Bloquear a los que generan el caos no es censura: es autoprotección

He estado pensando sobre la censura en internet. Internet es ese lugar donde vemos vídeos de cerdos que hacen surf. Es también el lugar donde la gente se comporta mal y los pensamientos son sustituidos por órdenes.

Como la orden de derrocar Gobiernos, que es un tipo especial de mal comportamiento. Llamadme censor en el asunto de las revoluciones.

También sospecho de cualquier revolución en la que el líder llama a sus legiones a asaltar el castillo, dice que estará allí para acompañarte cuando lo hagas, y luego se sube a su limusina y se va a su casa a ver la tele.

Si te prestas a ello, es muy probable que sólo seas una herramienta para él.

Sea como fuere, mucha gente parece haber confundido internet con un espacio de libertad absoluta. Pero internet es un mercado. En él se trafica (con resultados de todo tipo) con las ideas.

Pero se trafica incluso más con productos, que es la razón por la que no hay una web de filosofía tan popular como la de Amazon. Si tecleas aristotle.com en tu navegador (aristóteles.com en español) te encontrarás con una consultora para comités de acción política [los comités de acción política son organizaciones privadas legales cuyo objetivo es influir en las elecciones o en las tramitaciones de leyes -NDR].

Hay gente que cree que poner límites a su discurso es una violación de su libertad de expresión

Después de años como editor de la Wikipedia he aprendido algo acerca de los límites de la libertad de expresión. Y tienen sentido.

Si cuelgas contenidos difamatorios o incendiarios, serás bloqueado muy rápidamente. Es un buen sistema, pero muchos usuarios lo encuentran irritante porque creen que deberían ser libres de escribir cualquier cosa que deseen sobre alguien o algo.

Creen que poner límites a su discurso es una violación de su libertad de expresión.

Muchos de esos aspirantes a editor de la Wikipedia son bloqueados. Pero vuelven una y otra vez, bajo cientos e incluso miles de seudónimos, cuando ya se han olvidado incluso de qué es lo que les llevó ahí la primera vez.

Como se les ha negado una plataforma en la que volcar todo su enfado, su objetivo pasa a ser el de boicotear la Wikipedia.

Me he encontrado algo similar en las redes sociales. Llega alguien y comenta alguno de mis posts de Facebook, quizá con la intención de provocar.

A veces les pido que no lo hagan, aunque estén de acuerdo con lo que yo digo. Si insisten, borro su comentario o les bloqueo. Entonces se suben por las paredes y me acusan de limitar su libertad de expresión. Es como si exigieran entrar en tu casa para discutir contigo y se enfadaran cuando les enseñas la puerta de salida.

Una de esas personas (a la que conocía y con la que había trabajado) se enfadó tanto por mi negativa a seguirle el juego que colgó contenidos antisemitas contra mí en su página de Facebook.

Eso demuestra una clamorosa incomprensión del contrato social. Porque tenemos la opción de colgar los contenidos que queramos en nuestras propias páginas web.

He conocido gente parecida a la que atacó el Capitolio. Es gente volcada en la destrucción. En el terreno digital, son sólo troles. Su comportamiento es casi infantil

Demuestra también una gran incomprensión de cómo funciona el mercado, porque mi página de Facebook no me pertenece a mí, sino a Facebook. Yo sólo estoy arrendando la propiedad, y el alquiler que pago son todos esos anuncios por los que me veo obligado a navegar.

A Facebook le interesa que yo esté en su plataforma, sobre todo si atraigo a una red de amigos y familiares. Pero si no sigo sus pautas de uso, seré bloqueado. Si violo las reglas de Wikipedia, también seré bloqueado.

Si el presidente de los Estados Unidos usa Twitter para propagar ideas destructivas, será vetado. Dado que es el presidente, va a tener miles de oportunidades más que tú y que yo hasta que eso ocurra.

Donald Trump se ha comportado como el niño que intenta averiguar dónde están los límites. Que nadie se los haya enseñado a lo largo de los últimos cuatro años ha sido tremendamente decepcionante.

He conocido gente parecida a la que atacó el Capitolio, aunque en foros controlados por moderadores. Es gente volcada en la destrucción. En el terreno digital, son sólo troles. Su comportamiento es casi infantil.

En la vida real, ese comportamiento adopta la forma de rechazo a llevar mascarilla durante una epidemia, o en comportamientos aún más agresivos y hostiles. Su identificación como mártires y revolucionarios es casi una forma de terrorismo.

Bloquear el acceso a los foros de internet a aquellos que desean generar el caos no es censura. Es preservar la seguridad de todos.

Jerry Weiss es profesor de pintura y dibujo en la Art Students League de Nueva York.

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