Calentamiento global y seguridad planetaria

El 27 de septiembre, los 195 países que forman parte del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (PICC), basándose en el trabajo de miles de científicos de todo el mundo, dieron a conocer su Quinta evaluación anual. Incluso para un militar como yo, resulta escalofriante leer las últimas evidencias científicas sobre el calentamiento global.

Las situaciones hipotéticas que se plantean en el informe indican que si el mundo sigue su senda actual, quemando cada vez más combustibles fósiles y aumentando año tras año los niveles de contaminación de nuestra atmósfera, el promedio de temperatura global podría subir cuatro grados Celsius para fines de siglo. Una cifra así podría elevar el nivel del mar y causar el desplazamiento de decenas de millones de personas en todo el planeta. Más aún, perturbaría los sistemas climáticos, destruyendo cosechas y amenazando las áreas pobladas con sequías, inundaciones y tormentas cada vez más intensas. También puede generar grandes presiones sobre los recursos hídricos mundiales.

Cuando era general de división en el ejército de Bangladesh, mi trabajo consistía en evitar conflictos al tiempo que planificaba los peores escenarios posibles. Y, desde esa perspectiva, debo decir que las consecuencias del calentamiento global representan uno de ellos.

Mi país, Bangladesh, se encuentra en una posición geográfica en la que tiene mucho que perder por los efectos del cambio climático y sus consecuencias en materia de seguridad. Allí no es una teoría, ni una historia, ni un concepto: es una manera de vivir. Mientras escribo este artículo hay gente que está muriendo por la elevación del nivel del mar, la carencia de agua potable y las enfermedades resultantes. Se están produciendo desplazamientos de personas de manera gradual y en gran escala, y cada día la amenaza aumenta.

Los glaciares del Himalaya dan origen al agua que se consume en países como Bangladesh, India, China y Pakistán. Están desapareciendo, y los países más poblados del planeta (todos con importantes capacidades militares, entre las que se incluyen arsenales nucleares) se enfrentarán a una crisis existencial si escasea la cantidad de agua disponible. Sabemos que así ocurrirá, y que la gente no suele tomar las decisiones más acertadas si se ve privada de un recurso esencial.

Cuando me reúno con mis colegas del Consejo Asesor Militar Mundial sobre el Cambio Climático (generales y almirantes de todo el planeta con largas carreras en torno a la planificación de operaciones militares), me llama la atención lo parecidas que son nuestras inquietudes. Todos los países están pasando por cambios que desestabilizan a las comunidades y aumentan las preocupaciones sobre la seguridad. Vivimos tiempos de enfermedades en plena propagación, pozos que se secan, tormentas que destrozan ciudades y destruyen cosechas, y la lluvia es un recuerdo distante o un grave peligro.

Muchos de estos efectos se hacen sentir de manera más intensa en regiones (como Asia Central o Meridional, o África Occidental y Oriental) en donde la seguridad ya es de por sí frágil. El cambio climático no respeta fronteras y hoy en día podemos ver el calentamiento global como factor de varias crisis internas. Se pueden iniciar conflictos, llegando incluso a niveles inmanejables, cuando un río que cruza una frontera o pasa por territorios en disputa se convierte en asunto de vida o muerte, o los precios de los alimentos se van a las nubes porque se ha arruinado una cosecha local (o incluso porque un productor mundial importante prefiere utilizarlos para su propio pueblo hambriento en lugar de exportarlos). Los ejércitos deben planificar respuestas ante estos escenarios y trabajar en conjunto con los políticos para asegurarse de que nunca se produzcan.

En al ámbito de la seguridad global a menudo hablamos de la “comunidad internacional”. El cambio climático es el reto y la amenaza global de mayor significación, y la comunidad planetaria debe enfrentarlo unida. No podemos tener planes y actitudes por separado.

Hoy en día hay gente muriendo. En estos mismos momentos los precios de los alimentos siguen subiendo. Y en las calles del mundo hay desplegados soldados para paliar los efectos del cambio climático, ya se trate de desastres naturales o descontento social. No podemos arriesgarnos a padecer los peligros locales, regionales y mundiales que generará el cambio climático si los políticos, los grupos de la sociedad civil, el sector industrial, las universidades, las fuerzas armadas y otros ámbitos de la sociedad no actuamos juntos, ahora.

Los líderes mundiales deben prestar atención a lo que el PICC tiene que decir y actuar en consecuencia. El cambio climático es la mayor amenaza a la seguridad global del siglo veintiuno: si no le hacemos frente hoy mismo, los peores escenarios se habrán convertido en nuestra realidad.

ANM Muniruzzaman is Chairman of the Global Military Advisory Council on Climate Change. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

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