Bush no ganará la guerra

Por Henry Kamen, historiador y autor de obras como Imperio: la forja de España como potencia mundial y El gran Duque de Alba (EL MUNDO, 21/11/05):

En el norte de Estados Unidos los bosques empiezan a tomar el color de un rojo intenso y las hojas de otoño van cayendo. Anoche en la televisión -aquí, en el corazón de uno de los estados más conservadores de la Unión- un anuncio sereno y controlado pide que América se retire de Irak con honor. Las hojas también se caen en los jardines de la Casa Blanca, y cada hoja que cae es una menos del rico follaje que George W. Bush disfrutaba cuando llegó al poder. El presidente ganó la batalla de Irak. Ganó las últimas elecciones presidenciales. Su partido, el Republicano, tiene el control en Washington. Pero las hojas de otoño que caen anuncian el inequívoco mensaje de que el invierno se acerca, y será un invierno que helará los huesos de George W. Bush. El presidente ha ganado la batalla de Irak y ha establecido la democracia.Pero todavía no ha ganado la guerra, y es una guerra que perderá no en Irak sino en Estados Unidos.

Estos días, en Estados Unidos, se han celebrado elecciones en todo el país por una sección de sus administradores. Pero poco va a cambiar porque todos tienen puesta la mirada en el estado de la Presidencia. Y la Presidencia va por mal camino. Así lo demuestran claramente las últimas encuestas de opinión. He hecho un análisis de 20 de las más demostrativas encuestas disponibles durante este mes de noviembre en Estados Unidos y todas manifiestan con claridad que menos del 39% de los votantes aprueba la manera en que se están haciendo las cosas. Más del 58% desaprueba la forma en que Bush está gobernando. Estas son las cifras más bajas que jamás ha tenido Bush en su carrera pública. La crítica se centra en cada uno de los aspectos de la Administración. Pero detrás de todo ello, como un fantasma en las sombras, está el siniestro problema de Irak.

En noviembre de 2001, al comienzo de la Operación Libertad Duradera en Afganistán, un mes después del 11 de Septiembre, la popularidad de Bush se hallaba por encima del 90% de los electores. En abril de 2003, cuando se produjo la invasión de Irak, estaba en casi 75%. Hoy, cuando más de 2.000 jóvenes americanos han muerto en Irak en una guerra que en apariencia no tiene fin, la situación es otra.

No deberíamos asumir que Irak es el tema trascendental. Los asuntos realmente cáusticos que llenan los periódicos, que mantienen ocupada a la televisión y que provocan preocupación directa en las calles son todos domésticos. El manejo de la economía es con mucho el tema más urgente para los americanos. El petróleo tiene ahora un precio increíblemente alto: hace un año iba justo por encima de un dólar el galón y este verano alcanzó los tres dólares cuando el huracán Katrina golpeó Nueva Orleans. Y todo lo demás que ha sucedido últimamente es doméstico. La primera lata de gusanos que se abrió fue el Plamegate. Valerie Plame es una bella joven espía de la CIA que se casó con un ex embajador, Joseph Wilson. La búsqueda por parte del Gobierno de la evidencia de armas nucleares de Sadam llevó a la CIA a enviar a Wilson a Africa. Pero a su regreso Wilson públicamente puso en duda la culpabilidad de Sadam en un apartado en el New York Times.Ocho días después del artículo, se filtró una información a la prensa desvelando que Valerie, la esposa de Wilson, era una agente de la CIA. Wilson afirmó que era una venganza de la Casa Blanca porque había criticado los motivos que ofrecían para justificar la guerra en Irak. La filtración era de Lewis Libby, jefe del gabinete del vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney. Hace unos días, Libby dimitió al ser procesado por perjurio a causa de la filtración. La prensa criticó inmediatamente los métodos que la Administración estaba empleando. En cada punto, Bush se encontró bajo presión. Se vio forzado a retirar la nominación de la abogada de la Casa Blanca y amiga personal, Harriet Myers, como candidata para el Tribunal Supremo cuando el propio Partido Republicano cuestionó su capacidad.

