¿Campaña patriótica? No, gracias

Ni el boxeo es un arte ni el patriotismo un valor. Ni el boxeo ni las patrias pueden sobrevivir sin campo de batalla y víctimas humanas. El boxeo y la patria desprenden un tufo insoportable de gónadas masculinas agresivas, del todo impropio en la época de la igualdad de género y la búsqueda de soluciones no violentas a los conflictos. A muchos da igual. Estados Unidos se dedica un homenaje patriótico en la figura de Muhammad Alí, el símbolo invencible de los puñetazos fulminantes. La izquierda alternativa pretende cambiar España en nombre del patriotismo, este maldito invento protoeuropeo que ha segado millones de vidas. Alguna de las persones candidatas de Podemos tendría que aclarar como se puede ser feminista y patriota. Alguien debería explicar a Pablo Iglesias que el patriotismo cosmopolita no existe, del mismo modo que no se puede ser patriota y plurinacional.

Un sabio teutón llamado Jürgen Habermas, enamorado de la palabra 'patria' a pesar de que los alemanes han escaldado a medio mundo por amor a la propia, desarrolló la teoría del patriotismo constitucional. El patriotismo, clásico o moderno, iba ligado a la identidad y al tópico horaciano de lo dulce que es morir por la patria. Como ya no cuela, en vez de condenar la palabra 'patria' al pozo de los conceptos execrables, junto a la servidumbre o el despotismo, arranca el patriotismo de la nación y la identidad y lo deposita en las constituciones, con el argumento de que los valores constitucionales son compartidos por todo el mundo. Puro dadaísmo filosófico. En relación con las constituciones, como mínimo cumplimiento y como máximo adhesión, sin poner en juego unos mecanismos emocionales en extremo peligrosos. Si seguimos el hilo del razonamiento de Habermas, habría que reservar el patriotismo para la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a ver si alguien es capaz de defenderla salvajemente.

¿A qué patriotismo se refieren los podemitas? ¿Al de los pronunciamientos, el 'Todo por la patria' y las 'almas de charol' o al de la Constitución, fundamento de este régimen que pretenden cambiar de abajo arriba? Es muy probable que ni lo uno ni lo otro, sino que se trate de una importación latinoamericana. Por si alguien no lo recuerda, el grito de guerra de Fidel Castro, repetido sin desfallecer era: «Comunismo o muerte, patria o muerte, venceremos». Si la dictadura castrista ha durado tanto, no es porque los cubanos hayan creído jamás en el comunismo, sino porque son víctimas de su patriotismo ingenuo. Como los venezolanos de Chávez y Maduro, por ejemplo, y así les va.

El patriotismo de los Estados nación a la europea es insalvable. El patriotismo constitucional ilustrado es un subterfugio inaplicable a España, del todo incompatible con los que no se sienten representados por el sistema. Iglesias apela a la socialdemocracia para quitarle votos al PSOE. Quizá también pretende engañar a alguien si se apodera del primer tótem de la derechona, la patria. A no ser, insisto, de que se trate de patriotismo revolucionario latinoamericano. Lástima que este patriotismo sea tan primario, tan populista y tan antimperialista. Aún oiremos a Iglesias, no sé si a Garzón, lanzando vivas al patriotismo contra el límite del déficit, al patriotismo contra los recortes, al patriotismo contra Bruselas y la troika, al auténtico patriotismo anticapitalista socialdemócrata y glorificando el patriotismo como fundamento de la igualdad y la justicia social.

Dado que la lepra del patriotismo se contagia y la derecha no se dejará tomar esa bandera como si nada, es de temer que el PP se envuelva en ella, y que incluso C's o el PSOE le pasen por delante. ¡Solo nos faltaba una campaña de puñetazos patrióticos! En contrapartida, y a pesar de la repugnancia que debería despertar, o precisamente por eso, el lema de Podemos puede tener un efecto benéfico en Catalunya: conseguir, no del todo y para siempre jamás y sí por una buena temporada, que unos cuantos soberanistas destierren la palabra patriota, y no vuelva a salir de las bocas de algunos líderes que cuando la pronuncian casi les salen disparados los dientes. ¿Se puede ser nación, incluso Estado, y execrar de las patrias? De eso va la Unión Europea, o de eso debería ir.

Con objeto de salvar la papeleta y el papelón, los podemitas aún disponen de un recurso conceptual: especificar que no son patriotas de la España del pasado ni del presente sino la del futuro. Algo rocambolesco y cogido por los pelos, pero más plausible que el patriotismo constitucional, nada agresivo y menos cargado de anticuerpos que hagan dudar a sus votantes periféricos. El eslogan que sintetizaría esta salida del laberinto no es malo. 'Patriotas del futuro'. Tiene la ventaja de provocar sonrisas.

Xavier Bru de Sala, escritor.

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