Canon

Una influyente revista de cine norteamericana confirma cambios en el canon de las diez mejores películas (según los mejores críticos de USA). Ya no es Citizen Kane (Ciudadano Kane) de Orson Welles la indiscutible number one. Desde hace más de diez años de manera intermitente, y ahora de forma «oficial», se impone como número uno Vértigo (De entre los muertos), de Alfred Hitchcock. Quiero dedicar esta Tercera estival a proponer el canon que en este momento osaría fijar. Pero, dada la libertad que la escritura de un artículo genera, y al no tenerlo que cotejar con otros cánones, evitaré la escueta enunciación de las diez películas. Estableceré diez constelaciones y, dentro de cada una de ellas, una película predominante (y dos o tres que le hacen cortejo, casi todas del mismo director).

La primera constelación estaría encabezada, sin duda, por Vértigo, De entre los muertos. Es, a mi modo de ver, la más compleja y la más hermosa. Se trata de un poema trágico de imagen y sonido: una sinfonía visual. Casi media hora de persecución silenciosa en automóvil a través de las empinadas calles de San Francisco, con estancias en una floristería, en el cementerio de la Misión Dolores, en el Museo de la Legión de Honor, en las proximidades del Golden Gate, y por los mágicos alrededores de esta ciudad (escenarios junto al mar, un bosque de sequoias). Con Kim Novack y James Stewart en las mejores interpretaciones de sus carreras. Y la música de Bernard Herrman, perfectamente acoplada a esas estancias y a los recorridos dentro y fuera de la ciudad.

Si el canon se ensanchase, esta constelación acogería sin duda Con la muerte en los talones (North by Norwest), también de Alfred Hitchcock y Bernard Herrman, la más genial comedia de intriga de la historia del cine, en la que un publicista acaba convertido en Kaplan, un ser inexistente inventado por los servicios secretos de la FBI para despistar al enemigo. Y de Hitchcock añadiría otra maravilla:

La ventana indiscreta (Rear Window). La segunda constelación nos lleva a un escenario bélico: una película itinerante en lancha motora, remontando un río en dirección al mismísimo corazón de las tinieblas. Es Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola. Esta grandísima película sigue un recorrido con numerosas estaciones; una de ellas, la guerra con Napalm y los bombardeos al ritmo de la cabalgata de las Walkirias. Antes del encuentro entre Marlow (Martin Sheen) y Kurtz (Marlon Brando) puede verse, en la versión actual, una importante secuencia: el descanso de Marlow en la colonia francesa.

En esta constelación de Francis Coppola podríamos incorporar, en un canon ampliado, una película extraordinaria: La conversación. Toda ella gira en torno a una enigmática conversación en una plaza grabada por especialistas. Y desde luego la trilogía de El padrino, rodada en distintos tiempos.

La tercera constelación nos conduciría a Godland (Suecia), en la isla donde Ingmar Bergman vivió su romance con Liv Ullmann, protagonista, junto con Bibi Andersen, de la tercera película de mi canon:

Persona. Una actriz de teatro se queda en silencio en plena representación de Electra, y la enfermera que la cuida no para de hablar; genial estudio sobre una mujer y su doble. Junto a ella incluiría —en un canon ampliado— Como en un espejo y Gritos y susurros, también de Bergman. La cuarta constelación puede gozar de consenso, pues Stanley Kubrick tiene muchos seguidores. Pero dudo que muchos me sigan en la que elijo, plenamente convencido de mi decisión, como la cuarta película de mi canon: Eyes wide shut. Memorable paseo por la noche neoyorkina, con Tom Cruise como sostén del peso entero de la película sobre el cual Nicole Kidman entona magníficas arias operísticas, sin perder nunca su carácter de madre de familia. Todo vuelve, todo se repite: el recorrido nocturno se prolonga, el día siguiente, en las mismas estaciones. En medio de esas dos partes asimétricas: una orgía de Gente Muy Importante, con máscaras venecianas cada vez más siniestras y una salmodia pseudo-gregoriana de fascinante hechura musical. Añadiría, en un listado mas generoso, 2001, Odisea en el espacio; Elresplandor ( Shining) y Senderos de Gloria ( PathofGlory). La última, por su incursión en la guerra de trincheras de la primera con--tienda mundial. La primera, por su extraordinaria ambición: desde el homínido hasta el Superhombre; la segunda, por convertir un vulgar jardín con setos recortados en forma de animales (en la novela de Stephen King) en un laberinto como el de Dédalo.

Sigue una quinta constelación que nos traslada a suelo ruso, con Andrei Tarkovsky, de cuyas siete grandísimas películas destacaría por su extravagante belleza Nostalghia, rodada en Italia, en Bagno Vignoli y en el Campidoglio de Roma. Una elección difícil por la calidad de sus dos últimas películas que le acompañan, Stalker ( La Zona) y Sacrificio.

La sexta constelación retrocede al cine mudo, y se postra ante Metrópolis (de Fritz Lang y su esposa Thea von Harbow): la ciudad aérea suspendida en puentes colgantes entre rascacielos y la oscura ciudad de los obreros en cuya plaza principal desembocan numerosas avenidas. Y hasta una ciudad subterránea, a modo de catacumbas, donde María imparte sus discursos sobre la Torre de Babel. Esta constelación podría acoger también la gran película de Ridley Scott Blade Runner, con sus replicantes y la ciudad de los comercios siempre en la oscuridad y en eterna lluvia, frente a los vehículos aéreos que conducen pasajeros más allá de la Tierra.

La séptima constelación nos trasladaría a Japón, y a la trinidad de Kenji Mizoguchi ( Cuentos de la luna pálida), Jasujiro Ozu ( Elsabor delsake) y Akira Kurosawa ( Ran). Destacaría la de Mizoguchi por su fuerza poética (seguida de la mística zen de las pequeñas cosas de Yasujiro Ozu; y con medalla de bronce el élan épico y guerrero de esa recreación de ElreyLear, en clave masculina, de Akira Kurosawa).

La octava nos llevaría a Italia, donde tendría predilección por Roberto Rossellini, y de él Alemania año cero ( Germania anno zero): trágico suicidio de un niño el día siguiente de la destrucción de un mundo, con la voz de Hitler en un disco de 78 revoluciones que se quiere vender a los soldados americanos de la ocupación. Y como cortejo, Stromboli y Viaggio inItalia ( Te querré siempre), del período de unión de este director con Ingrid Bergman. Añadiría también Blow- up y La notte ( Lanoche) de Michelangelo Antonioni. La novena constelación es española. Destacaría El ángel exterminador, del período mexicano de Luis Buñuel, y junto a ella, del mismo director, su hilarante comedia surrealista El fantasma de la libertad.

Y la última constelación sería propiedad de David Lynch (al que ya dediqué hace poco un texto en estas páginas), de quien elegiría Mullholand Drive, acompañada por Carretera perdida (Lost Avenue) y su emblemática Terciopelo azul (Blue Velvet).

He dejado para otra ocasión a Orson Welles. Todo lo suyo es bueno, y no sabría destacar ni tan siquiera ese monarca fílmico destronado que es Ciudadano Kane.

Eugenio Trías Sagnier, catedrático de Filosofía.

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