Ninguno de estos sucesos está directamente conectado con la Guerra de Irak, aunque todo, hasta cierto punto, esta ligado a la guerra.Todos plantean dudas sobre como Bush manipuló la evidencia -igual que ahora esta manipulando a sus oficiales- para confundir al público. Hace unos días The New York Times salió con un titular provocador preguntando a sus lectores: «¿Recuerdan la nube en forma de hongo?». Daba a entender por supuesto la nube en forma de hongo de las bombas nucleares. ¿Dónde estaban esas bombas? Bush siempre aseguró al público que existían.

En un artículo que escribí hace un año para este periódico, insistí en que esas bombas eran la gran pregunta que quedaba después de la exitosa invasión de Irak. Ahora The New York Times dice claramente: «Los americanos han esperado durante mucho tiempo la respuesta de por qué se les dijo que había armas de destrucción masiva en Irak». La cuestión en este momento no es, en otras palabras, la naturaleza del régimen de Sadam. La cuestión ahora es la naturaleza del régimen de Bush. ¿Funciona honestamente? ¿Dice la verdad a los votantes? ¿Hemos sido todos deliberadamente engañados?

Fuera de Estados Unidos, donde la gente está menos interesada por la política interna de América, se malentienden de forma substancial las distintas actitudes norteamericanas hacia Irak.Cuando uno conduce por las carreteras de aquí, lo mas seguro es que vaya detrás de un coche que lleva una pegatina con el lema Support our troops! (Respaldad a nuestras tropas). La ultima vez que estuve en el aeropuerto local, todo el público se puso de pie para aplaudir a un grupo de soldados que pasaban por allí con destino a Irak. La actitud fundamental americana es la de apoyar a sus tropas. Pero eso no significa que aprueben la política del Gobierno sobre la cuestión. No hay de hecho ninguna contradicción entre el sentimiento de apoyo a las tropas y la oposición a la guerra. Lo que la gente quiere es la verdad. Los norteamericanos pueden estar dispuestos a sacrificar sus vidas, pero siempre y cuando sea por una causa honesta y justa. Estados Unidos tomó parte en dos guerras mundiales para salvar a la democracia y no se arrepiente de ello. España no participó en ninguna guerra mundial para defender la democracia y por tanto encuentra difícil creer que una nación como Estados Unidos pueda aceptar la necesidad de la guerra. Los americanos, sin embargo, quieren saber si pueden confiar en la conducta de su Gobierno a la hora de manejar la guerra.

En la última encuesta de la revista Newsweek, el 61% de los encuestados desaprobaba cómo el presidente se enfrentaba a la guerra. Sólo el 34% daba su aprobación. Debemos señalar que estas cifras no reflejan las opiniones sobre la guerra. Casi todos los norteamericanos apoyan la guerra, pero no están de acuerdo en cómo empezó y en cómo se está llevando. La mitad de los encuestados en Newsweek cree que Estados Unidos está perdiendo el control con los esfuerzos que realiza para estabilizar Irak, mientras el 40% piensa que el país está haciendo progresos. Sobre la cuestión de retirar las tropas, el 26% da soporte a mantener un amplio contingente en Irak y el 38% aboga por una fecha tope de menos de un año para retirar una cantidad importante de tropas. El 13% apoya la retirada dentro de un año o dos y el 12% se inclina por una retirada inmediata.

La cuestión aquí no estriba en Irak sino en la confianza en el Gobierno, que ha caído de forma drástica. Un demócrata miembro del Congreso ha comentado sobre el Gobierno, «Recuerden, hace un año se parecían a King Kong». Ahora King Kong no parece tan poderoso. El acta de acusación contra Libby, con cargos de perjurio, y una investigación sobre el consejero mas íntimo de Bush, Karl Rove, han arrojado dudas sobre cómo el presidente maneja el poder que controla. Donde más ha bajado la confianza es en temas relacionados con la economía, sólo el 32% de los consultados expresa fe en el Gobierno. A los estadounidenses no les importa seguir luchando por la justicia en Irak si piensan que los hechos se están presentando correctamente. Pero, como The New York Times, ellos también están empezando a dudar. Si Bush pierde una guerra, será la guerra del apoyo de su propia gente en Estados Unidos. Cuando faltan 13 meses para noviembre de 2006, fecha en la que se celebrarán las elecciones al Congreso, los estrategas republicanos dicen que todavía queda mucho tiempo para recobrase. Y tal vez estén en lo cierto. La evaluación de Bush puede ser baja, pero todavía es mejor que la más baja evaluación de cualquier presidente de los últimos 40 años.