Carnaval y Cuaresma

Los días previos al Miércoles de Ceniza, que es cuando empieza la Cuaresma, son los días de Carnaval. Tres días de Carnaval y cuarenta de Cuaresma. Pero, lo que son las cosas, los tres días de Carnaval hacen mucho más ruido que los cuarenta días de Cuaresma. Dicen que «el bien no hace ruido, y el ruido no hace bien». Esta idea es aplicable al tema que nos ocupa.

Como en Carnaval las personas se disfrazaban, bebían y bailaban incontroladamente, los abusos se multiplicaron, porque muchos aprovechaban el anonimato de las máscaras y los disfraces para cometer tropelías de todo tipo. Para evitar heridos, muertes, robos, asaltos y otros delitos, se prohibieron los Carnavales. ¿En toda España? En casi toda España. Se mantuvieron en Cádiz y en las islas Canarias.

Vinieron entonces unos años de purificación del Carnaval, ya que se convirtieron principalmente en unas fiestas vistosas, con trajes espectaculares, versos burlescos, desfiles, canciones y música bailable.

Recuerdo dos Carnavales en Canarias que tuve ocasión de presenciar hace casi medio siglo: se vivía apasionadamente, pero con la inteligencia suficiente de controlar los excesos. La Reina del Carnaval era una mujer de una belleza extraordinaria, y estaba rodeada de otras mujeres vestidas con trajes fantásticos, y todos disfrutábamos de unos desfiles espectaculares que duraban varias horas. Mucha gente, de toda procedencia social, cultural y económica, se disfrazaba y celebraba la fiesta. Como alguien me recordaba hace poco, entonces eran mujeres de las de verdad, porque todavía no habían llegado las cosas que luego se han extendido.

Se bebía, se bailaba, se bromeaba, se charlaba… En la isla de La Palma tenían la costumbre de echar polvo de talco sobre la ropa, y conservo en mi memoria la imagen de un niño de unos tres años, agarrado de la mano de su padre, echando polvos de talco en mis zapatos, porque no llegaba más alto.

Ciertamente, los tiempos han cambiado. Antes y ahora hay quien se disfraza para esconder su rostro, para ocultar su desfachatez, para hacer lo que quiere sin ser reconocido. Alguien escribió que es justo que todos los trabajos tengan sus vacaciones, pero no hay derecho a tomarse vacaciones «de ser hombres», de la dignidad humana, de ser persona… Renunciar a esto es inhumano.

El Carnaval resulta una excusa para vivir del instinto, como si la faceta biológica, que es la que nos relaciona con los animales, fuera la principal, dejando de lado las facetas psicológica y espiritual, tan necesarias para el ser humano.

Regresa el Carnaval, pero el motivo de los tres días de Carnaval son los cuarenta días de Cuaresma. El sentido del Carnaval es despedirnos de la vida egoísta, de mirar todo desde mi capricho, conveniencia, interés, y prepararnos a la Cuaresma que, aunque se consideran unos días de sacrificio, renuncia y dominio de uno mismo, son días de oración y penitencia, y esencialmente son días de pensar más en Dios y en los demás… El centro de la Cuaresma es Jesucristo, y el camino es la humildad.

No hace falta ser un lince para percatarse de que la mayoría de los que viven y disfrutan el Carnaval, desconocen su origen, su sentido y su significado. Por eso, para muchos se han convertido en tres días de excesos de todo tipo. Sin más sentido.

Después del Carnaval, llega la Cuaresma. Pero ese es otro tema… ¿Seguro?

Federico Daniel Jiménez de Cisneros y Baudín es profesor de Historia.

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