Burger King, animalismo y mundo rural

La polvareda levantada por la torpe campaña promovida por Burger King esta última Semana Santa quizás nos haya impedido advertir lo que está ocurriendo con el intento de sustitución de la carne natural por sucedáneos artificiales y las implicaciones que ello tiene.

La industria animalista, convenientemente engrasada por unos lobbies poderosísimos económicamente, lleva años tratando de convencer a la sociedad de que el uso de animales por el hombre es éticamente reprobable, propio de una sociedad atrasada y salvaje que debe superarse por una nueva sociedad mejor, en la que el ser humano y los animales compartan el mismo estatus en tanto que seres sintientes.

Se trata de un intento de imposición filosófica que choca con los fundamentos de nuestra cultura occidental de base grecolatina en la que el hombre es el centro y medida de las cosas. Cultura que pasada por el tamiz del cristianismo nos ha hecho lo que somos, una cultura de la que estamos orgullosos.

Esto no significa que los animales puedan ser tratados de cualquier manera, en absoluto, nuestra posición central conlleva lógicamente una serie de deberes éticos para con el resto de seres vivos con quienes compartimos planeta.

La industria animalista, de origen fundamentalmente anglosajón, pretende arrasar con toda esta manera de entender la civilización, arrancar de cuajo nuestras raíces más esenciales e imponernos unas nuevas maneras de concebir el mundo.

De acuerdo con la filosofía que impone la industria animalista, los animales no pueden ser utilizados por el ser humano bajo ningún concepto ni para nuestro ocio ni para nuestra vestimenta ni para nuestra alimentación, ni tan siquiera para la investigación científica. Estremece por ejemplo leer a Peter Singer, padre filosófico del animalismo, defendiendo que es más legítimo experimentar con un bebé huérfano de menos de seis meses antes que con algunas especies de animales.

Así, la industria animalista, a través de decenas de asociaciones y lobbies que manejan cientos de millones de euros de presupuesto anual, lleva años masajeando las conciencias de Occidente sobre nuestra maldad ética por usar animales, preparando el terreno para traernos ellos mismos la solución al problema, los alimentos éticos.

Así, vemos como poco a poco se van abriendo camino los productos artificiales que vienen a sustituir nuestras carnes, quesos, cueros o cualquier otro producto con origen animal. En los últimos años hemos podido ver por ejemplo cómo una empresa de carne artificial se ha incorporado como patrocinador de todo un Real Madrid, explicando su director de Relaciones Institucionales que el Real Madrid tenía "un papel importante que desempeñar para involucrar a la sociedad en la realización de cambios reales que ayuden a crear un mundo más sostenible y que mejoren la salud".

¿La carne artificial mejora la salud de la gente? Pero si no sabemos todavía qué efectos reales va a tener sobre los consumidores. ¿La carne artificial va a hacer que Cantabria, Salamanca o Galicia, territorios ganaderos, sean de verdad más sostenibles? ¿Cómo? Palabras cargadas de ideología animalista que asumimos sin pensarlas demasiado, tal es la constante intoxicación cultural que impone la industria animalista desde todos los ámbitos.

Es en este escenario donde Burger King está tratando de tomar la delantera posicionándose como líder y pionero en la revolución vegetal de sus hamburguesas. "Empieza la era vegetal", rezaba su campaña inicial, que incluía la apertura de alguno de sus restaurantes en Madrid con productos exclusivamente no cárnicos.

¿Qué implicaciones puede tener esto? Sobre la salud no sabemos, ya veremos qué ocurre con el consumo de estos nuevos productos y qué efectos tendrá sobre nuestra salud en el largo plazo. También el amianto pareció en su momento una buena solución para la construcción, demostrándose con el tiempo que tenía unos nefastos efectos sobre la salud. Sobre el medio ambiente tampoco, habrá que evaluar qué implica la producción de estas hamburguesas. En todo caso es importante tener claro que esto no va de un futuro sostenible ni de medio ambiente, esto va de poder hacer más negocio con el apoyo de una poderosísima industria animalista.

¿Y qué efectos tendría la introducción de la carne artificial sobre nuestro tejido ganadero que vertebra la España rural? El desastre, la desaparición de miles de explotaciones que son el sostenimiento territorial de España en muchos lugares. Es cierto que para una empresa como Burger King es más cómodo y rentable trabajar con una única empresa de carne artificial que con los más de 30 proveedores locales con los que trabaja McDonald's, por ejemplo. Pero permitir que unos pocos monopolios de alimentación artificial vayan arruinando y sustituyendo la red de pequeños, medianos y grandes productores de carne que conforman nuestro sistema alimentario y que vertebran el país es una tragedia que como ciudadanos y consumidores no deberíamos permitir.

Y, finalmente, hay un problema de fondo extremadamente grave, y es que tras las proclamas de sostenibilidad y ética lo que existe es el hecho cierto de que se nos esté empujando a que todos pensemos y comamos de una única manera en el mundo entero, una sociedad uniforme y extremadamente frágil y dependiente de unos pocos.

Si no son nuestros gobernantes los que ponen freno a lo que está ocurriendo, si no son ellos los que defiendan al mundo rural del ataque que se está produciendo desde la industria animalista, tendremos que ser nosotros como ciudadanos responsables quienes actuemos con nuestras decisiones individuales.

Victorino Martín es ganadero y presidente de la Fundación del Toro de Lidia.

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