Capeando el temporal: la gobernanza en la zona euro

Capeando el temporal: la gobernanza en la zona euro en los buenos tiempos y en los turbulentos.

Puntos destacados:

  • El euro es y seguirá siendo una moneda sin Estado. Las revisiones de los tratados y los referendos fracasados han echado por tierra la idea de que el euro era un paso en el camino hacia la unión política europea. Esto tiene consecuencias para la estructura de gobernanza de la zona euro.
  • La compleja estructura de gobernanza de la zona euro fue elaborada sobre la base de que la prevención haría innecesario establecer medidas de gestión de crisis. Este argumento está siendo puesto a prueba ahora.
  • La experiencia de la crisis demuestra que al sistema de gobernanza de la zona euro le faltan ciertas propiedades cruciales: velocidad de reacción, facultades discrecionales para elaborar sus políticas y procesos de toma de decisiones centralizado. Estas carencias han minado el estatus internacional del euro porque han surgido dudas en cuanto a su eficacia como moneda en tiempos turbulentos.
  • El euro ha demostrado ser una moneda atractiva en los tiempos de bonanza para países e inversores mucho más allá de sus fronteras. Sin embargo, queda por ver si su gobernanza es lo suficientemente fuerte como para sobrevivir como moneda adecuada para los momentos difíciles.

El euro ha sido, es y seguirá siendo una moneda sin Estado. Hace 10 años, o incluso hace cinco, muchos en Europa hubieran cuestionado este argumento porque veían la moneda única como un paso fundamental que llevaría hacia la unión política. Sin embargo, tras varias revisiones de los tratados europeos y unos cuantos referendos fracasados, esta perspectiva se ha desvanecido. Incluso si el Tratado de Lisboa, que contiene la mayoría de las disposiciones del fallido tratado constitucional, llega a ser ratificado, se ha perdido el impulso. A efectos prácticos, hay que considerar al euro como una moneda huérfana.

La estructura de gobernanza producida por esta situación es compleja. Las opciones elegidas en el momento del Tratado de Maastricht –unión monetaria sin un presupuesto federal importante, limitada coordinación de las políticas presupuestarias y estructurales, ausencia de supervisión financiera integrada, ningún contrapeso político potente al Banco Central – fueron planteadas por sus artífices como temporales. Se esperaba que, con el tiempo, surgiera una estructura de gobernanza de tipo más federal. Los principales protagonistas de la negociación, Alemania y Francia, no coincidían en cómo sería esta estructura pero compartían el mismo sueño: ambos esperaban que el euro acelerase el proceso de integración.

Aún es posible e incluso deseable llevar a cabo reformas no demasiado ambiciosas. Pero en general, el euro está destinado a vivir con esta estructura de gobernanza en los próximos años. Ello no quiere decir que vaya a fracasar. De hecho, ha tenido un gran éxito en sus primeros 10 años de existencia. El euro ha proporcionado estabilidad de precios en países que anteriormente eran propensos a la inflación. Ha sido un refugio frente a crisis monetarias. En general, ha promovida la disciplina presupuestaria. La moneda única ha atraído a cinco nuevos miembros, que se sumaron a los 11 iniciales, y muchos países de Europa quieren adoptarla.

En el escenario mundial el euro también ha sido un éxito. Aunque la investigación aquí presentada confirma que el euro no ha llegado a ser un rival del dólar como moneda principal en el mundo, sí se ha convertido en una moneda regional fuerte en Europa y la región mediterránea. Varios países de la zona lo han adoptado de facto; algunos han vinculado sus monedas al euro, y muchos se han “euroizado” por lo menos parcialmente.

La cuestión que abordamos en este estudio es si la estructura de gobernanza de la zona euro impide avances adicionales en el papel internacional y la influencia de esta moneda. ¿El carácter incompleto de la integración europea está condenado a interpretarse como una debilidad persistente? ¿O bien el resto del mundo acabará aceptando, y adaptándose, al carácter sui géneris de la moneda europea?

Esto podría haber quedado en una cuestión abstracta e insoluble. De hecho, mientras el tema de la gobernanza era objeto de debate entre académicos y políticos europeos, el resto del mundo, como es comprensible, le prestaba escasa atención. Sin embargo, la llegada de la crisis ha sometido a la gobernanza europea a una prueba inesperadamente severa. El euro fue introducido durante el período de macroeconómico de la “gran moderación” y se benefició de ese período durante los primeros ocho años y medio de su existencia. Pero los 12 meses siguientes fueron más agitados y los últimos seis meses de su primera década han sido particularmente turbulentos. Lo que demuestra esta experiencia limitada es que hay una gran diferencia entre lo que se puede esperar de un sistema de gobernanza en los buenos tiempos y en los malos. En el momento de escribirse este estudio (a comienzos de 2009), ya se pueden extraer varias lecciones de esta experiencia. Y llegarán seguramente muchas más.

Para abordar este tema, empezamos la sección 1 con una breve explicación de nuestro marco conceptual. La sección 2 está dedicada a evaluar el rendimiento de la zona euro cuando las condiciones eran favorables. La gobernanza durante los tiempos turbulentos es examinada en la sección 3. Sacamos lecciones aplicables a la gobernanza en el apartado 4, y en el 5 concluimos con un análisis de las implicaciones para el papel internacional del euro.

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Jean Pissani Ferry, Director de Bruegel, y André Sapir, Senior Fellow de Bruegel y profesor de Economía de la Université Libre de Bruxelles.