¿Caerá el Estado Islámico con la toma de Mosul?

A pesar de la alegría generalizada producida por la toma de la ciudad iraquí de Mosul, capital del Estado islámico (EI) en Iraq, tras nueve largos meses, no se augura todavía un futuro muy halagüeño que implique la derrota no sólo de su ideología sino de todos sus miembros. La muerte del líder del califato, Abu Bakr al-Bagdadi, que se comenta desde hace unas semanas también ha podido asestar un golpe fuerte a la organización, aunque hay incógnitas al respecto y el EI no ha confirmado su muerte.

Es cierto que el resultado de la coalición internacional con miras cortoplacistas ha conseguido su objetivo, que es el de acabar con la dominación del grupo islamista radical-yihadista del Estado Islámico en Irak; pero esto no implica que la organización se haya diluido por completo, de hecho todavía tenemos que saber cuántos integrantes han muerto, cuántos se han capturado, cuántos han huido, si algunos se adhieren a otras organizaciones etc. A la espera estamos de otra gran victoria con la toma de la capital siria del Califato en la ciudad de al-Raqa por parte de la coalición internacional, que parece ya muy próxima.

El hecho de que la coalición internacional haya recuperado Mosul, y a pesar de que no siempre ha resultado efectiva en sus ataques contra el EI, es una prueba más que aprovechan los terroristas del EI para arrogarse su rol de víctimas y llamar a la defensa de la agrupación. Puede ser también que otros miembros de la agrupación radical y violenta fuera del territorio muestren su fidelidad al grupo y puedan cometer algún ataque terrorista, considerando además al reducto de militantes del EI que queda en Mosul como héroes. Además, el hecho de que la capital haya caído no implica que las células o los denominados «lobos solitarios» que están fuera del territorio iraquí se hayan desarticulado. Aunque por otra parte, la caída del califato puede conllevar también una falta de legitimidad por parte del mismo al estar menos operativo, lo que les hace tener menos influencia en el escenario del yihadismo internacional.

Miembros del EI intentarán volver a sus países de origen, aquellos que sean europeos suponemos que serán detenidos en sus respectivos países y que se les aplicará un protocolo particular que presumimos que integrará medidas de des-radicalización. De aquellos con experiencia en el imaginario distorsionado del califato del EI se puede aprender mucho, no sólo para deconstruir el emporio onírico consecuencia de la interpretación personalista de los textos religiosos islámicos del líder del califato y sus secuaces; sino porque nos puede ayudar a poner en práctica políticas preventivas más eficaces contra el islamismo radical y violento.

No se soslaya tampoco el hecho de que aquellos individuos que sean propensos a la radicalidad siempre tendrán más facilidad para integrase en organizaciones como el EI, y eso puede pasar en cualquier momento si la organización se reactivara de nuevo con el mismo modus operandi que puso en práctica en el pasado.

Ahora es de imperiosa necesidad la reconstrucción de Mosul y de la fractura social que vive el país. El sectarismo prevalece a gran escala, la comunidad chií es beneficiada por parte del gobierno en detrimento de otras, de las cuales la más afectada en la comunidad suní. Cabe aquí preguntarse cuál es el futuro de unidades paramilitares como la que suponen las Fuerzas de Movilización Popular (Hash´d al Shaabi) formadas en el 2014 con el objetivo de luchar contra el EI, estas están controladas entre el gobierno Iraquí que las ha legalizado e Irán, además no están exentas de un componente religioso ya que fueron legitimadas a través de una fatua (opinión jurídica) religiosa por el Gran Ayatolá chií Ali al-Sistani. La mayor parte de sus integrantes son chiíes, a pesar de que se componen de otras minorías. No sabemos si esta organización será reabsorbida por el ejército iraquí, o si se quedará como está.

Estas milicias están muy ideologizadas e insertas en el fenómeno que tiene como protagonista a Irán en la región, que expande su rol como catalizador del islamismo chií internacionalizado y que se despliega a través de decenas de milicias yihadistas chiíes entre Siria e Iraq. Este sectarismo que se debe combatir también depende mucho de lo que vaya a suceder en el escenario sirio en el que la mutación del islamismo radical de corte suní es una constante. Ya no sólo a través de la instauración de un califato tipo el del EI, algo sin precedente en la historia islámica en términos y acciones, sino que se ha vislumbrado a través de los nuevos grupos yihadistas suníes que operan a nivel local como el Frente Fatá al Sham, ahora integrado en la coalición de Hay'at Tahrir al-Sham (organización para la liberación del Levante), y que otrora fue parte integrante del al-Qaida; sin olvidar la politización que está sufriendo el salafismo partidario antaño de un apoliticismo claro.

Es fundamental la concienciación de la falsedad del discurso del islamismo radical en aquellos individuos más vulnerables. Una posible solución comprendería el uso de la terminología jurídico-política que se enmarca en la ley islámica, para desmontar el discurso islamista radical que basa su legitimidad en este tipo de premisas cuando se alejan no sólo de la intencionalidad de la ley, si no que quiere imponer una verdad autoritaria a costa de distorsionar el texto y el contexto.

Hana Jalloul Muro es doctora en Relaciones Internaciones. Profesora asociada en la Universidad Carlos III.

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