Bo Xilai entre el dragón y su ira

Después de un año de demoras injustificadas, el juicio de Bo Xilai, el ex secretario del Partido Comunista de la municipalidad de Chongqing, finalmente está por empezar. Bo enfrenta tres cargos: corrupción, soborno y abuso de poder. Pero su verdadero delito es que desafió la manera de hacer las cosas del Partido Comunista chino (PCC). Es más, la condena de su esposa por el asesinato del empresario británico Neil Heywood, de amplia repercusión mediática, ha avergonzado seriamente al PCC.

Cuando la corte finalmente condene a Bo -porque seguramente será condenado-, quizás enfrente una pena similar a la del ex secretario del Partido de Shanghái Chen Liangyu, que recibió 18 años, o del ex secretario del Partido de Beijing Chen Xitong, que fue sentenciado a 16 años. Al igual que Bo, ambos hombres habían sido miembros del Comité Central del PCC, el círculo íntimo del Partido -una condición que les permitió evitar una pena de muerte (a diferencia del ministro de Ferrocarriles Liu Zhijun, de menor rango, luego de su condena por cargos similares de corrupción y abuso de poder).

Para el Partido, sin embargo, la condena de Bo no marcará el fin del escándalo. Tampoco desaparecerá así como nada el clima sombrío que le infligieron al PCC Bo Guagua, su hijo exiliado y amante de la buena vida, y Bogu Kailai, su mujer homicida. De todas formas, la caída de Bo y su familia no alcanza el nivel de la tragedia shakespeariana. Esto no es El rey Lear.

Por supuesto, ya hace un tiempo que Bo, su esposa y su hijo están moralmente muertos. El poder minó su humanidad. Bogu mató a Heywood, su amante y socio comercial, y muchos otros inocentes murieron como resultado de la ambición de Bo. Su principal secuaz y matón, el ex jefe de policía de Chongqing Wang Lijun, pidió asilo en el consulado de Estados Unidos en Chengdu. Temía por su vida, porque sabía demasiado sobre el asesinato de Heywood y otros crímenes de Bo.

Aún así, el PCC sólo quiere encubrir el escándalo. La Comisión Central de Inspección Disciplinaria ya desechó los cargos de relaciones sexuales ilícitas que involucraban a varias mujeres, con el argumento de que esos crímenes deben mantenerse ocultos cuando los cometen miembros del Comité Central. Esto se produce luego de una respuesta oficial similar ante las acusaciones de Don Juan contra Chen Liangyu y las "Cinco Flores Doradas" de Chen Xitong.

Es más, las acusaciones de que Bo recibió 20 millones de yuanes (3,2 millones de dólares) en sobornos y malversó 5 millones de yuanes son insignificantes comparadas con las que se esgrimen contra Liu Zhijun. En consecuencia, si su nivel de soborno se considera menor, y a su mujer se la retrata ingeniosamente como un chivo expiatorio, el único delito importante por el que se acusa a Bo es negligencia en el desempeño de sus funciones. Al reducir los cargos, el PCC ha limitado los posibles castigos.

Como siempre sucede cuando el Partido está involucrado, la ley china es puro artificio. La ley se aplica con moderación, si es que se la aplica, a la élite del Partido, y los intereses de la justicia (al menos como el mundo exterior entiende el término) rara vez son la máxima prioridad en estas situaciones. Un juicio como el de Bo es invariablemente parte de un acuerdo político entre iniciados.

La verdadera historia de la carrera de Bo -una carrera de infidelidad, traición y corrupción- es abominable. Entre las víctimas se encuentran la familia Heywood, su mujer china y sus hijos. Su tragedia se destaca como una profunda acusación del régimen del PCC, porque ninguna familia está a salvo cuando los gobiernos no se someten al régimen de derecho. Hogares felices y estados armoniosos van de la mano. Pero, en China, los líderes del partido como Bo ejercen un poder de vida o muerte sobre los ciudadanos y sus familias.

Para el PCC, salvar la imagen es primordial. Bo se sumará a una larga lista de funcionarios encarcelados, aunque las prisiones especiales donde están encerrados pueden parecer centros de recreación para funcionarios sénior retirados si se las compara con las condiciones abusivas y físicamente degradantes que han tenido que soportar el Nobel Liu Xiaobo y otros prisioneros. El hijo de Bo, Bo Guagua, vivirá una vida invisible en el exterior.

De manera que Bo es cualquier cosa menos una figura trágica. Cuando llora por su hija muerta Cordelia, el rey Lear llega a entender los defectos personales que provocaron su muerte, y por eso genera compasión. Cuando Bo aparezca en la corte, sus súplicas no serán tan persuasivas. Podemos ver en su rostro la desesperación de Lear: "Aúllen, aúllen, aúllen. Sois hombres de piedra". Pero en la sala, y en toda China, la audiencia se mantendrá impasible -y con razón.

Ma Jian is the author of Beijing Coma and, most recently, The Dark Road.

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