Cambio climático, ¿cisne negro u oportunidad?

Hace escasos meses publicábamos en PwC un análisis con los resultados de nuestro estudio Low Carbon Economy Index, donde señalábamos que la tasa de descarbonización (reducción de emisiones de CO2 por unidad de PIB) de la economía mundial ha sido del 1,6% anual en el periodo 2000-2018, cuando requerimos una tasa del 7,5% anual de aquí al año 2100 para alcanzar el compromiso de no incrementar en 2ºC la temperatura de la era preindustrial, evitando así efectos devastadores sobre la naturaleza y la salud.

La crisis del coronavirus va a transformar la economía y los modelos de negocio y, en este contexto, el cambio climático y los riesgos medioambientales no van a ser una excepción. En el corto plazo los principales impactos de la crisis del coronavirus en el cambio climático son el previsible retraso en las negociaciones internacionales y la reducción de emisiones de CO2. Respecto al primer punto, la crisis ha llevado a que el Reino Unido y la ONU pospongan para el año 2021 la próxima Cumbre del Clima, aplazándose de esta forma algunas de las decisiones clave que tenían que tomarse en el transcurso del año 2020. Respecto al segundo punto, se prevé en 2020 una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero globales derivado de un parón de la actividad. Como ejemplo, un análisis publicado en Carbon Brief en febrero de 2020 estimó la reducción de emisiones en China en un 25% durante el periodo de cuarentena y prevé que el impacto global sea significativo en el transcurso del año. Sin embargo, esta situación podría cambiar con la reciente caída de los precios del petróleo, que podrían ser un incentivo para el empleo de combustible fósiles, en lugar de energías renovables.

No obstante lo anterior, y aunque se retrasen determinadas decisiones, parece imparable que la sociedad siga concienciada en la lucha contra el cambio climático. A medida que han pasado los años, la concienciación por parte de los europeos ha ido creciendo y eso ha ayudado a que la Comisión Europea impulse medidas regulatorias y programáticas más ambiciosas. En concreto, según el Eurobarómetro sobre cambio climático de 2019, el 93% de los encuestados considera que el cambio climático es un problema grave.

Asimismo, es posible que la crisis del coronavirus ayude a concienciar aún más a la población. Por un lado, son ya varios estudios recientes, como uno de la Universidad de Harvard, que establecen una correlación positiva entre el índice de mortalidad del coronavirus y la contaminación de la calidad del aire. Por otro lado, el Covid-19 nos ha demostrado que hay eventos aparentemente poco probables que pueden ocurrir y transformar la economía y los modelos de negocio. El Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, presentado en Davos, indicaba que el estallido de una enfermedad infecciosa como el coronavirus era un riesgo poco probable aunque con un elevado impacto. Esto suscita una reflexión alrededor de los otros riesgos que aparecen en el Informe del Foro Económico Mundial (como, por ejemplo, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la escasez del agua, los desastres naturales, etcétera) y que, en ocasiones, tienen no sólo más probabilidad de ocurrencia que el Covid-19, sino también un mayor potencial impacto que las enfermedades infecciosas.

Por desgracia, la crisis del coronavirus ha impregnado toda la sociedad y colapsa nuestros medios y conversaciones. Actualmente, como no puede ser de otra forma, solo se habla de los efectos devastadores que la misma está dejando en la salud de las personas y va a dejar en la economía. Pero tendremos que convivir en un entorno donde otros riesgos como el cambio climático, que puede desencadenar graves problemas, siguen presentes. En este contexto existe una oportunidad única de regenerar la economía global teniendo en cuenta la integración de las cuestiones medioambientales en las políticas de reconstrucción que se planteen. De hecho, ya hay muchas voces que consideran que la puesta en práctica del Green Deal (Pacto Verde) en la UE puede ser un elemento clave para dinamizar la economía y generar puestos de trabajo. Precisamente, el 14 de abril de 2020 se publicaba un manifiesto titulado Green Recovery (Recuperación Verde) que defiende que la salida de la futura recesión y la acción medioambiental deben ir de la mano. Entre los firmantes del Green Recovery, figuran ministros de 11 países, 79 eurodiputados de 17 Estados miembro, 37 CEO de empresas (entre otros, el presidente de Iberdrola), 28 asociaciones empresariales que representan a diez sectores diferentes, una confederación sindical que representa a miembros de 90 organizaciones sindicales nacionales y diez federaciones sindicales, siete ONG y seis think tanks.

Por tanto, hoy más que nunca es el momento de actuar y aprovechar la desgracia humana que estamos viviendo para reconstruir un mundo mejor y más solidario con las generaciones futuras, evitando así la aparición de nuevos cisnes negros.

Pablo Bascones es Socio de PwC, responsable de Sostenibilidad y Cambio Climático.

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