Campus Faes: porque las ideas importan

Las ideas importan. Las ideas mueven el mundo. Las ideas tienen consecuencias. En política, las buenas ideas tienen buenas consecuencias, y las malas, malas consecuencias. Winston Churchill afirmó que se puede gobernar sin ideas, pero que no se puede llegar al gobierno sin ellas. Los principales líderes políticos del siglo XX han dado la mayor importancia a las ideas. Churchill, Roosevelt, Reagan y Thatcher son buenos ejemplos. En el lado totalitario, Hitler, Mao, Stalin y Lenin, también.

Conscientes de la importancia que tienen las buenas ideas y las buenas políticas públicas que en ellas se inspiran, las sociedades de los países más desarrollados del mundo han estimulado el desarrollo de los centros de pensamiento, los denominados think tanks. No son ni universidades (no se dedican a la enseñanza ni a la investigación teórica), ni ONG (se dedican a pensar, no a gestionar recursos), ni lobbies. Son fábricas de ideas.

Nacieron en el Reino Unido en el siglo XIX como foros de reflexión en el ámbito de la política internacional, y en el siglo XX adquirieron gran influencia en Estados Unidos. La Fundación Heritage, el Instituto CATO, el Hudson Institute, la Brookings Institution, el Instituto Hoover, el CSIS, el American Enterprise Institute son hoy referentes en la sociedad estadounidense. En Europa, el Institute of Economic Affairs, que fue el cerebro del Gobierno Thatcher, el Adam Smith Institute, el Centre for European Reform, el Stockholm Network, la Fundación Konrad Adenauer, Timbro y la Red Europea de Ideas son instituciones cada vez más activas e influyentes.

En España, el desarrollo del sector de los think tanks está aún en fase embrionaria. En un reciente estudio publicado en Estados Unidos por el Foreign Policy Research Institute, España figuraba en la posición 20 del mundo por número de think tanks, con 49 fábricas de ideas. De entre los think tanks» más influyentes del mundo sólo figura uno español de vocación nacional: la Fundación Faes.

Faes cumplirá su vigésimo aniversario el próximo año. Allá por 1989, su presidente, José María Aznar, la puso en marcha para nutrir de pensamiento político, económico y social al Partido Popular. Allí tomaron cuerpo a principios de los años 90 del siglo pasado las políticas de equilibrio presupuestario, de rebajas de impuestos, de privatizaciones de empresas públicas, de apertura a la competencia de los mercados, de libertad de comercio, de reducción del tamaño del sector público, de apuesta por el acceso al euro, de firmeza y respeto a la ley en la política antiterrorista, de supresión del servicio militar obligatorio, de refuerzo de la independencia de la Justicia, de creación de un Ministerio de Medio Ambiente, de mejora de la calidad de la educación, de refuerzo de la proyección de España en el exterior, en fin, de tantas ideas nuevas en el programa político de un partido con vocación de gobierno en España. Con la victoria electoral y el Gobierno de Aznar a partir de 1996, todas estas ideas sirvieron para reformar profundamente las políticas aplicadas hasta entonces y dar un impulso histórico a la modernización de España. Durante estos casi 20 años, Faes ha dado respaldo ideológico al proyecto político del Partido Popular, con lealtad inquebrantable a España y a la idea de libertad.

Y no lo ha debido hacer muy mal, porque el actual líder socialista y presidente del Gobierno ha prescindido de un ministro de su Gobierno para ordenarle poner en marcha una factoría de ideas a imagen y semejanza de Faes. En una reciente entrevista, Jesús Caldera sólo citaba a Faes como referente de la futura fundación socialista. Bienvenida sea la competencia.

Porque lo cierto es que en España, más allá de las contiendas electorales, la batalla de las ideas tiene un claro vencedor, que no es precisamente la izquierda. Y es que ¿quién habría imaginado hace apenas 10 años escuchar al líder del PSOE afirmar que «bajar los impuestos es de izquierdas», verle presumir de superávit presupuestario o verle reaccionar ante una crisis económica suprimiendo el impuesto sobre el patrimonio y anunciando reformas económicas liberalizadoras? ¿Quién habría apostado entonces a que veríamos hoy a un ministro de Industria de un Gobierno de izquierdas presumir de ser «más liberal que los del PP»? ¿Quién habría sido capaz de adivinar que el actual ministro de Trabajo sacaría pecho de algo tan genuinamente liberal como hacer cumplir la ley de forma escrupulosa en materia de inmigración frente a la política antiliberal del «papeles para todos»?

