Camino del centenario

El 28 de enero de 1920, con el nombre de Tercio de Extranjeros, se publicaba el decreto de creación de la Legión española. Nadie podía intuir que aquella unidad, que se constituía «como ensayo», iba a convertirse en el más importante y trascendente hecho militar de la reciente historia de nuestros Ejércitos. En sus cien años ha sido referente y modelo a seguir por todas las unidades del Ejército español.

El 20 de septiembre fue la fecha elegida por su fundador, general Millán-Astray, para conmemorar su nacimiento. Día en que se alistó el primer legionario. Significativa elección. Lo español era Tercio; lo importante y trascendente: el legionario.

La Legión se hace centenaria. Momento para hablar de este glorioso Cuerpo, en el que han servido miles de españoles y extranjeros al servicio de España, dándolo todo sin recibir nada a cambio. No disponemos de la cifra de alistados hasta el día de hoy. Importante dato que animamos a que se investigue. Sabemos que entre 1920 y 1931 se alcanzó la cifra de 24.000 afiliados.

Sabemos el escalofriante resumen de su generosidad: 9.722 muertos, 35.000 heridos, mil desaparecidos. Cerca de 46.000 bajas. Su bandera luce siete laureadas de San Fernando y doce medallas militares colectivas. Sus héroes: veintitrés laureadas de San Fernando y 211 medallas militares individuales. Nada para tanta entrega. Hay muchos más. Incógnitos todos. Nadie aspire a saber quiénes son. «Legionarios a luchar, legionarios a morir». Contraseña y resumen de cien años. Quienes los hemos mandado quedamos marcados por ellos. Por su ejemplo de entrega y valor. Por su humildad. Para siempre.

La Legión tiene algo que trasciende por encima de una unidad militar. Es algo más. Parece arrancada de las entrañas del sentir de la calle. ¿Quién no tiene un familiar, un amigo, un conocido que fue o es legionario? Se dice como mérito, con orgullo, sin color ni partido. Por eso este centenario no es solo militar. Es de todos los españoles. Supo su fundador que «es imprescindible para la vida de la Legión que se hable de ella, que la conozcan, que no se olvide, que hasta es aceptable la propaganda negativa; en una palabra, la que habla mal de la Legión o de los que la componen». Millán Astray pronto filió honoríficamente a paisanos que hablasen de aquel Cuerpo. El primero fue precisamente un periodista de ABC, don José Ortega Munilla, padre de don José Ortega y Gasset, que en crónica del 6 de enero de 1921 decía: «Allí (en Riffien) me confirió Millán el honor de filiarme entre los legionarios…». Era el primer legionario de honor. Hoy las hermandades de antiguos legionarios y la Agrupación de Legionarios de Honor José Ortega Munilla encuadran a todos los que desean estar cerca de este glorioso Cuerpo.

¿Cuál es su misterio? Unas austeras reglas que convierten a sus hombres en hermandad: el credo de la Legión. La disponibilidad permanente de su vida en el cumplimiento de la misión. Insoportable a todas luces. Prodigioso y extraño credo, humano a fuerza de ser severo y duro.

Hace algunos años la disolución de la Legión estuvo a punto de ser firmada por el ministro de Defensa. Hubo que derramar sangre para demostrar quiénes eran los legionarios. Su valor y honor la salvaron, con el firme apoyo de nuestro Rey.

La primavera del año 1993, en Bosnia-Herzegovina, se tiñó de sangre española. El teniente Arturo Muñoz Castellano moría a consecuencia de las heridas sufridas por una granada cuando transportaba plasma y medicinas al hospital de Mostar. Encabezaba la lista de los veintitrés muertos de aquella misión. El premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional fue su recompensa. Han sido muchos los legionarios y soldados españoles que han muerto por la ansiada paz. No era una nueva Legión, era el espíritu de siempre, que sabe adaptarse a lo que la misión requiera.

Ser legionario es obedecer, cumplir con tu deber hasta morir. Ser legionario es no quejarse de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño, hacer todos los trabajos, cavar, arrastrar cañones, carros; estar destacado, hacer convoyes y trabajar en lo que le manden. Si esto es así, y así continúa, la Legión será eterna.

Porque «es la república mejor y más política del mundo, en que nadie espere que ser preferido pueda, por la nobleza que hereda sino por la que él adquiere...».

Rafael Dávila Álvarez fue general Jefe de la Legión.

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