Carta abierta de un europeo alemán

Estimados griegos e italianos: nos encontramos ya en el segundo año de la crisis del euro, en el transcurso de la cual se han producido en ocasiones disonancias importantes entre nuestros países. Lamentablemente, son sólo nuestros políticos los que se reúnen para negociar. Nos faltan un idioma y una cobertura mediática comunes que nos permitan intercambiar opiniones. Por ello ha llegado la hora de que nos comuniquemos de ciudadano a ciudadano. Escribo esta carta para que comprendáis por qué los alemanes tenemos actualmente un sentimiento negativo cuando pensamos en Europa. Y os quiero proponer un pacto, al margen de la política, para proteger y mejorar nuestra Europa.

Comprenderéis que los acontecimientos de las últimas semanas nos hayan, digamos, irritado un poco. Cuando nuestro Parlamento discute la posibilidad de destinar enormes cantidades a un plan para rescataros, tenemos la impresión de que vuestros gobiernos no están muy dispuestos a cumplir su parte del trato. Grecia apenas ha avanzado con la reforma del aparato estatal; e Italia aprobó en un primer momento un ambicioso paquete de ahorro y reformas, pero cuando el BCE hizo responsable de la deuda a toda la zona euro y acaparó los empréstitos italianos, las medidas más importantes del paquete desaparecieron súbitamente. Comprenderéis que sintamos que nos han tomado un poco el pelo. Y que cada vez más alemanes y otros ciudadanos de la zona euro se plantean por qué debemos llenaros las manos de dinero si vosotros mismos no termináis de contribuir a vuestro propio rescate.

No escribo estas palabras desde la avaricia o la arrogancia. Lo hago porque me preocupa que la paciencia de mis conciudadanos se agote en breve y que obliguen a los políticos a cerrar el grifo. Entiendo a mis compatriotas cuando se preguntan por qué deben echarse al hombro los planes de rescate y responder por la deuda pública italiana y griega como coavalistas del BCE. Como también nosotros hemos acumulado obligaciones, nuestra decreciente población tendrá ahora más problemas para liquidar sus deudas. Deben existir buenas razones para que además debamos responder por los descuidos de otros. Conservar Europa es una buena razón, pero nos lo pondríais más fácil si tuviéramos la impresión de que os exigís a vosotros mismos antes de pedir ayuda a los demás.

Antes de que el malestar del norte se convierta en tempestad, quisiera proponer un pacto a los ciudadanos de nuestros países. Para ayudaros. Pero no de forma que todo siga igual. Resultaría irresponsable darle más dinero a vuestros gobiernos, que hacen desaparecer cualquier cantidad que tocan, sin poner ciertas condiciones. Sería como proporcionar nuevas dosis de droga a un toxicómano.

Es necesario que los mercados y nuestros políticos sostengan la presión sobre vuestros políticos. Sólo entonces se verán forzados a abordar las reformas necesarias, con las que vuestras finanzas públicas tendrán una base más segura y vuestro sistema económico y empresarial volverá a ser productivo.

Queremos ayudaros a superar tiempos difíciles, pero sólo una vez que cumpláis con vuestra parte. Eso implica que vuestros políticos dejen de culpar de la miseria sólo a los especuladores, y en su lugar comprendan que la crisis es el resultado de una década de políticas irresponsables, implantadas por personas elegidas por vosotros, razón por la cual no podéis libraros sin más de la responsabilidad.

Solo podréis salir reforzados de esta crisis si rompéis con vuestro sistema anquilosado que contiene numerosos privilegios e intereses particulares y restringís la evasión fiscal. Este trabajo corresponde tanto a los políticos como a los ciudadanos. Esto implica que cada uno de vosotros dejéis de ayudar al Estado a retener la adopción de medidas necesarias y que pidáis una factura al médico de la esquina, al peluquero y, en general, en todas partes. De otro modo nunca estaréis en posición de compartir las tareas comunitarias.

Aún quedan en Alemania muchos europeos convencidos. Hemos conseguido muchas cosas juntos y no queremos dejaros solos. Deseamos contar con una Grecia y una Italia mejores. Pero eso sólo será posible si no os aferráis a viejos planteamientos y hábitos. Estamos dispuestos a ayudar. Pero ante todo debéis ayudaros vosotros mismos.

Por Clemens Wergin, periodista y analista político. El autor invita a participar en un debate paneuropeo en su blog.

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