Tan importante como producir ideas es defender aquellas en las que uno cree. La libertad sucumbe antes sus enemigos si sus defensores renuncian a su defensa. El monumento a los caídos en la guerra de Corea erigido en el Mall de Washington ilustra sobre algo no evidente: «Freedom is not for free», la libertad no es algo gratuito. Y es que, como afirmó Edmund Burke, «para que triunfe el mal sólo hace falta que los hombres buenos no hagan nada». Quienes creemos en la libertad y en la nación española estamos obligados a no dejar de batallar en su defensa. A esta misión está dedicado el Campus Faes.

Una de las más sutiles amenazas de la libertad es la «corrección política». En las sociedades totalitarias lo políticamente correcto es una regla que impone a las personas la pauta de conducta aceptada por el poder, y quienes se atreven a desafiarla corren riesgos. La dictadura comunista de la antigua Alemania oriental era la RDA, una «república democrática». El golpe de Estado de Fidel Castro fue una «revolución». En la Cuba castrista, los demócratas disidentes son «subversivos corruptos vendidos al Imperialismo yanqui», y pagan con su vida o con su libertad su desafío a la corrección política.

Pero las sociedades libres también sufren cada día la tiranía invisible de lo políticamente correcto. Con esa sutil imposición se limita la libertad individual y su responsabilidad. Afirmó George Orwell que «libertad significa el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír». Hasta anteayer, en España los terroristas eran «hombres de paz» y los atentados terroristas «trágicos accidentes mortales». Quienes llamaban terroristas a los terroristas y atentados a los atentados eran detestables crispadores y peligrosos ultraderechistas. La corrección política impide asimismo afirmar que la energía nuclear es una fuente de energía que ayuda a luchar contra el cambio climático y reduce la dependencia energética de dictaduras políticamente inestables. La corrección política también impide afirmar que la democracia liberal es posible en Oriente Próximo, que el Islam discrimina a la mujer y criminaliza a los homosexuales o que las FARC son una banda terrorista, narcotraficante y mafiosa que amenaza la democracia colombiana. En Faes creemos que todo eso se puede y debe decir y escuchar. Porque está en juego nuestra libertad.

En estos tiempos que corren, también es políticamente incorrecto afirmar que la nación española de ciudadanos libres e iguales se ve amenazada por estatutos de autonomía que ponen los territorios por delante de las personas y los derechos colectivos por delante de los derechos individuales.

Tampoco es hoy políticamente correcto hablar de crisis económica. De lo contrario, se es un antipatriota. En Faes creemos que España está inmersa en una grave crisis económica y nos proponemos lanzar nuevas ideas para afrontarla y superarla. Y sin presumir de patriotas.

Es políticamente incorrecto también afirmar que la libertad sigue amputada hoy de forma dramática en el País Vasco y que en esa batalla en defensa de la libertad han jugado y siguen jugando un papel crucial los foros cívicos. Faes renuncia a la corrección política y reunirá a la Fundación Miguel Angel Blanco, la Fundación Libertad, el Foro Ermua y la Asociación de Víctimas del Terrorismo para subrayar la importancia de que desde foros ciudadanos se complemente el papel insustituible del Estado en la lucha contra la lacra terrorista.

En estos tiempos del autodenominado «gobierno de los derechos», resulta radicalmente incompatible con la corrección política afirmar que los ciudadanos que residen en algunas partes del territorio nacional se ven privados de algunos derechos tan legítimos y elementales como el de elegir el castellano como la lengua en la que, junto a otra lengua oficial, sus hijos sean escolarizados. Faes se anticipó a este debate y publicó el pasado año un libro titulado ¿Libertad o coacción? Políticas lingüísticas y nacionalismos en España, coordinado por Xavier Pericay. El debate abierto entonces ha cobrado hoy plena actualidad gracias a la campaña de difusión del manifiesto en defensa del derecho de todos los escolares españoles a estudiar en nuestra lengua común, el español, liderada por EL MUNDO. Los expertos y líderes cívicos congregados por Faes potenciarán este imprescindible debate.

Quienes desafíen la corrección política y estén interesados en todas estas ideas, así como quienes quieran escuchar opiniones fundadas sobre una posible transición democrática en Cuba, quienes quieran conocer de la mano del ministro de Defensa colombiano la verdad sobre los presuntos vínculos de la banda narcoterrorista de las FARC con ETA, tienen una cita ineludible en el Campus Faes que hoy se inicia.

Jaime García-Legaz, secretario general de la Fundación Faes y diputado por Murcia.