Cambios políticos en Israel

Aparentemente, la situación política en Israel es tranquila: tres años de gobierno de Beniamin Netanyahu gracias a una coalición de partidos no muy grande pero estable. Al menos, eso demuestra el hecho de que la mitad de sus miembros se siente en los consejos de ministros del mayor gobierno de Israel en toda su historia y no tengan prisa en abandonarlo. Estamos hablando de un gobierno, formado por personas de la derecha conservadora y por religiosos ultraortodoxos, con un elemento en común: la falta de iniciativa en cualquier terreno. Ehud Barak, que abandonó el Partido Laborista, siendo él el líder, para formar junto con cinco diputados un partido llamado Independencia, no obtendría ahora –según las encuestas– ni un solo diputado. Así que depende de la buena voluntad del primer ministro Netanyahu, que le otorgó cuatro ministerios a su partido. Pero si mañana cayera el Gobierno actual, el partido Independencia pasaría a la historia.

Sin embargo, pese a este aspecto de estabilidad, lo cierto es que pronto puede darse un cambio político en Israel. El causante sin duda es el propio Netanyahu, que queriendo aprovechar su popularidad en su partido ha decidido promover unas primarias para elegir al líder y futuro candidato para las próximas elecciones. Su idea era plantear ahora las primarias y posponer las elecciones generales para noviembre del año 2013. Pero las cosas no van como se esperaba. Si bien ha conseguido convencer a su partido para que dentro de unas semanas se celebren las primarias en el Likud y tener así la victoria asegurada, su decisión ha hecho que en Israel ya se haya generado un ambiente preelectoral.

El popular periodista Yair Lapid ha decidido dejar la televisión para anunciar que se lanza al mundo de la política. Las encuestas ya le dan hasta 15 escaños de los 120 que componen el Parlamento israelí. Sus votantes, en su mayoría, vendrían del partido Kadima, fundado por el ex primer ministro Ariel Sharon y que ganó las elecciones en el año 2006 bajo el liderazgo de Ehud Olmert, aunque en el año 2009 ya no volvió a ganar cuando se presentó con la candidatura de Tzipi Livni.

A raíz de la entrada de Yair Lapid en el ruedo político, otras personalidades han anunciado que se suman a distintos partidos de la oposición de cara a las próximas elecciones generales. Y pronto Arieh Deri, el que fuera líder del partido religioso Shas, volverá a la política tras haber estado en la cárcel por corrupción. Para mi pesar, la ley israelí permite a aquellos que han cumplido condena por este delito poder presentarse a diputado en el Parlamento pasados siete años.

Deri es una de las personas más interesantes y odiadas dentro de la política israelí. Es un hombre de ideas políticas moderadas que ayudó a Yitzhak Rabin a obtener mayoría en el Parlamento para aprobar los acuerdos de Oslo, y que podría sumarse a una coalición de centroizquierda, en caso de fundar un nuevo partido suponiendo que su antigua formación no le permitiese presentarse como candidato a primer ministro. A diferencia de Lapid, que representa más al sector de centroizquierda, Deri representa al sector de centroderecha en la sociedad israelí, y podría sumarse a una coalición dispuesta a llegar a un acuerdo con los palestinos sobre la base de los parámetros de Clinton y la Iniciativa de Ginebra.

Beniamin Netanyahu va a hacer todo lo posible para que las elecciones sean dentro de dos años, pero es difícil que lo consiga, ya que en las últimas semanas en Israel se respira un ambiente preelectoral y eso implica que los miembros de la coalición de gobierno van a intentar desmarcarse para encauzar su propia campaña electoral y no parecer que se esconden bajo la sombra del partido que lidera el Gobierno.

El primer partido candidato a abandonar la coalición es el liderado por el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, pero también el Shas puede hacer lo mismo y así, desde la oposición, prepararse para la doble batalla: contra el Likud de Netanyahu y contra el partido que forme su antiguo líder, Arieh Deri. Y desde el momento en que uno de estos partidos deje la coalición, el Likud se quedaría en minoría y habría, por tanto, que adelantar las elecciones. En definitiva, ya se ha abierto la veda.

Por Yossi Beilin, exministro de Justicia israelí, arquitecto del proceso de paz de Oslo.

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