Boris y Trump, muy poco que ver

Alarmada leo comparaciones inútiles, despreciables, las que no me perturbarían si no fueran tan seguidas, reiterativas, e incluso masivas, provenientes de personas que en apariencia conocen poco del Reino Unido. Estas manifestaciones desoladoras ocurren no sólo en las redes sociales, también en la prensa oficial.

Empezaré recurriendo a los datos más conocidos y a otros aportados por una amiga que lleva cuatro décadas viviendo en Londres, y que viaja constantemente por los pueblecitos olvidados de ese país. Yo también viajo bastante a Londres, leo e intento informarme. Curiosidad de escritora y admiración obligent.

Boris Jonhson nació en el año 1964. Donald Trump en 1946, forzosamente dos generaciones los distancian. Entre el año 1946 y el 1964 la historia cambió de manera contundente, con urgencia y profundidad. El desarrollo de las ciencias y las humanidades relacionadas con la alta tecnología así lo confirman.

Boris proviene de una familia de clase alta, más bien media alta, muy intelectual. Entonces todavía significaba algo nacer en el seno de una familia con inquietudes intelectuales.

Trump nació en una familia muy rica, aunque de origen europeo al parecer sin el menor interés intelectual. En medio de anhelos archi-capitalistas, lo que a mi juicio no es para nada un defecto de fábrica, todo lo contrario. Resultó ser una ventaja formidable en su caso y en el de su familia. Su inteligencia se decanta de la práctica empresarial y en consecuencia de los negocios fructíferos y triunfantes.

Boris se educó en Balliol College Oxford, con notas brillantes CLASSIC. En Balliol College, fundada 1263 estudiaron Adam Smith, Aldous Huxley y numerosas personalidades célebres de las mas brillantes de Inglaterra y del planeta. Allí fue Presidente of Oxford Union, que no es poco. La inteligencia es también un don natural a la que cada día hay que suministrarle su dosis de entrenamiento.

Es periodista y articulista desde entonces, con varios libros publicados de éxito. Notablemente la biografía de Churchill.

Entró en política con el mismo pelo incontrolable del que tanto se burlan los que con ligereza lo juzgan por el aspecto, con su cabello de punky albino y su estilo informal más bien cómico, divertido décontracté, que los británicos adoran. Un pelo hirsuto, pero limpio. Lo que está muy lejos de sumarse al estilo sobre lo sucio irremediable de un, por ejemplo, James Rhodes.

Atravesaba Londres siempre en su bicicleta. Verde antes de los verdes. O sea, ecologista avant la lettre.

Entre 2008 y 2016 fue alcalde de Londres. Después de ocho años de alcalde entró al Parlamento, ocurrió en el mismo año en el que Trump entró en política. Boris fue uno de los mejores alcaldes que tuvo esa maravillosa y movida ciudad desde el Swinging London. Llenó Londres de mapas funcionales que señalan el lugar donde se encuentran los visitantes, y también de bicicletas. Puso a rodar los autobuses más bellos y mejor diseñados. Para ello contrató a uno de los arquitectos ingleses de mayor renombre.

En ese año del 2016, el de su despedida como alcalde, irrumpió Donald Trump en la carrera presidencial. Tiene el pelo albino como el de Boris y es corpulento como Boris J. (la J le va como anillo al dedo porque es verdaderamente un jodedor con todo el witt y la cultura del wittysismo inglés).

En la actualidad Boris Johnson es el primer ministro de Inglaterra. Sigue siendo el mismo, el mismo que fue antes, cuando era el presidente de la Union de Oxford.

Las comparaciones son malas, sobre todo porque denotan una considerable ignorancia cuando no una mala intención que ya cansa. Es más, aburre. No es una cuestión concerniente a si se es de derechas o de izquierdas, es como mínimo un tema de sentido común.

En menos de 48 horas, Boris J. ha creado gobierno, y qué clase de gobierno. Ya quisieran otros poder hacerlo, y no sólo actuar con semejante rapidez y lucidez, además de cumplir con tan envidiable seguridad, sabiendo que cada uno de sus ministros en su gabinete ministerial posee una inigualable competencia para contribuir a que Inglaterra sea grande otra vez. O perdón, que lo siga siendo como lo ha sido siempre. Es por y para lo que han sido elegidos por una gran mayoría.

Zoé Valdés es escritora.

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