime Caruana. Manifiestamente mejorable fue su actuación en el caso BBVA, donde favoreció la presidencia única de Francisco González y el desalojo de Emilio Ybarra, aunque fuera a costa de permitir la conversión de una irregularidad contable que a nadie perjudicó en una causa penal disparatada y que todavía anda rodando por los juzgados.

En todo caso, cuando los morlacos salgan a la plaza, el maestro Fernández Ordóñez se olvidará de amigos y adversarios. Por vergüenza torera, antes que agradar al presidente de la corrida, Mafo buscará desplegar una buena faena, conseguir el aplauso del público nacional e internacional, y gustarse a sí mismo. A estas alturas de su vida profesional y cuando durante seis años tiene garantizado el primer puesto en el escalafón, Fernández Ordóñez no va, por hacer un favor al aparato socialista, a arruinar el prestigio de la institución que le corresponde gobernar y el suyo propio. Seguro que Mafo aprovechará la oportunidad de cerrar sus años de servicio público -tendrá 67 cuando acabe el mandato- siendo el gobernador del Banco de España que necesita la crucial y desdichada etapa que nos tocará vivir.